CAPÍTULO 20

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Cal la había traicionado. Se había ido con esa bruja y no había vuelto para buscarla.

Pasado el tiempo había conseguido averiguar dónde se encontraba la nave, todo gracias a la combinación de la suerte, el dinero y...algo de presión (alguna mano o pierna de menos siempre marcaba la diferencia).

Furiosa había presenciado cómo Cal se iba, junto a esa bruja, con un hombre y se perdían en medio del desierto.

Quería seguirlo, pero Cere no lo hizo por un motivo. Muy cerca vivía un niño, joven y fuerte, del que emanaba un nivel de Fuerza bastante importante, probablemente nadie tendría unos niveles tan especiales como los de Darth Vader, pero era poderoso: lo sentía.

Con una sonrisa de satisfacción en los labios, Cere supo que había encontrado a un usuario de la Fuerza.

Pasó un día observando al joven granjero. Apenas tendría unos diez u once años, pero era edad más que suficiente para empezar a adiestrarlo.

"Es solo un niño débil, pero si lo entrenas podría convertirse en alguien como yo. Con tanto poder podría volverse al lado oscuro. Debes matarlo"

La voz de Trilla volvía a sonar en su cabeza. Y, de nuevo, tenía razón. Quizá debía plantearse que la mejor opción era acabar con todos los usuarios de la Fuerza, después de todo, podían convertirse en Sith muy poderosos.

- ¡Luke, te he dicho que no te alejes tanto!- Le gritó un hombre al niño, que correteaba por las lejanías de una pequeña casita.

Así que el pequeño se llamaba Luke. Muy interesante...

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Era curioso que tantos años después pudiera abrir los ojos por fin. Nunca fue muy duro con Anakin por su relación con Padmé, pero tampoco lo apoyó tanto como debería. Ahora lo veía.

Aquellos dos jóvenes, tan diferentes y al mismo tiempo tan parecidos, que dormían en su casa, eran una muestra de lo que el amor podía conseguir y de lo ciegos que podían estar a veces los Jedi. Aprender a dominar los sentimientos era esencial para ser un buen caballero Jedi, pero lo que estaba claro era que también causaba taras y defectos, y es que reprimir esos sentimientos podían causar mucho dolor.

Quizá Cal no pudiera asegurar todavía que amaba a la joven, pero para Ben era evidente que así era. Y es que, aún descansando, poco después de que la chica se quedara dormida a su lado, el chico se había puesto delante de ella a modo de defensa, alerta por si alguien los atacaba recibir él el golpe.

Su mente dibujó la sonrisa de aquella pequeña niña: Leia. Y pensó en que él haría lo mismo por aquella niñita indefensa – aunque sabía hacer más de lo que aparentaba-. Quizá había sido tarde, pero gracias a esa experiencia había aprendido lo importante que era el amor para un Jedi, y no solo el romántico. No pensó que podría cogerle tanto cariño a aquella niña en tan poco tiempo, al igual que tampoco creyó poder cogerle tanto cariño al pequeño niño que veía cada día a la lejanía: Luke.

Si Anakin pudiera verlos ahora...

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La noche era su aliada: nadie la vería en la oscuridad.

El arte del sigilo se había convertido en uno de sus mayores fuertes.

Cere, con mucha cautela, se adentró en aquella pequeña vivienda. Ambos adultos dormían plácidamente, así que no supondrían problema alguno. El joven Luke dormía en su cama, abrigado con una manta, aunque uno de sus pies se salía por fuera.

No sigas la oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora