1

1K 118 3
                                    

El pequeño izuku Midoriya de 5 años estaba sentado hecho bolita con sus ojitos cerrados mientras lloraba escondido detrás de unos árboles en un parque cercano a su casa, no quería volver, quería desaparecer para que dejaran de burlarse de él, por no tener un quirk y ser un omega. Sus compañeros no dejaban de hacerlo a un lado, jalarle sus ricitos, lastimarlo con sus quirks, hasta su mejor amigo se burlaba de él siendo que también era un omega. Su sueño de ser héroe se hacía pedazos cada que alguien le decía que para eso mínimo debería tener un quirk, no sentía apoyo de nadie, ni de su madre que cada que el pequeño mencionaba que un así sería un héroe la mujer lo miraba con tristeza.

Izuku no sabía cuánto tiempo llevaba ahí, pero el toque en su hombro lo hizo abrir los ojos y alzar la mirada encontrándose con un niño mayor que él, tenía su cabello azul, pero un azul claro, como el cielo, unos ojos rojos como grandes joyas alrededor de estos tenía como arrugas que lo hacían ver lindo al igual que el pequeño lunar debajo de su labio. La mirada del pequeño ojiverde fue directo al cuello del niño el cual tenía heridas pero lo que más llamo su atención fue esa figura a un costado izquierdo la cual brillaba mucho.

-brilla - dijo izuku apuntando al cuello del niño

- el tuyo también - le respondió el pequeño haciendo que izuku notara que un destello venia de su cuello

- ¿por qué? - dijo sorprendió

- cómo es que no lo sabes - se sentó frente a izuku - ¿cuántos años tienes? - izuku levanto sus mano dando a entender que tenía 5 años- oh yo tengo 10, supongo que aún no te lo explican, somos destinados

- no entiendo - hizo un puchero que hizo sonreír al niño

- lo entenderás después, yo aun no lo entiendo del todo - se encogió de hombros - soy tomura - estiro su mano hacia izuku - y tu

- izuku - tomo la mano de tomura sonriendo al sentir la calidez cuando sus manos se tocaron

Tanto izuku como tomura sentían una opresión en su pecho, pero no era algo que los hiciera sentir mal, era todo lo contrario, era algo suave y cálido que los hacía sentir cómodos, sus lobos aullaban y agitaban sus colas con emoción al estar tan cerca.

Tomura estaba un poco desconcertado, se había escapado de casa porque kurogiri no lo dejaba jugar video juegos y el ya no quería seguir teniendo clases, mientras caminaba vio un arbusto moverse lo cual avivo su curiosidad, fue cuando vio al niño hecho bolita llorando, tanto el cómo su alfa sintieron la necesidad de acercarse así que lo hizo, se sorprendió mucho cuando vio que su cuello brillo al ver sus ojos, kurogiri le explico un poco sobre los destinados, lo que recuerda es que no todos encuentran a su destinado, que es una persona que es la indicada para ti y que al encontrarse aparece una marca que representa a ambos la cual brilla para que ambos sepan que son destinados.

Siguió viendo al pequeño de ojos verdes percatándose que aún tenía restos de lágrimas, sin pensarlo mucho tomura con cuidado de no tocarlo con sus 5 dedos limpio lo que quedaban de lágrimas en sus mejillas llenas de pecas, sonrió al escuchar como izuku ronroneaba ante el contacto.

- ¿porque llorabas? -

Izuku sintió tristeza nuevamente al recordar el porqué de sus lágrimas, sabía que cuando le dijera el porqué, tomura le miraría raro y se alejaría de él, como todos lo hacían, lo miro a los ojos intentando no volver a llorar y no lo hizo, algo en la mirada de tomura lo hizo sentir seguro.

-no tengo un quirk -

- ¿y que tiene? - tomura miraba desconcertado a izuku, el seria feliz si no tuviera uno, si no lo tuviera no hubiera matado a su mamá y su perrito

- es que yo quiero ser un héroe - los ojos de izuku volvían a llenarse de lagrimas

A tomura no le gustaban los héroes, los detestaba, cuando el necesito de uno no estuvieron ahí, el único que lo ayudo fue sensei, que lo saco de ese solitario y frio lugar, con el tiempo entendió lo que hacía sensei, era todo aquello que la sociedad no quería, un villano, y eso no le molestaba porque en el encontró lo que no encontró en los héroes, le mostro sinceridad en cada una de sus palabras y nunca lo obligo a nada.

AnankéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora