INTRODUCCIÓN

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DATHOMIR. AÑOS ATRÁS.

La joven Merrin había vuelto de practicar pociones con una de sus hermanas. Desde que tenía uso de razón, tanto ella como las otras hermanas, entrenaban su magia y el uso de la fuerza. La oscuridad formaba parte de ella y de su pueblo.

No obstante la inocencia de las más pequeñas las hacía menos poderosas en el uso de la fuerza, ya que se les enseñaba a sacarla principalmente del lado oscuro.

Esta era la razón por la cual Merrin llamaba la atención de todo su clan, y es que siendo apenas una niña y no albergando ningún tipo de sentimiento más cercano a la oscuridad, tenía un poder que sobresalía de lo normal. Usaba la fuerza como si se hubiera entrenado durante años.

Quizá ese fuera uno de los motivos por los que solían controlar en exceso los entrenamientos de la joven. Por norma general las hermanas entrenaban juntas, pero en el caso de Merrin solían limitar a una cantidad irrisoria de hermanas.

Aquel día, en lo que caminaba repitiéndose mentalmente los pasos que habían seguido para elaborar la poción, escuchó la voz de la "Madre".

- Hermana Merrin, necesito hablar contigo.

La pequeña sintió una oleada de emoción y sonriente asintió y siguió a la mujer hasta una habitación oscura. Para las hermanas de la oscuridad aquello era confortable.

- Debo contarte algo. Normalmente lo hacemos cuando cumplen más edad, pero tú eres extremadamente poderosa. Debemos apresurarnos para que tu poder pueda seguir creciendo.

- Haré lo que sea, Madre.

- Escúchame.- Espetó secamente la mujer.

Con un gesto tímido la pequeña se encogió de hombros y esperó a que la mujer siguiera hablando.

- Hay otro grupo que hace el uso de la Fuerza. Sin embargo, ellos hacen un uso equivocado de la misma. La usan para conquistar los planetas y siempre en su interés, pero ten cuidado, pues ellos dicen defender la galaxia. Y algún día vendrán e intentarán hacerse con nuestro planeta. Debes estar preparada.

La joven Merrin frunció el ceño y se mordió los labios, tratando de controlar sus ganas de responder algo.

- Este grupo se hace llamar "los Jedi". Usan espadas láseres, tremendamente peligrosas. No dejes que su aspecto brillante te despiste, cortan tanto o más que una espada normal. Además pueden fundir metales.

Apenas pudieron hablar más, pues un fuerte estruendo se escuchó proveniente de las afueras de la cripta en la que se hallaban. El grito desesperado de "forasteros" hizo que el rostro de la "Madre" se arrugara lleno de furia y Merrin sintiera pánico.

- Hermana Merrin, quédate aquí y, pase lo que pase, no salgas de aquí. Si algo nos llegara a pasar, debes asegurarte de que nuestro clan sigue vivo.

- Pero Madre, yo puedo luchar, puedo ayudar.

La mujer no le dio tiempo a que hiciera nada. La magia la acorraló en la pared con tanta fuerza que apenas pudo moverse. A más intentaba resistirse más fuerte la rodeaba la pared. En su mente pudo escuchar como "la Madre" le decía que no se resistiera. La joven sintió lágrimas de rabia brotando por sus ojos, pero siguió paralizada durante lo que parecieron años. Escuchaba gritos y ruidos de batalla, el olor a sangre empezaba a adentrarse en su nariz.

Tras algunas horas que, para ella, fueron como años, la pared la liberó de forma repentina. Merrin notó que la fuerza de la Madre había desaparecido, lo que solo podía significar una cosa: había muerto.

Se apresuró y salió de allí para buscar a sus hermanas y socorrerlas, pero ya no era capaz de sentir ninguna Fuerza. Llorando y llena de desesperación, Merrin recorrió todo su planeta y lo único que logró ver fue el cadáver de sus hermanas, hasta que llegó a una explanada donde luchaban muchos hombres con dos de sus hermanas.

- ¡Hermanas!- Gritó desesperadamente.

Aquellos hombres portaban una armadura negra y una capa del mismo color. Además portaban una espada láser, como las que le había dicho su Madre antes de morir.

- Jedis.- Murmuró ella para sí misma.

Intentó alcanzar a sus hermanas antes de que aquellos hombres les hicieran daño pero fue inútil, pues su fuerza parecía ser insuficiente: los hombres la evitaban. Ya le había advertido la Madre que estaban entrenados en la Fuerza y no mentía. Uno de ellos rió y con un tajo apartó la cabeza de su hermana del resto del cuerpo.

- ¡NO!- Gritó Merrin.

En lo que lloraba, llena de odio y rabia, Merrin intentó huir del hombre que había matado a su hermana y ahora la seguía dispuesto de hacer lo mismo con ella. No supo por qué, pero de repente se sintió más poderosa que nunca y con apenas unos susurros, controló el suelo del planeta que no tardó en atrapar a aquel hombre, junto a su compañero, y dejarlos para que la oscuridad los absorbiera.

Una vez se percató de que no quedaban más extraños en su planeta, Merrin intentó curar a sus hermanas, pero todas habían fallecido...nada podía hacer.

¿O quizá sí?

Si intentara profundizar en la oscuridad de su alma, quizá podría encontrar respuestas...

No sigas la oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora