Dos contra el mundo

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Después de acordar la unión entre la familia D'agnolo y los Cocci, la cena continuó en relativa calma, solo intercambiando un par de palabras cordiales entre los líderes, cosa que Fiore aprovechó para sumirse en sus pensamientos, sobre todo en mirar con disimulo a Donna, quien continuaba cerca de una de las entradas del comedor mirando hacia la nada al igual que Nicolao.

—Hay algo de lo que también necesitamos hablar. —Levantó la voz Patrizia Cocci sacando a Fiore de su ensimismamiento—. Es acerca del muchacho al que asesinaron.

—Ese chico nos robó, nosotros lo atrapamos y ejecutamos. Es un procedimiento bastante básico. —Respondió Timoteo sin darle importancia.

—Pero, no lo es torturarlo antes de matarlo. Solo quiero saber si fue por el robo o hubo algo más personal en su muerte.

Timoteo dirigió su mirada hacia Fiore, quien bajó la mirada hacia el plato de comida sin querer volver al tema del que se hablaba. Ojalá entendieran que odiaba ese tema y si fuera por ella lo sepultaría para no volver a hablar de eso.

—Antes de pertenecer a su familia, ese muchacho estuvo a punto de matar a mí esposa. —Contó el hombre con congoja fingida y tomando una de las manos de Fiore entre las suyas—. Había estado buscando desde que lo hizo.

—Ya veo. —Musitó fijando sus ojos sagaces en la figura de Fiore—. Lamento mucho lo que le ocurrio, señora D'agnolo.

—Gracias.

—Sin embargo, mí familia está exigiendo una compensación por la tortura a la que se le sometio. Vi el cuerpo cuando lo devolvieron. Una imagen horrible.

—No dirás que mí esposa debe morir, ¿Verdad? —Gruñó Timoteo de manera amenazante. El ambiente en el comedor había cambiado para peor y la tensión podía cortarse con un cuchillo.

—Claro que no, solo comento lo que mí familia ha estado diciendo. Mí hermano era un imbécil, pero debo admitir que tenía razón. —Explicó bebiendo de su copa de vino, la cual no dejaba de llenar—. No puedo dejar que esto salga impune.

La mujer comenzaba a mostrar sus verdaderos colores actuando como si la situación le divirtiera en sobre manera. Paseó su mirada por la pareja para después fijarla en los guardaespaldas con una sonrisa que le causó escalofríos a Fiore.

—Podría quedarme con su lindo guardia. No morirá, pero no prometo que salga ileso. —El rostro de Nicolao se puso pálido al escucharla. No dijo nada y Fiore sabía que aceptaría en contra de su voluntad cualquier castigo que la mujer Cocci le impusiera, sin embargo, ella no permitiría que lo lastimaran, por lo que decidió aceptar el castigo.

—No es necesario que Nicolao sea lastimado. Puede hacerlo conmigo. —Irrumpió Donna mirando al frente sin mostrar un atisbo de miedo por lo que podría suceder. Fiore no podía decir lo mismo ya que de inmediato sintió como si el mundo cayera a sus pies.

—No soy quisquillosa, puede ser cualquiera. —Añadió Patrizia mirando a la joven por sobre su copa.

—Ella no...

—No lleva mucho tiempo en la familia, así que no veo problema con ello. —Dijo Timoteo sin mucho interés. Entendía el asunto por el que estaban ahí y como alguien debia ser castigado como lo dictaba la "ley".

—Perfecto. Entonces, si me disculpan debo llevarla a un lugar más privado. —Exclamó la mujer dando por terminada la reunión—. Espero con ansias a dónde nos llevará esta unión.

—Lo mismo digo. —Sonrió el jefe de la familia D'agnolo estrechando su mano. Parecía que solo Fiore estaba hecha un manojo de nervios por lo que posiblemente le ocurriría a Donna en manos de aquellos rivales vueltos aliados.

Ave Enjaulada (Placeres Desconocidos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora