Capítulo 33 Final.

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Nos encontrábamos en el anfiteatro. Estábamos celebrando el acto de fin de curso. Yo estaba en el último de los asientos observando como la directora daba el discurso de clausura.

—Como sabrán este no fue un curso normal. Nos vimos envueltos en una terrible tragedia, la muerte de uno de nuestros más queridos estudiantes. No fue fácil para nosotros, pero supimos salir adelante y se hizo justicia. Por eso en el día de hoy le quisimos hacer un pequeño homenaje a Lucas Dicelmo. A partir de este momento nuestra biblioteca va a adquirir su nombre. —Todos empezamos a aplaudir e imaginé que Lucas estaba entre nosotros sonriendo. Nunca logré imaginarlo de otra forma. Solo fue una víctima de las circunstancias, quizás por el desprecio que sintió por parte de su padre creyó que estaba en el derecho de pasar por encima de los demás y no vio que estaba despertando el monstruo que dormía dentro de su mejor amigo. Hablando de Adrián, él se recuperó en un hospital. La herida de bala no afectó ningún órgano. Según el testimonio de los policías le dispararon porque me iba a disparar por la espalda. En estos momentos está preso, va a estar ahí por mucho tiempo. No sé que hubiera sido de mí si no hubiera tenido el descuido de no colocar la llamada de mi profesor. Por esa llamada supo que estaba en el cementerio y llamó a la policía.

Volví a centrar mi atención en lo que la directora Blanca estaba diciendo. —Para algunos de ustedes hoy termina esta etapa de sus vidas y comienza otro largo camino, sepan que les deseo todo lo mejor de este mundo. —Observó a los estudiantes que se acaban de graduar y después volteó la cabeza hacia nosotros. —Y a ustedes les deseo unas hermosas vacaciones. Nos vemos en dos meses. Hasta entonces.

Los aplausos tomaron el lugar y de esa forma terminó todo. Con los gritos, silbidos y aplausos de todos los estudiantes.

Al ponerme de pie observé lentamente a mi alrededor buscando a alguien conocido, pero eran muchos estudiantes, padres y profesores así que me encaminé hacia la salida para ir a la residencia. Tenía unas maletas que hacer y unas despedidas que dar.

Parecía mentira que ya hubiera terminado mi primer año universitario. Tenía sentimientos encontrados. Quería que acabara todo para tomar un descanso y regresar a mi casa, pero al mismo tiempo no me quería ir. Aquel lugar se había convertido en mi hogar. Mis amigos se habían vuelto mi familia. No sabía cómo iba a vivir dos meses sin todos ellos. Sin dudas terminaba un ciclo de mi vida, pero no podía decir que ese era el final. Me faltaban un par de años todavía.

—Lia —Al fin te veo. —Me dijo Megan detrás de mí.

Me di la vuelta y la vi. Estaba sentada en las escaleras que daban a la entrada de nuestra residencia. Como iba a toda velocidad sumergida en mi mundo interno no la vi.

—Megan. —La saludé no muy entusiasmada. A la persona que menos quería ver en ese momento era a ella.

—Te quería pedir disculpas por todo lo que te dije. Me dejé llevar por mis sentimientos y no vi que te estaba haciendo daño. No fue mi intención que te sintieras mal por lo de tu enfermedad.

Subí las cejas y sonreí. —Megan, nunca me hiciste daño, el daño me lo hice yo misma por darle importancia a tus palabras. Eso es un error que jamás cometeré. Si quieres que te diga que te perdono para poder dormir tranquila, descuida, te perdoné dos días después de lo que me dijiste en la fiesta. No suelo guardar sentimientos negativos en mi corazón.

Dio un paso hacia atrás y pestañeó varias veces procesando todo lo que acababa de decir y al final dijo. —Nos vemos, Lía.

—Nos vemos, Megan.

En cuanto se marchó me di un apretón de mano mentalmente. Sabía que estaba mintiendo, sus disculpas no eran sinceras. Con Adrián aprendí a no confiar en las palabras de todo el mundo. Al final seguí mi camino para ir a mi habitación. Al entrar me encontré con Maria. Estaba sentada en el salón viendo algo en la Tv.

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