CAPÍTULO 9

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Tras la batalla Cere propuso que se revisaran las heridas, para curarlas y así, con suerte, cicatrizaran antes del próximo ataque.

Cal y Merrin hicieron caso y fueron a la habitación donde dormía Cal para revisar sus heridas. En lo que Cal revisaba y curaba las de la joven, ésta intentó evadirse del dolor leyendo el libro de la magia blanca, intentando encontrar la solución ¿qué estaba fallando?

- No entiendo por qué no funciona...- Decía ella.

- Acabas de crear un muro enorme para protegernos, date un respiro.

- Beep, Be.

- BD dice que él cree que sabe qué falla. ¿En serio BD?

Merrin desvió su mirada hacia el androide.

- Dime...bueno, enséñamelo o algo.

El androide comenzó a escáner el libro y, después, con sus pequeñas patitas, abrió una página y le señaló un párrafo a la joven.

Lo que señalaba el pequeño robot no era más que el párrafo que había leído al principio, sobre el uso de la magia enfocándose en algo diferente al lado oscuro. Merrin arrugó la nariz, algo decepcionada con la ayuda de BD. Su poder salía de esos sentimientos ¿cómo se suponía que iba a hacerlos salir si no?

Cal cambiaba el vendaje de sus heridas mientras ella seguía leyendo, y sin que ella se percatara, había puesto la cara de decepción que había puesto. Aprovechando que ella estaba distraída, el chico colocó uno de sus dedos sobre la nariz de la chica.

- Quizá la respuesta no esté en ese libro.

La chica miró el dedo de él y empezó a reír.

- Quita.

Apartó la mano de él con suavidad.

- Es que...no lo entiendo.

Cal se sentó al lado de ella y le apartó el cabello que se le había soltado salvajemente del moño, del rostro. Al hacerlo acarició un poco su piel. La suavidad del tacto del chico la hizo sentir más relajada y, sobre todo, a gusto.

- Te entiendo. Hay tantas cosas por aprender y tan...difíciles. A veces ni siquiera sé si recuerdo bien todo lo que aprendí o si estoy interpretando algo.- Confesó él.

- Pero ahora tienes a alguien ¿verdad?

El chico sonrió y asintió, luego puso su mano sobre la de ella y la acarició con cariño.

- Y tú también. Nos tienes a nosotros, y si de verdad queda una más de las hermanas de la noche, la encontraremos y también la tendrás.

Merrin sonrió, sobrecogida por las dulces y sinceras palabras del Jedi.

- Gracias.

Quizá por el cansancio o simplemente porque se dejó llevar por lo a gusto que se sentía, la chica apoyó su cabeza en el hombro de él y cerró los ojos, disfrutando de su compañía. Cal sonrió y la rodeó con uno de sus brazos, acercándola un poco más a él.

- ¿Te sigue doliendo?- preguntó ella casi en susurros.

- ¿La herida? Sí, pero ya menos. No te preocupes.

Merrin sintió como el joven acariciaba con cariño su hombro con una de sus manos. Y entonces recordó lo que le había dicho Cere un rato antes. Nunca antes había estado con un chico de esa forma. Existían los hermanos de la noche, sí, pero apenas se les prestaba atención en su clan, de hecho escuchó a una hermana decir una vez que los querían para que la especie no se extinguiera. Desde pequeños se separaban los chicos de las chicas y, mientras a ellas se les enseñaba a controlar la Fuerza y la magia, a ellos se les enseñaban técnicas con las que pudieran defenderlas en alguna situación bélica.

No sigas la oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora