Tentación

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—Debo admitir que la alianza nos está beneficiando demasiado. —Habló Timoteo desde su escritorio en su oficina. Con él solo estaban Fiore, Pietro y Nicolao, Donna aún no abandonaba la enfermería, a pesar de alegar que ya se sentía mejor—. La mercancía ha resultado ser un éxito y sencilla de trasladar.

—Incluso he logrado posicionar algunos hombres en el extranjero. Responden directamente a mí. —Añadió Pietro mostrándoles una lista de las personas que habían viajado.

—También han disminuido los conflictos entre familias. Ahora, nuestro único rival es la familia Andie y al verse superados en número, no creo que intenten algo estupido. —Dijo Fiore sin poder concentrarse por completo en la conversación debido a estar pensando en el bienestar de Donna. Había pasado los últimos días cuidándola sin importarle el trabajo y solo dejándola sola por las noches, ya que Timoteo exigía que estuviera en su habitación para cumplir con sus deberes maritales.

—Todos estos ingresos extras servirán para aumentar la producción, incluso, tal vez para aumentar la importación de materia prima. Incluso, podríamos tomarnos unas vacaciones para disfrutar de nuestros nuevos ingresos. —Timoteo sonaba bastante satisfecho de sí mismo mientras vaciaba un vaso de alcohol de un solo trago.

Fiore solo deseaba que esas vacaciones no la involucraran a ella. Necesitaba estar algunos días lejos de Timoteo, incluso ella también podría viajar a otro lugar sin su presencia. La reunión trató algunos otros temas que no le interesaban demasiado, por lo que optó por disociarse con cosas más importantes que las de una familia criminal de la que no podía zafarse.

Terminada la reunión, Fiore volvió a la enfermería encontrándose con una cama vacía y sin el doctor a la vista, por lo que se preocupó hasta que miro a Donna saliendo del baño de la habitación con solo una toalla cubriendo su delgada figura y con el cabello mojado.

—Te ves recuperada. —Soltó carraspeando y tratando de mirar a cualquier otro lado que no fuera el cuerpo de la joven.

—Le dije que ya me sentía mejor. —Dijo usando una segunda toalla para secar su cabello. La esposa del jefe vio como imposible la tarea de mirar algo que no fuera el cuerpo de la joven. Consideraba hipnotizantes las gotas de agua que bajaban por su rostro para alojarse en la toalla del pecho. Con la ropa que usaba, su pecho no solía notarse mucho, ahora que solo vestía la toalla, parecía comprender cómo es que varios hombres de la familia murmuraban entre sí cada que pasaba—. ¿Acaso ve algo que le guste?

—¿Qué? No, o tal vez. —Respondió queriendo desinteresada, sin embargo, el temblor en su voz la traicionó—. Estoy muy confundida, jamás me había pasado esto.

—¿Qué? ¿Estar con una mujer semidesnuda en una habitación?

—Deberías vestirte. El doctor podría entrar en cualquier momento. —Farfulló tendiendole un montón de ropa limpia que seguramente uno de los criado habria llevado. La joven se acercó a la mujer tomando la ropa entre sus manos y acercándose hasta que su boca tocó el oído de Fiore.

—¿Quisiera ayudarme a quitarme esta toalla? —Musitó antes de besar su mejilla. Fiore sintió como el calor subía por todo su cuerpo y era consciente de que su rostro se encontraba completamente rojo, cosa que hizo a Donna reir—. Descuide. Solo cruzaremos ese límite cuando esté lista.

Sin dejar de sonreír volvió a entrar al baño dejando a Fiore con una maraña de pensamientos y la molesta sensación en su estómago más fuerte que nunca. Debia averiguar porque sentía eso por la joven, y como es que ella misma permitía los constantes coqueteos de Donna, a pesar de ser una mujer casada. Incluso continuaba soñando con aquellos momentos en los que la había besado sin preocuparse por el mundo que las rodeaba.

Ave Enjaulada (Placeres Desconocidos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora