Capítulo 13: Sufrimiento

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Esa palabra era  lo más difícil que había hecho en mucho tiempo, el poder articularla me había roto por dentro.

-Gracias -dije al fin con la voz entrecortada afectada por las palabras de mi jefe y amigo.

Sin levantar mi cabeza di un paso hacia atrás dejando caer las manos de Tom-san al espacio vacío que había a su lado, alejándome de aquel calor reconfortante para sumirme en la soledad que profesaba mi apartamento en cada rincón de su construcción. Salí por la puerta llevando la verdad en mis manos, esa que todos preferimos ignorar.

Me quedé de pie fuera de la oficina un rato intentando contener el dolor que ebullia en mi interior que amenazaba con convertirse en odio y furia hacia mí mismo; sentía que mi mandíbula se rompería en cualquier momento y que mis dedos se fundirían con mis palmas formando un puño eterno, sentimientos que ni siquiera era consciente de conocer, me estaban embriagando llevando mi autocontrol a su límite. Imaginar a mi hermano fue lo único que me dio paz. Mi familia.

Levanté mi cabeza un poco recuperado y caminé hacia mi cuadrado cubículo llamado hogar. Evite la multitud, busque los lugares más solitarios tanto por personas como por problemas y aunque en Ikebukuro eso era casi imposible, lo logré. Llegué a mi casa, a mi miseria, a mi recuperación.

Efímero o no era algo que tenía que enfrentar; sin mucha gana abrí aquella puerta golpeada y gris que me separaba de mi reflexión; cuando entré sentí como el peso de mi pasado se acumulaba en pensamientos dolorosos que esperaban ser curados con la misma rapidez que sanaban mis heridas físicas; aquel pánico me invadió y por un momento me faltó el aire. Me sentía solo, nadie podía ayudarme en esto, tenía que solucionarlo solo. Arreglar mi lodazal.

Era débil, muy débil.

-Maldita sea- grité al aire- ¡Maldita sea!

Caminé hasta mi cama con la cabeza llena de ideas y recuerdos, palabras y frases, sentimientos casi tangibles, sin saber muy bien por donde comenzar a arreglar lo que tenía que arreglar. Me sentía desarmado; como en otro mundo, y tal vez así fuera. Un mundo paralelo, donde yo no era violento, donde yo era un idiota llorón y pesimista, donde yo no odiaba a la Pulga; y tal vez fuera mejor ese mundo, tal vez ahí no tendría este hueco en el pecho, tal vez ahí no estaría en este lodazal de verdades.

Mi lucha interna tomaba forma quemando y curando una y otra vez mi alma desecha por las palabras, cada recuerdo y reflexión, cada decisión tomada se albergaban como una nueva cura en mi interior ayudándome a encontrar mi paz y salvación; él miedo quedó en el olvido y aunque no fue fácil, mis prejuicios y males fueron superados.

Lloré, grité, rompí,  todo una y otra vez, no sabía ni qué día era; al verme al espejo solo notaba la espesa barba que ahora cubría mi cara y los grandes círculos negros que rondaban mis ojos rojos y cansados,  no quedaba ni rastro del Shizuo que conocía; aquellas palabras de alguna manera lo habían destrozado. Y entonces me levantaba sin saber ni que hora o día era, y pensaba en la Pulga, y en Tom-san y en mi hermano y en mi vida. Estaba cansado.

La pulga. Si me detenía a pensar en Izaya de una manera más profunda, lo podía definir como un mal necesario. Izaya de alguna manera siempre estaba a mi alrededor; aún si su cuerpo no estaba presente, su presencia se daba a través de otros, de cosas, de lugares, de mis problemas, de mi rabia, de mi odio,...de mis miedos, siempre rondando y sofocando hasta el punto que si lo pensaba ahora, ya me había acostumbrado a él y a las consecuencias que acarreaba tenerlo de enemigo, y por supuesto, no podría matarlo. A pesar de que sería mi enemigo eterno, él ya formaba parte de mi vida, era un mal necesario.

Y entonces,  ¿ qué buscaba de él?  ¿Por qué siempre corría a "matarlo" si en realidad no quería eso?  ¿Por qué había tenido ese sueño?

Nada dura para siempre, ni siquiera las cosas malas, todo tiene un principio y un final, depende de nosotros cuán largo queremos que sea y en qué situaciones y circunstancias queremos que perdure. Entonces, si mi mente y yo éramos concientes de eso, ¿por qué insistía en seguir hundiéndome en mis cavilaciones? La respuesta era fácil, odiaba sentirme débil y estúpido. Tom-san me había hecho entender cuán estúpido me veía con cada una de mis acciones, me había hecho reflexionar sobre eso; por donde fuera que mirara en mi cabeza aparecía Izaya en algún sitio, conectándose con todas mis acciones y reacciones. Eso me desesperaba y me hundía más. No entendía que sentía hacia él, que era lo que me despertaba realmente. Yo ¡lo odiaba! si, lo odiaba... ¿pasado? ¿presente? Mierda.

Y fue así como me decidí; encontré respuesta a mis otras reflexiones y ensimismamientos, absolutamente todas; había hallado un punto medio y satisfactorio, esa fuerza que buscaba la había encontrado, pero cuando llegaba Izaya a mi mente simplemente, el desconcierto, el vacío, la duda, el miedo y todo aquello que sentía antes volvía, y por más que intentaba encontrar una respuesta a la importancia de su existencia en mi vida más allá de lo que ya sabía, no podía, siempre me quedaba estancado y con un vacío en el estómago. Y me dí cuenta. Tenía que verlo.

Superada la mayoría, necesitaba encargarme del último. Cómo si la duda me impulsara, me levanté y tomé una ducha dejando que el agua se llevara toda la suciedad acumulada durante esos días. Afeite mi oscura barba y me vestí con lo usual. Antes de vestirme noté en el espejo que mis heridas estaban completamente cicatrizadas, ahora solo estaban allí como un recuerdo más de Izaya, uno más que me atormentaba; supuse que habían pasado muchos días, más de los que creía. No tenía teléfono, ni calendario, no tenía mi ropa, ni mis gafas, todo lo tenía Izaya. Otro motivo para verle.

Pensé en lo que debería hacer primero. Me organicé. Antes de salir de casa hice una lista mental de todo lo que debería llevar a cabo, lo hice por orden de prioridades. La primera y primordial, fue saber la hora y la fecha. No tenía ni idea cuanto tiempo había pasado desde la charla con Tom-san, a duras penas sabía que era por la mañana. La segunda... Ya vería la segunda.

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Continuará

(Bueno, este es corto pero por eso lo publiqué hoy (ayer publiqué) . Sentía tanta culpa por dejar a Shizuo en ese estado, que tuve que publicar como salía de el de inmediato jaja :D nos leeremos la otra semana, como siempre, espero que les guste)

1. Si pudiera matarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora