CAPÍTULO 24

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Cere le atravesaba el pecho con su espada láser, mirándolo con odio. El dolor que sintió fue el más grande que nunca había sentido. Pero quizá más por quién lo había atacado que por el golpe en sí. Sintió la sangre brotar de su herida y se escuchó a sí mismo toser.

- Te odio, traidor.

- ¡Cere!

El sonido de su propia voz lo despertó.

Agitado y respirando con mucha dificultad, el joven se incorporó y se palpó varias veces el pecho, asegurándose de que estaba ileso.

- Te he fallado, Cere...- Murmuró.

Intentando no hacer mucho ruido, se levantó del suelo del todo y observó a la hermana de la noche que dormía plácidamente en la cama. Verla allí, respirando tan calmadamente y con su pelo suelto, volvió a sentir el deseo de dormir a su lado y sentir su calor.

En aquel momento deseaba abrazarla, tal y como había hecho en la base. Quería decirle lo que sentía, pero quizá ese no era el momento. La chica estaba agotada y necesitaba descansar.

Decidió darse una ducha rápida para quitarse la arena y cambiarse la ropa. Empezaba a hacerle bastante falta. Había sudado mucho aquella noche.

Tras su ducha volvió a la habitación y se preparó para acomodarse en el suelo, pero entonces escuchó la voz de la chica.

- Duerme aquí. Es más cómodo.

La proposición hizo que su corazón se acelerara.

- Tranquilo. Sé que no tienes energías para hacerme nada.- Dijo ella, intentando relajarlo.

Él sonrió.

Y aunque no pudo controlar la palpitación de su corazón, se acomodó al lado de la joven en la cama.

- Gracias.- Dijo él.

Ella se limitó a acariciarle el cabello húmedo con una sonrisa tierna.

- Tienes que descansar.- Le dijo con suavidad.

- ¿Puedo pedirte un favor?

- Claro.

El corazón del chico palpitó más fuerte si cabía pero deseaba proponérselo.

- ¿Podrías...abrazarme?- Preguntó tímidamente.

Al no recibir respuesta de ella se sintió un poco estúpido. Y arrepentido intentó tomar distancia de ella.

- Perdona. No quería molestarte. Olvídalo.- Dijo él.

Pero se sorprendió sintiendo los brazos de ella rodeándolo con cariño.

- Puedo.- Le susurró al oído.

Cal sonrió y, a pesar de sus nervios, sintió como todo su cuerpo se relajaba ante su abrazo. Y la calidez de la chica lo hizo sentirse seguro. Cerró sus ojos, feliz.

No supo en qué momento se quedó dormido, pero lo único de lo que fue consciente fue de que al despertar la chica ya lo no abrazaba, sino que lo esperaba levantada leyendo un libro.

Se frotó los ojos intentando espabilarse y forzó su vista tratando de ver qué leía la chica.

- Veo que has dormido bien.- Dijo ella.

Él sonrió.

- Sí, gracias ¿y tú?

- Estoy bastante bien. No te preocupes.

No sigas la oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora