Muerte

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Como casi todas las noches una pesadilla interrumpio su sueño despertandola abruptamente tratando de calmar su respiración acelerada. Odiaba esos momentos, sobre todo por lo imposible que era volver a dormir una vez despierta y sin importar que tan cansada se encontraba.

La noche aún dominaba el exterior, por lo que suponía no había pasado mucho tiempo dormida, pero ahora se encontraba sola. Donna había estado tomando su mano antes de sucumbir al sueño, ahora no estaba ahí, sin embargo, lograba escuchar un conjunto de voces ahogadas provenientes de la sala de estar, seguramente estaba ahí con los otros hombres que su marido había enviado para protegerla de la familia enemiga.

Incapaz de volver a dormir prefirió quedarse en la cama mirando al techo y pensando en lo que sentía por aquella joven que irrumpió en su vida solo por estar buscando a su hermano. Ella había estado rebuscando por los documentos de la familia en espera de poder encontrar algo respecto a eso, pero definitivamente los D'agnolo no tenían nada que ver con el tráfico de personas, cosa que la tranquilizaba, pero al mismo tiempo hacían todo más complicado. Después de eso, intentó con lo poco que tenían acerca de los Cocci, quienes sí tenían un pasado bastante más oscuro relacionado, sin embargo, no había encontrado nada y eso le frustraba porque quería ayudar a Donna, quería regresarle algo de la felicidad que ella le daba.

Fue en su ensimismamiento que noto como algo no estaba fluyendo de manera correcta. Las voces que había estado escuchando desaparecieron de repente dejando la casa en un completo silencio, cosa que definitivamente, no estaba bien. Hizo ademán de levantarse de la cama cuando la puerta de la habitación se abrió entrando por ella Donna completamente vestida y armada.

—¿Qué sucede? —Preguntó Fiore casi temiendo levantar la voz.

—Hay unos sujetos extraños acercándose. —Respondió colocándose al lado de la única ventana de la habitación para espiar el exterior desde la cortina cerrada mientras que alejaba a la mujer de la misma—. Están armados por lo que creemos que son integrantes de la familia Andie. Theo está hablando con los otros y parece que todas las casas están siendo rodeadas.

—¿Vamos a estar bien? —Continuo tratando de calmar el temblor en sus manos.

—Nadie la va a lastimar.

—Eso no fue lo que pregunte. —Dijo cruzándose de brazos.

—Lo sé, pero es lo que yo quiero decirle.

Pronto noto a esos hombres que se acercaban a la casa con sus armas en ristre tratando de ver alguna señal de vida en el interior. Eran el doble de lo que eran ellos e incluso si Fiore usara un arma, las cosas no pintaban bien para eso.

—Señora D'agnolo. —Exclamó uno de los sujetos del exterior—. Sabemos que está aquí, así que le pedimos que venga con nosotros antes de abrir fuego.

—No diga nada. No hay garantía de que de verdad sepan que está aquí. —Advirtió la joven apretando el arma hasta que sus nudillos se volvieron blancos—. Los otros dos sujetos salieron por la puerta trasera y tratarán de atacarlos por la espalda.

—¿Y mientras tanto qué?

—Seguimos fingiendo que no hay nadie aquí.

—Vamos, señora. No tenemos mucho tiempo.

—¿Y si salgo? —Soltó Fiore haciendo que la chica la mirara sorprendida—. Podríamos hacer que esos sujetos nos digan quién es el espía.

—¿Y si no lo saben? ¿Si solo están aquí siguiendo las órdenes de un desconocido? —Cuestiono Donna preocupada.

—No lo sabremos si no lo intentamos. —Dijo la mujer dando media vuelta para salir de la habitación siendo detenida por la joven—. Suéltame antes de que te lo ordene.

Ave Enjaulada (Placeres Desconocidos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora