La Piazza Rossa

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Ahora ya sabía la verdadera razón de la pertenencia de Donna a la familia. Saber quién asesinó a sus padres y encontrar a su hermano desaparecido. Hasta ahora, un famoso prostíbulo parecía ser la única opción de conseguir alguna pista de su paradero, aquella simple pista las había llevado a Florencia, donde lograron ser honestas la una con la otra y donde decidieron unir fuerzas para encontrar al chico.

—Lamento decir esto, pero, ¿cómo sabes si tu hermano sigue vivo? —Cuestiono Fiore, ambas mujeres continuaban en el balcón de la fastuosa habitación de hotel. Donna no había querido separarse de la esposa del jefe y ella continuaba abrazándola mientras acariciaba su cabello.

—Solo lo sé. Si hubieran querido matarlo, lo habrían hecho junto con mis padres. —Respondió la joven—. Pero, no lo mataron, así que debe estar por ahí.

—Tienes razón. Y como te dije, vamos a encontrarlo así tengamos que gastar cada centavo del dinero de la familia.

—Creo que el jefe no apreciaría el que se gastara todo su dinero en algo como eso. —Dijo Donna con una media sonrisa, pero luciendo preocupada por el bienestar de Fiore—. Podría lastimarla.

—No haría nada que no hubiera hecho antes. —Dijo encogiéndose de hombros y era verdad. Timoteo se había asegurado que en sus cuatro años de matrimonio, experimentara distintos tipos de tortura y abuso bajo la amenzada de no hacerlo molestar, cosa dificil, debido al caracter irascible de Timoteo.

—No debería estar acostumbrada a eso. 

—Es lo único que conozco. Los libros y las películas te muestran un romance irreal, imposible de alcanzar. La vida real no es así ni por asomo. —Respondió sin mirarla a pesar de estar juntas y abrazadas—. Cuando antes la gente comprenda eso, sería lo mejor para todos.

Donna no dijo nada a sus palabras, pero Fiore sabía que seguramente ella la miraba como casi siempre lo hacía, con lástima, sin embargo, en ese momento solo le importaba tratar de hacer sentir mejor a la joven después de todo lo que le contó. Así como ella le había ayudado a salir de la cama después de haber asesinado al joven que la violó, Fiore también quería hacer lo posible por ayudarla.

Al día siguiente, ambas continuaron paseando por las calles de Florencia, mientras Donna se daba a la tarea de averiguar alguna ubicación sobre la Piazza Rossa en cualquier bar al que llegaban. Fue solo hasta el tercer día que un trabajador de un simple restaurante, llegó con la información que necesitaban. La Piazza Rossa se encontraba a orillas de la ciudad cerca del río Arno. La política de entrada era bastante estricta y solo dejaban entrar a integrantes de la mafia, cosa que les caía como anillo al dedo. 

—No creo que deba ir. —Dijo Donna esa misma tarde mientras se encontraban en la habitación arreglándose para ir al lugar—. No sabemos la clase de cosas que podría haber ahí.

—¿Acaso crees que una simple integrante de la familia tiene más derecho para entrar que la mismísima esposa del jefe?

—Tiene un punto ahí. —Aceptó a regañadientes—. Solo, procure no separarse de mí lado. El lugar podría estar lleno de depravados. 

Fiore volteó los ojos entrando al vestidor de la habitación para cambiarse. No tenia de que tipo de ropa debia vestir uno en un prostibulo, pero no podía ser un simple traje como los que solía vestir en la mansión, por lo que optó por un hermoso vestido lila con escote discreto y una abertura en su pierna que llegaba hasta el muslo. Sus heridas y cicatrices lograban verse un poco, sin embargo, esperaba que el lugar fuese lo suficientemente oscuro para pasar desapercibida.

—Oye, Donna, ¿crees… —Fiore salió del vestidor revisando su vestido y cuando levantó la vista se encontró con la imagen de la joven qué la hizo quedarse atónita.

Ave Enjaulada (Placeres Desconocidos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora