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Para tomura, izuku siempre lucía bonito, era algo que su cerebro acepto desde el primer momento en el que lo vio, se vio deslumbrado por la caída de sus rizos en distintas direcciones, sus delgadas cejas siempre expresando su sentir, el color de sus ojos tan verdes como un jade pero profundos como un inmenso bosque, las pecas que para el eran un centenar de estrellas en las cuales podía perderse sin remordimientos a ser olvidado, su pequeña nariz que se movía sin consentimiento alguno al sentir sus feromonas, los rosados y carnosos labios proveedores de deslumbrantes sonrisas como de besos suaves.

Simplemente un ser digno de ver, apreciar y esperar, porque era único, un ser humano amable por naturaleza, pero feroz por necesidad, acreedor de un sin fin de personas dispuestas a darlo todo por él, porque sin duda su presencia era radiante, atraía a todos hacia él con su personalidad versátil al punto de adorarlo porque era imposible permanecer al margen ante semejante persona.

- amarte es difícil - susurra mientras continúa su tarea de peinar los rizos verdes - porque cuando no me miras duele - deja un beso en la frente pálida - me he acostumbrado a tenerte, y aunque estas aquí, realmente no lo estas - acaricio la mejilla de izuku - esto me recuerda al día en que deje de ir a nuestro parque, todos los colores perdieron pigmento y los sueños se volvieron una tortura constante porque eran malditamente cortos - bajo su mano hasta la venda que cubría su marca - han pasado siete días mi amor, eso es demasiado tiempo para dormir - intenta qué suene como broma - de conejo pasaste a un oso hibernando, a mí no puedes engañarme, hiciste todo esto para evitar enseñarle matemáticas a eri, pero para tu desgracia se niega a aprender si no eres tú quien le enseña - una risa se escapa de sus labios - pronto vendrá a verte, eraserhead está ayudando para tener sus papeles listos, pero no te preocupes que no la dejo sola cada que vengo, kurogiri la cuida, lo hace como lo hacía conmigo - sonríe - le hace sus comidas favoritas para que sonría un poco, intento lo mismo conmigo pero últimamente no le encuentro sabor a nada

Se quedó en silencio dejando de ver a izuku que seguía sin despertar, alejo sus manos y se levantó de la cama respirando con dificultad, se cruzó de brazos mientras contenía las lágrimas, no quería llorar, temía que su tristeza llegara al omega.

Se obligó a contar hasta cincuenta respirando pausadamente entre cada número, una vez disipo las ganas de llorar volvió a ver al peliverde.

- perdón mi amor, estoy yendo de un tema a otro - se acercó a la silla que estaba a un lado de la cama y se sentó - he traído otro libro - tomo el libro que había dejado en la pequeña mesa - es la triada perfecta, aventuras, dragones y guerra - abre el libro - espero te guste, voy a comenzar

- perdón mi amor, estoy yendo de un tema a otro - se acercó a la silla que estaba a un lado de la cama y se sentó - he traído otro libro - tomo el libro que había dejado en la pequeña mesa - es la triada perfecta, aventuras, dragones y guerra - ab...

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Había esperado como el peliverde se lo había pedido, tal vez un poco más debido a las circunstancias que, aunque quisiera negar le entristecía que su amigo estuviera en ese estado sin poder estar ahí para usar su sarcasmo, o como mínimo escucharlo hablar sin parar.

Para dabi caminar por las calles sin preocuparse era algo habitual, en su naturaleza estaba la desfachatez y la sinvergüenza, la única diferencia es que ahora si un héroe lo encontraba no podía hacerle nada, eso le daba satisfacción.

AnankéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora