Capítulo 12: Caída

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Conté toda la historia a Tom-san con detalles, todo como había sucedido, sin faltar un solo parpadeo, hasta que llegué a mi sueño y sus horribles sucesos posteriores.

Me detuve en seco, no había pensado en mentirle a Tom-san; siendo sincero, me había olvidado de eso con todo el asunto de mi "escape"; no sabía qué decirle, yo no sabía mentir.Así que decidí omitir los sucesos y detalles de ese trayecto de la línea de tiempo, esas últimas horas, vergonzosas y malditas, contando así sólo la destrucción del departamento de Izaya y luego mi huida.

-Eso es todo. -Declare falsamente - luego tu pagaste mi taxi, y aquí estoy.

-¿Le rompiste el brazo a Izaya? - Preguntó - ¿Orinaste su oficina? ¿Hiciste que se desmayara?, ¿de verdad estabas drogado? - Sus codos se apoyaron incrédulos sobre el escritorio.

-No lo rompí, según él estaba fisurado - gracias a la vida misma Tom-san no se percató de mis mentiras. Perdón, de mi omisión de información.

-A eso me refiero. - Se acomodó sus gafas- hiciste todo eso estando drogado, no me imagino como estaría Izaya si no lo hubieras estado.

-Estaría muerto, eso te lo aseguro. -Eso decía, pero en realidad no estaba seguro de cómo reaccionaría si viera a la Pulga ahora.

-No lo dudo. -Se recostó contra el espaldar de su silla y vio al techo- En realidad Izaya fue muy inteligente al irse del apartamento antes de que se te pasara el efecto. -concluyó - Es cierto que el se confió contigo, debe estar enojado, no pudo torturarte tanto como quiso, y para rematar le rompes un brazo y lo noqueas. -Dio un suspiro largo.- Sinceramente no sé por qué te dejó comida.

A decir verdad, yo también creía que Izaya había actuado raro en esa ocasión, no era propio de él ayudar a otros y menos a mi.

-Ya lo sé - le respondí - igual merece que lo mate.

-Izaya debe querer morir realmente - Tom-san arregló sus gafas- nadie te hace a ti eso sin esperar morir a cambio.En eso tenía razón y más si se trataba de aquella pulga traidora. Su comportamiento había sido extraño en todo sentido, cruel y amable, nunca un extremo, siempre neutro, y tan indefenso que había sido derrotado teniendo que retirarse con el rabo entre las patas.

No me importaba si había sido "amable" o "considerado", para mi él ya estaba muerto.

-¿Y tus heridas? -Preguntó Tom-san algo preocupado -¿No se infectaron?

-Están bien, todas están curándose muy bien- dije cansado de hablar del tema- Ya están cicatrizando, excepto la de la pierna izquierda. -Metí mis manos en los bolsillos del pantalón y me desperecé en la diminuta silla en la que me encontraba.

-Deberías revisarte eso- sugirió -ojalá y no se infecte.

-Solo tengo que esperar un par de días más para asegurar que ninguna de las heridas que tengo se vuelvan a abrir, luego iré a matar a esa pulga.

-JaJaJa - rió Tom-san -Shizuo, Cálmate, no maltrates tanto tu cuerpo.-pidió -Acabas de salir de una parálisis de tres días, además de estar herido, y se que tu cuerpo no es normal, pero imagino que después de sufrir esos golpes, drogas y heridas, tu cuerpo necesita tomarse un descanso. ¡Es obligatorio!

-No puedo hacer eso Tom-san, tengo que ir a buscarlo, lo siento.

-Perfecto- su rostro se enserió - por favor no pienses en volver. Estás despedido.

No me esperaba eso, Tom-san nunca había hablado conmigo de esa manera, nunca me reprendió por meterme en alguna pelea o por perseguir a Izaya, pensé que él me comprendía... Izaya era diferente.

Abrí los ojos sorprendido por su comentario inesperado, me quede estancado en la silla como pegado, estático; mi corazón dio un vuelco estupefacto. Yo no podía dejar de trabajar con Tom-san, no podía.

-Tom-san...

-Shizuo, si lo único que planeas es desobedecer para cumplir tu venganza, deberías renunciar, de lo contrario, yo te despediré.

-Pero, Tom-san - No lograba articular nada, estaba en una situación en la que jamás pensé estar.

-Soy tu jefe; te ordeno cosas, no las cumples, y si, somos amigos, pero esas dos son cuestiones separadas. ¿Qué me queda? Despedirte.

-Ey, Tom-san, no bromees -solté una risita nerviosa, no lo creía, tenía que ser un sueño, yo no podía estar escuchando eso.

-Te parece que estoy bromeando Shizuo? - Se puso de pie y metió las manos en sus bolsillos, su mirada era fría y seria. Estaba hablando en serio.

Me quedé sin habla, mi semblante cambió, mi cuerpo se vio invadido de un miedo inexplicable, mis manos temblaban al intentar imaginar aquello que acababa de escuchar, Tom-san no podía hacerme eso.

-Vete Shizuo. -Ordenó - Desde este momento puedes hacer lo que quieras.

-No,...-No podía creerlo, no sabía qué hacer, matar a Izaya o mantener mi trabajo y a mi amigo.- Tom-san, espera, yo no quiero irme. Necesito el trabajo.

-Ese no es mi problema - miró hacia la pared -Si tú haces lo que te da la gana, yo también lo haré.

-Para, Tom-san - rogué - No puedes despedirme, por favor.

-Claro que puedo Shizuo.

-Tom-san, te prometo que no iré a buscar a la pulga hasta que esté recuperado, pero por favor, no me despidas.-Me puse de pie para poder verlo a los ojos.

-Ese no es el punto Shizuo. -parecía decepcionado -En este momento accediste solo porque te amenacé con despedirte, de lo contrario estoy seguro que habrías hecho lo que te diera la gana. Tu nunca piensas nada de lo que haces, solo actúas, eres impulsivo y por eso Izaya pudo hacer lo que hizo. Quieres matarlo por lo que te hace, pero no te das cuenta que el te manipula a su antojo. Posiblemente el te mate primero.

Me quedé paralizado ante aquella nueva revelación. Esa verdad que nadie quiere escuchar, estaba ante mí siendo expuesta cruda y ferozmente, haciendo que mi pecho tuviera contracciones de... ¿Dolor? ¿Miedo? ¿Soledad?. No lo sabía, todos se mezclaban de tal manera que me destrozaban por tramos, desangrándome lenta y dolorosamente hasta el punto que no pude identificarlos. Todo en un segundo.

Apreté mis puños dentro del pantalón, mi mirada bajó a mis pies en un intento de esconder el dolor que amenazaba con escapar en forma de ¿lágrimas?, no, no lo creo, yo no era de llorar.

-Shizuo -habló Tom-san - por supuesto que no te voy a despedir -Me tranquilizó - Eres el mejor guardaespaldas que se puede tener, y aún si no haces caso muchas veces, eres un excelente empleado y persona; no tienes nada que envidiarle a Izaya, es más, me atrevo a decir que el te envidia a ti en todo, desearía ser tu, pero como no puede se dedica a fastidiarte. Shizuo, eres superior a él, no dejes que te maneje.

Sus palabras me calaron tan profundo como fue posible, me sentí estúpido, sabía que tenía la razón, mi corazón parecía no soportar esa impresión y me congelé en aquel lugar a su lado esperando alguna otra reacción de su parte, y alguna reacción de mi cerebro que seguía negándose a aceptar lo que mi corazón ya tenía claro, tal vez porque para mi cerebro, el dolor de mi corazón ya era suficiente como para aceptar uno nuevo, aquel dolor de la razón. Era como si al aceptarlo estuviera negando el sentido de mi existencia totalmente.

Aunque ciertamente sentí paz. Conservaba a mi amigo. Conservaba mi trabajo, pero el dolor seguía presente,más de lo que hubiera querido.

Tom-san pareció percibir todo eso y fue él quien decidió tomar la delantera y hablar lo que yo no podía.

-Shizuo,- dijo al fin- ve a descansar, no te preocupes por el trabajo, yo me ocuparé de todo, pero por lo que más quieras, recuerda mis palabras, descansa y cuando estés bien vuelve aquí, te estaré esperando para trabajar. -Puso sus manos sobre mis hombros - No antes de que tengas las cosas claras, te prohíbo volver antes.

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Continuará

(perdón por la tardanza jaja me he tomado el fin de semana de relajo, espero les guste el capítulo :D hasta en unos días)

1. Si pudiera matarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora