CAPÍTULO 14

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La voz la guiaba a través de los pasillos. Seguía preguntándose si estaba haciendo lo correcto o si, en lugar de seguir una voz extraña, intentaba buscar al Jedi. Pero, aun sabiendo que era un riesgo, una parte de ella quería encontrar de dónde provenía esa voz: quería saber quién era.

Le extrañaba el hecho de que el tono de voz que escuchaba en su cabeza fuera cambiante. La que ahora la llamaba parecía más afable que la que solía repetirle que "usara al Jedi".

Cada vez sentía una Fuerza extraña más cerca.

Finalmente llegó hasta una puerta que estaba cerrada a cal y canto, parecía que tenía un sistema de cierre magnético. Probablemente si era capaz de averiguar cuál era la contraseña podría abrirla. La cuestión era ¿cómo iba a averiguar la clave?

"¡No abras esa puerta!"

Escuchó en su cabeza. Esta vez era la voz que solía escuchar anteriormente.

Decidida, buscó en aquel lugar alguna pista sobre cuál podía ser la clave para abrirla.

De repente escuchó el sonido de unas voces aproximarse a la zona donde estaba. Con cautela se escondió entre las sombras y, ayudándose de su poder, consiguió camuflarse mejor en el ambiente.

Las voces correspondían a dos soldados imperiales que se acercaban a la puerta. Uno de ellos tenía una bandeja de comida con muy mal aspecto, y el otro llevaba consigo un aparato que parecía un mando a distancia.

Para su sorpresa – y gran alegría- los hombres teclearon algo y la puerta se abrió de par en par. Sintiéndose ganadora de una batalla que aún no había comenzado, Merrin decidió que debía aprovechar ese momento para adentrarse en la habitación.

Una vez se metió dentro, ocultándose entre las sombras, con su magia atacó a los dos soldados, que cayeron al suelo inconscientes. La bandeja que portaba cayó con ellos y la comida se dispersó por el suelo. Merrin se sintió un poco culpable por ello, no le gustaba desperdiciar comida (por muy mal aspecto que tuviera).

- Me...rrin...- Dijo una voz.

Era similar a la que escuchaba en su cabeza, sin embargo sonaba extraña, más anciana y, sobre todo, agotada. Como si no tuviera ganas de vivir.

Dejando atrás a los soldados, la joven se adentró más en la habitación y pudo ver a una mujer que, por su aspecto, posiblemente había pertenecido a su raza: una hermana de la noche. Tenía el pelo muy largo y encrespado, y tenía la piel llena de heridas. Una especie de máquina gigante la mantenía presa y atada con fuerza a una silla de tortura – o era lo que parecía-. Merrin se fijó más y pudo ver que las heridas eran muchas y dispersas, algunas parecían tajos con intención de quitarle algo de piel, otras provenientes de inyecciones...

Tan solo ver aquella escena le dio escalofríos y sintió sus piernas fallar. Sin quererlo, perdió el equilibrio y cayó de rodillas al suelo.

- Eres...eres una hermana de la noche.- Murmuró ella.- ¿Cómo? ¿Por qué?

Merrin ni siquiera sabía qué preguntar primero.

- Eres tan guapa como predije que serías...- Dijo la mujer con esfuerzo.

La joven bruja se incorporó y caminó varios pasos hasta estar a menos de cinco metros de distancia de la mujer.

- Me queda...muy poco.- Siguió diciendo la mujer.- Pero necesitaba...contarte todo lo que pasó...qué eres tú.

- Te sacaré de aquí.

- No...yo ya no tengo salvación. He aguantado tanto tiempo...solo por este momento.

No sigas la oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora