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—Hana, Hana... —repetía una y otra vez el joven Park mientras miraba el mensaje en su celular, aun no lograba conectar las pistas que tenían, su camino se veía oscuro y no sabía si un acantilado lo esperaba al final de este.

—No lo entiendo, ¿por qué dice ser nuestro guardián? ¿Quién es y qué quiere? ¿Por qué parece estar en todo lugar y momento y a la vez en ninguno? —se preguntó Taehyung dejando un vaso de agua frente a su mejor amigo y tomando asiento a su lado en el sofá, Namjoon estaba dándose un baño y los demás chicos estaba haciendo trámites correspondientes a su clan, la mafia era un trabajo de tiempo completo a pesar de las comodidades. —No sé si debemos temerle a él, a Yoon o a quien sea, ni siquiera sé si quien nos ataca es el tal fiel guardián o una persona diferente.

—Tal vez la persona que nos ataca sea un peón más en su juego de ajedrez, parece que no se mancha las manos porque sí y con sus mensajes ha buscado aclarar que no es él el responsable directo de todo esto, pero estoy seguro de que está involucrado, está jugando con nosotros. —pronunció el pelirosa con rabia, odiaba que lo consideraran una ficha más, él no pertenecía al juego de otra persona, era dueño del suyo propio y odiaba que el desconocido se estuviera burlando en sus caras al saber tanto de ellos y obligarlos a tomar sus migajas, casi arrodillándose ante él. —Juro que cuando pueda encontrarlo lo haré ponerse de rodillas para que confiese toda esta mierda, no puedo creer que un jodido loco se divierta con esto. ¡Nuestra familia tuvo que escapar! ¡No veo ni hablo con Soobin hace meses! He perdido todo, dios, ni siquiera sé si tú y Namjoon están seguros, parece ir un paso adelante y, aunque dice protegernos, nos deja caer y cada vez el golpe se vuelve más fuerte; los chicos están expuestos a todo tipo de peligros, no saben ni la mitad de las cosas que están sucediendo y están entrando al juego totalmente a ciegas mientras se paran frente a nosotros para protegernos. No es justo, maldita sea, no quiero esto... no quiere preocuparme por cuál será el próximo movimiento, por sí moriré a manos de un desconocido, de mi prometido o de la mafia, no quiero perder más personas. No quiero esto, Tae, estoy... estoy cansado. —confesó el joven Jimin, moviendo sus manos de un lugar a otro en busca de las palabras correctas, en busca de aire y calma para su cuerpo, en busca de consuelo y un lugar seguro, porque ya no creía soportarlo más, no podía, el peso en sus hombros lo estaba superando y ya no sabía si la mejor decisión sería seguir con el plan o exponerse y entregarse a sus enemigos, esperando quien tenía la valentía de atacar primero ya que en ese juego no podían sobrevivir dos reinas y él estaba a punto de entregar su corona con tal de proteger a su equipo, con tal de detenerlo todo, acabar con la guerra y descansar.

Necesitaba un descanso.

Taehyung no pudo encontrar las palabras correctas porque no sabía cómo alentar a su amigo cuando podía sentir lo que él sentía, cuando lo compartía, cuando no podía asegurarle una salida que les garantizara la felicidad, él también estaba perdido en medio del bosque, la lluvia no paraba y su cuerpo pedía a gritos un descanso. Pero no quería ver a Jimin, su Jimminie, caer, era su chico, su hermano, consejero, socio, mejor amigo y alma gemela, por más que él estuviera en el fondo de su mente, no dejaría que el chico de cabello rosas cayera también, lucharía por subir y mantenerlo en la superficie por más de que se estuviera ahogando, lo haría por él porque sabía que Jimin haría lo mismo, ninguno se dejaria hundir y ahora no lo harían, porque estaban juntos. Aunque Kim no pudiera decirlo, lo abrazó, con fuerza, con sentimiento, con dolor pero, sobretodo, con esperanza, la esperanza que guardaban desde que eran niños, aquella que les aseguraba que si estaban juntos todo estaría bien, no importaba si ocurría una apocalipsis porque ellos se tomaron de la mano y corren por las calles gritando sus canciones favoritas y haciendo planes para el futuro incierto. Estaban allí, juntos, luchando, afrontando todas las balas de frente, podían soportarlo un tiempo más si seguían unidos, porque, aunque sus mentes traicioneras les aseguran lo contrario, ya no eran solo dos contra el mundo, sus amigos les habían demostrado que estaban totalmente dispuestos de tomarlos de la mano y pararse a su lado para recibir las balas todos juntos, que así la barrera era más fuerte, que podían luchar por mucho más tiempo y que los otros estarían allí para ayudar cuando alguno quisiera ceder.

Namjoon había demostrado su cariño, lealtad y respeto hacia ellos, Seokjin estaba más que dispuesto a ayudarlos en todo, Hoseok los acompañaría fielmente a donde fuera, Yoongi pondría en juego su clan en construcción con tal de ayudarlos y Jeongguk cuidaría la espalda de todos. Todos y cada uno de los hombres estaba dispuesto a dar su vida por ellos, a perderlo todo por su amistad y compañía... o amor en ciertos casos, pues los dos amigos habían descubierto mucho con los dos últimos, un sentimiento que tan puro y sincero que parecía irreal, un sentimiento que no creyeron llegar a sentir, pero ahí estaba, presente en sus corazones cuando veían a sus seres amados, cuando los recordaban y sus voces regresaban a sus mentes.

Amor, un sentimiento complicado y con un gran peso como para nombrarla a la primera, pero era hora de aceptarlo, tanto Kim como Park estaban muy conscientes que lo que provocaban Yoongi y Jeongguk en su interior no era simple gusto o atracción, era algo mucho más fuerte que, en vez de describirse con miles de palabras en miles de hojas, se resumía en la palabra amor. Amor, amor, amor saber que amaban cada parte de los chicos, de sus cuerpos, almas y mentes, que besarían cada lunar como cada herida y cicatriz, que besarían sus labios y sus corazones, que unieron sus cuerpos al igual que sus almas, lucharían hombro a hombro por hacer crecer su amor, aquel que se construye cada día con cada roce, conversación, hasta con cada discusión y ellos estaban dispuestos a ello; no importaba cuánto tiempo había pasado desde que se conocían, no importaba si eran jóvenes o no, estaban seguros de lo que sentían y eso era lo que importaba, sus corazones gritaban la verdad y ellos no quieren ocultarla. Amaban a ese par de idiotas y ya esta, cada uno tenía una definición de amor diferente, pero cada una era real y llevaba a nombres en específicos.

Min Yoongi y Jeon Jeongguk.

Nombres que podrían tatuarse en sus corazones antes de que la tormenta llegará, sabían que iban a tomarlos de la mano y decirles lo que pensaban, besarlos mil veces, disfrutar de ellos antes de que la bomba explotará y se vieran obligados a volver a la realidad, pero ahora con compañeros de vida a sus respectivos lados.

La vida era una maldita mierda pero debían disfrutar de los pocos momentos buenos que esta ofrecía, o que el desconocido, bueno, "su fiel guardián" les brindaba antes de tomarlos.

Les Affaires du Park ƪKookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora