CAPÍTULO 10

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Una vez Greez había alejado a BD-1 lo suficiente, Merrin entró dentro de la habitación del joven, tratando de hacer el menor ruido posible.

La chica se quedó como hipnotizada observando como el pecho del chico subía y bajaba siguiendo el ritmo de su respiración relajada, luego sus labios que permanecían semiabiertos mientras dormía. Estaba medio ladeado.

Merrin se acercó a él con la intención de acabar con aquel plan de una vez. Y es que, al verse llevándolo a cabo, le parecía una auténtica tontería ¿cómo se le había ocurrido pensar en algún momento que ese plan tenía algo de sentido?

Con extremo cuidado acarició una de las manos del chico. Por primera vez se dio cuenta de que estaba llena de callos, probablemente formados por usar la montura de la espada láser. A continuación acarició el rostro del joven, deteniéndose en esas pequeñas marcas de cortes que permanecían en su piel de forma permanente y, empezó a preguntarse, qué historia habría detrás de cada una de ellas.

Al acariciarlas se preguntó si la vida de aquel chico había sido incluso peor que la de ella. Sí, había perdido a su familia en un solo día, pero al menos a ella no la seguía nadie – hasta ahora, claro-, mientras que él vivió huyendo de a saber cuántas cosas desde que era un niño.

Merrin suspiró. No se sentía preparada para hacerlo, no debería hacerlo...

Cuando se dispuso a irse, los labios del chico volvieron a llamar su atención y se sintió tremendamente tentada de hacerlo. Entonces volvió a pensárselo. ¿Qué iba a perder? Nadie lo sabría – salvo Greez y ella-, y si no servía se quedaría guardado para siempre en un baúl de los recuerdos, mientras que si no lo hacía se arrepentiría de no haberlo intentando.

Intentando ser sigilosa, la chica aproximó sus labios a los de él y los rozó suavemente. Al estar tan cerca ya no espero más y besó al chico con cariño. Fue una sensación muy extraña, pero bonita. Y es que ella nunca había besado a nadie. Se sentía nerviosa y su corazón palpitaba tan rápido que parecía que se le fuera a salir del pecho – si BD-1 estuviera ahí ya habría dicho algo sobre sus pulsaciones -, y mientras besaba los labios del chico una parte de ella deseaba ser correspondida.

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BD-1 se encontraba analizando todas las partes de La Mantis, y es que el pobre Greez ya no sabía cómo más distraerlo. El androide era extremadamente rápido analizando y detectando errores y, por supuesto, había varios, de los cuales él era consciente, pero la nave aguantaría hasta que llegaran al siguiente sistema.

Habían sobrevivido al ataque de la nave imperial pero habían sufrido daños. Por suerte ninguno fue de tan agravio que inutilizara la nave, por lo que podían seguir volando durante unos días. No obstante, Greez creía que era más conveniente no pasarse y aterrizar en un sitio tranquilo y donde fuera posible comprar repuestos – porque seguro que los iban a necesitar-.

El androide no paraba de emitir sonidos que Greez, obviamente, no entendía. Tras varias intervenciones por parte del robot, éste pareció percatarse de que el otro no le prestaba si quiera atención, pues su mirada solía desviarse hacia el cuarto de Cal.

En una de estas el androide comenzó a correr dirección al cuarto del chico.

- ¡No, no! Ven aquí.- Dijo apresuradamente Greez.

Pero sobra decir que el androide era mucho más rápido que el otro y la persecución fue corta e infructuosa. En menos que cantaba un gallo BD-1 había alcanzado la puerta de la habitación del joven. Algo contrariado de que la puerta se hallara cerrada, la abrió sin pensárselo dos veces. Greez se tocaba la cara con las cuatro manos, preocupado y sin saber qué hacer.

No sigas la oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora