Capítulo 14

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-Ya estoy aquí. ¡Dios! ¿Qué te pasó? -Musitó Maria frente a mí.

Las dos estábamos en nuestra habitación. Como era fin de semana me había quedado hasta tarde leyendo y analizando "El guardián entre el centeno"

-¿Qué tengo?

-Tienes más ojeras que un oso panda.

-Los osos panda no tienen ojeras, eso negro son sus manchas. Y estoy así porque estuve toda la noche leyendo. Una vez que comienzas este libro no lo puedes soltar.

-¿Descubriste alguna pista?

Abrí el libro en la parte que había marcado con un marcapáginas y leí en voz alta. -"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Solo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarles. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura."

-¿Qué tiene que ver eso con Lucas? -Miró la parte que estaba leyendo y frunció el ceño. -Oye, no le hagas marcas a los libros. ¿Te has puesto a pensar cuántos árboles pueden haber desaparecido para hacer ese libro?

Puse los ojos en blanco. -Yo no marqué eso, a lo mejor fue NoSoyLucas, y no lo digo porque sea la única frase marcada con rotulador en todo el libro sino por su significado. Quizás ese también sea el sueño de Lucas Dicelmo. Ser el guardián de todos sus lectores, ayudarlos para evitar que caigan en el abismo que él cayó.

En ese segundo me vino a la mente lo que me contó Lucas el pelirrojo la noche que entramos a la casa del profesor. "Era raro, solía mantenerse alejado de todos y pocas veces sonreía." Fuera lo que fuera que le había sucedido a Lucas Dicelmo lo afectó de tal modo que decidió escribir sus historias para darle fuerza a todos los que estuvieran sufriendo como él.

De pronto Maria abrió la puerta y al entrar cerré el libro de inmediato.
Al vernos se quedó observándonos.

-¿Chicas qué hacen?

-Nada, solo estábamos hablando. -Contestó Maria.

Sentándose en la cama a nuestro lado preguntó. -¿Sobre qué?

-Lía, yo confío en Rebe, deberíamos contarle. -Miré a Maria con odio y antes de darme tiempo a decir nada habló -Lucas el pelirrojo y Lía se besaron en la fiesta de Archi. Aunque la chica aquí presente huyó cual cenicienta después del beso. Lástima que no dejó ningún zapato. Hubiera sido genial.

Suspiré aliviada, no quería que nadie supiera nada sobre mi investigación. Por lo menos no las personas que había mencionado Megan.

Rebeca me observó con una mirada pícara Ambas esperaron a que dijera algo.

-Solo fue un beso. -Recordé lo ocurrido y me vi en la obligación de tragar en seco.

-Pero te gustó. -Sentenció Maria.

Rebeca me observaba atenta.

-Sí, creo. La verdad es que no sé. Todos estábamos borrachos.

-¿Y Adrián?

Miré a Rebeca y la que contestó fue Maria otra vez. -Ese está con el corazón roto. Lo vi cuando te vio besando a Lucas y parecía destruido.

-¿Oye, tú me estabas espiando?

Maria se encogió de hombros. -Después de que don armario se cansó de mí y se fue no tenía nada mejor que hacer.

-Creí que te gustaba él. -Cambié de tema descaradamente.

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