Treinta.

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~.Treinta.~

Cerré los ojos débilmente cuando sentí los acelerados latidos de su corazón, sentía una bola de nervioso en medio de mi estómago, y yo sabía, eso que tanto estuve conteniendo en mi cabeza, intentando apagar un arrasador incendio con un vaso de agua, se estaba esparciendo otra vez, mis sentimientos luchaban, mi mente estaba ida y no quería hacer esto.

No quería explotar, en serio no.

— J-juno...—La voz cortada de Valentín viajo por mis oídos, tragué saliva intentando no decir nada y me separé de él, mirándolo, su cara palidecer y sus labios fruncirse me dijeron todo.—No sé... yo.

Y vi en sus ojos que lo quería hacer otra vez, quería mentir, y me enojó, pero mas que enojo era dolor, pensar que alguien tan importante como Valentín este intentando mentirme en la cara me dolía, un dolor desesperante en el pecho crecía.

Tal vez era por el amor que le tenía que hacía todo esto más doloroso.

— Victoria.—Murmure otra vez, mirando su cara y sus pupilas se achicaron, entonces no supe que hacer, ¿Qué más tenía que hacer? ¿Qué más tenía que intentar con alguien que me decía todo con la mirada?

Me senté en la cama haciendo una mueca de dolor, bastante alejada de él, de sus ojos azules cambiados por ese brillo que ya no podía ver igual.

Se sentó a la par mía, mirándome callado, intentando hablar pero sus palabras no salían, intentó agarrarme la mano pero la aleje... y su cara de dolor probablemente fue lo peor de todo esto.

— V-victoria no es nadie Juno... no la...—Había empezando a explicar cortado, respirando agitado, y no, no, no, otra vez, me quería mentir otra vez, eso me destrozaba, hacía que un gran nudo se forme en mi garganta y en mi estómago, me cortaba la respiración.

— No mientas, no mientas Valentín.—Dije con la voz firme, pero por dentro estaba quebrada, ver sus ojos y no poder pensar otra cosa que sus palabras con poca sinceridad me mataba.

Y lo que mas me mataba es que a mi solamente me mentía, a Victoria no.

— Ya sé que se conocen, se que tuvieron algo... y se que cuando me dijiste que no hiciste nada el martes estuviste con ella.—Hablé sin mirarlo, mi nariz picaba, no quería empezar a hablar y empezar a decir todo esto, sabía que tenía que guardarmelo para mi.

Pero no podía, era un peso doloroso para mis hombros, hacía que mis ojos se llenen de lágrimas.

— Juno, escuchame... mirame Juno por favor.—Susurró llevando una de sus manos a mi mentón, negué con la cabeza y me quedé así, respirando pausado, con un nudo en la garganta ahorcándome fuerte.—Hey.

— No puedo, no te puedo mirar a los ojos y pensar en que vos, justo vos me hayas mentido, ¿Qué tengo de malo? ¿Soy yo? Porque vos sos importante para mi, Valentín, ¿P-pero yo?—Negué con la cabeza cerrando mis ojos, picaban demasiado y no quería largarme a llorar.

Me paré rápido de la cama y salí de la pieza sintiéndome pesada, con algo inundando mi cuerpo, sentí sus pasos siguiendome rápido, no quería verlo, quería que se vaya, las inseguridades de que solo este conmigo por lástima me carcomían por dentro.

— Juno.—Sentí su agarré en mi muñeca, me giró suave para que lo vea y yo como una tonta dejé que lo haga, me miró a los ojos y negó con la cabeza con sus ojos brillosos.—Perdón, posta, es que yo iba a explicarte todo pero tenía miedo de perderte y no q-quiero eso...—Empezó a hablar algo desesperado, y cada vez que decía una palabra, mis ojos se llenaban más de lágrimas.

Chino ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora