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Capítulo 32

Una hora antes...

En cuanto puse un pie en casa de Adrián su perro me empezó a ladrar, al parecer no le caía nada bien. Su dueño no tardó en asomar la cabeza por la puerta y le ordenó que se estuviera quieto. El perro acató la orden, pero no me quitó la vista de encima en ningún momento en el trayecto hasta la puerta de la entrada. Al ver bien a Adrián di un respingo. Su cabello negro estaba más desgreñado que de costumbre y sus ojos parecían apagados. Todo su ser gritaba a viva voz que no se encontraba bien.

-Creí que no ibas a venir. -Me dijo no con muchos ánimos.

-Ya sabes como soy. Si no venía no iba a poder dormir jamás pensando en lo que me tenías que decir.

Sus labios forzaron una sonrisa y con la mano me indicó que me sentara.

-Lía, sabes lo que siento por ti. Desde un principio cuando te vi aquí frente a mi casa me vi deslumbrado ante todo lo que proyectabas. Si me alejé en estos últimos días fue porque no quería ponerte en peligro. Sabía que Megan estaba ocultando algo, lo supe desde que te empezó a amenazar. Al principio pensé que era porque tenía celos de mí. Pero su obsesión por ti iba más a allá de eso. Te quería destruir como mismo lo hizo con Lucas Dicelmo.

Las últimas palabras resonaron en mi mente y fruncí el ceño antes de hablar. -¿Estás diciendo que fue ella quien lo asesinó?

-No lo quería creer, me negaba a pensar que Megan fuera una asesina. Era ilógico pensar eso de una chica como ella. La conozco desde hace años y nunca le hizo daño a nadie. Pero algo cambió desde que se relacionó con Lucas, él le hizo mucho daño.

-¿Cómo sabes que fue ella? ¿Cómo sabes que no está siendo víctima de un malentendido?

-Lo sé porque yo mismo la denuncié con la policía. La noche en la que desapareció Lucas me encontraba en la residencia con Archi y Milton conversando. Fue cuando recibí una llamada de ella invitándome a cenar en una cafetería a las afueras de la ciudad. Cuando llegué estaba inquieta, caminaba de un lado a otro y no paraba de revisar su celular. Le pregunté si le ocurría algo y lo negó. Estaba tan nerviosa que derramó su jugo en la mesa. Después de cenar me pidió que la llevara a la residencia porque le dolía la cabeza. Creo que me utilizó como su coartada. Quería que la vieran en público conmigo para no ser sospechosa de nada. Después de esa noche desapareció Lucas Dicelmo y mis sospechas empezaron.

-Esa es una acusación muy grabe. Deberías ir a la policía... -Lo interrumpí.

-Ya lo hice, llegué hace un rato de allá. En estos momentos están tramitando el traslado de Megan a una prisión de mujeres. Al fin se hizo justicia. -Sus ojos se llenaron de lágrimas y me senté a su lado para darle un abrazo. -Nunca pensé que Megan podía ser capas de hacer algo así...

-A veces los asesinos más peligrosos son los que no lo parecen. -Repetí la frase que me había dicho Maria el día antes. -Sé que no debió ser fácil para ti, pero te aseguro que hiciste lo correcto.

-Lo sé, se lo debía a Lucas, él fue un gran amigo. Siempre que lo necesité estuvo ahí para mí. No merecía morir de esa forma.

-Lo importante es que se hizo justicia...

Me quedé en silencio porque había algo que no encajaba en todo lo que me acababa de decir. Algo se me había escapado lo que no sabía qué, como cuando lees un libro y tienes la sensación de que al escritor se le pasó un detalle que puede cambiar la historia.

-Ahora quiero ir a despedirme de él. ¿Me quieres acompañar al cementerio? Sabes que su funeral fue privado y no pude estar en la ceremonia de la Universidad. Por eso quiero despedirme y llevarle algunas flores.