Capítulo 31

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Mi cuerpo subía y bajaba mientras intentaba tomar un poco de aire. Ya comenzaba a oscurecer y temía que en la noche me encontrara en aquel lugar. Asustada miré a los lados. Sentía sus pasos, lentos, cada vez más y más cerca. Me arrastré por el suelo y me oculté detrás de la estatua de un ángel que miraba hacia el cielo con las alas desplegadas a los lados. Me agaché lentamente evitando hacer el menor ruido y me revisé la rodilla. Estaba sangrando, no era un corte profundo, pero sí lo suficiente como para dejar un rastro de sangre. Me quité la sudadera y con los dientes arranqué un pedazo de tela. Después la amarré fuerte en la herida. Esperaba que eso fuera suficiente para detener el sangrado.

—Lía, sé que estás ahí, te puedo sentir.

Su voz gutural se esparció por doquier y me aterró la posibilidad de que me encontrara. No podía permitir eso, traía un revólver en su poder. Di una última mirada veloz y me aseguré de que aún se encontraba lejos. Al cerciorarme saqué mi celular y me sequé las manos antes de tocar la pantalla. Estaban temblorosas y sudadas. Marqué el primer número que vi, el de Lucas el pelirrojo, él me podía ayudar. Sonó dos veces, al tercer tono lo contestó.

—Dime, Lía. —En su voz se escuchó un tono de reproche. Seguro estaba enfadado por no haber ido con él a la fiesta.

—Ayuda —Susurré —Me quiere matar, tiene una pistola...

—Habla más alto, estoy en la fiesta de Maili, no te escucho.

—Me están persiguiendo... —No logré terminar la frase, el celular se quedó sin batería. Para colmo sonó. La notificación de apagado se escuchó demasiado alto y me asusté.

Entonces lo vi, estaba frente a mí y sus ojos rojos me enfocaron. Fue la mirada más fría y llena de odio que jamás me habían dado. Parecía ido de sí. La pistola seguía en sus manos y supe que aunque mi cuerpo se negara a hacerlo porque había entrado en pánico lo debía hacer. Me puse de pie y corrí, corrí lo más rápido que pude. Sus zancadas se escuchaban cada vez más cerca y el sonido de mis converses chirriaban por el suelo. Doblé en una esquina y salté por encima de una lápida. Nunca había corrido tanto. Estaba sin aliento y mi cerebro no dejaba de emitir pitidos de alerta. Sentía los latidos de mi corazón en mi cien. La sangre caliente me brotaba de la herida y sabía que si salía viva de aquel lugar iba a tener que ir al hospital. Lo peor era que en aquel lugar no había nadie. ¿Qué iba a hacer alguien a las 6 de la tarde en un cementerio? Seguramente había algún guardia, con esa idea me vi tentada a gritar y pedir ayuda, pero mi voz se ocultó en lo más profundo de mi garganta.

De pronto se escuchó un disparo y me paré en seco frente a un callejón sin salida. Estaba perdida, sentí como su respiración se entrecortaba detrás de mí. Lentamente me di la vuelta y estaba ahí, a dos metros de mi igual de cansado que yo. El cabello se pegaba a su rostro sudado y al levantar la mano su pistola me apuntó. Nunca antes me había sentido tan débil e insignificante como en ese momento.

—Te tengo. —Dijo y sonrió...




Un día antes.

—¿Qué quieres decir con eso? —Me preguntó Maria. Me encontraba en la universidad. Habíamos decidido pasar de las clases y nos fuimos a las gradas para hablar de los últimos acontecimientos.

—Que la principal sospechosa de la muerte de Lucas Dicelmo es Megan. Según lo que me informaron encontraron el arma homicida en su habitación.

—¿Encontraron? —Frunció el ceño.

—Sí, hicieron una llanada anónima y la denunciaron con la policía.

—Eso es demasiado obvio y estúpido. ¿A quién se le ocurre guardar la navaja con la que asesinó a alguien en su propia habitación?

Buscando al chico de Wattpad.©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora