Capítulo 41: Trabajo

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Caminé por el pasillo con mis cosas en la mano; mi mente estaba tranquila, parecía aún no entender lo que iba a hacer o para donde iba, seguía viviendo en el día anterior y en la mañana de ese mismo, y es que ¿Cómo procesar esos recuerdos como pasado, si mi piel seguía sintiendo cada toque de nuestras acciones?

La puerta del ascensor se abría para dejar a alguien, tuve que correr para evitar que se cerrara; cuando estuve de nuevo atrapado por sus paredes y recordé los pensamientos que ya había tenido allí, me di cuenta de que no sabía que iba a ser de nosotros de ahí en adelante, no era como si pudiéramos gritarle al mundo que teníamos una relación, que nos acostábamos, que nos queríamos, empezando porque los dos éramos hombres, además de enemigos. Mi cabeza palpitaba de dolor por cada pensamiento futuro; estaba feliz, había salido de esa casa siéndolo, pero, ¿Y ahora qué?

Caminé hasta la estación de metro más cercana; por alguna extraña razón no reaccioné a diferentes peleas que se me habían presentado en el camino, con una mirada de advertencia o un empujón un poco exagerado me libré de abandonar mis recuerdos.

En realidad me estaba mortificando, aún si me sentía feliz y completo al fin, el futuro me aterraba, tanto por no tenerlo a él como por perder lo que ya tenía, incluso por mi mismo, me daba miedo perder el control algún día debido a sus bromas y cosas que no entendía completamente y que lo atacara, lo lastimara; tenía miedo que se alejara de mi. Cuando reaccioné estaba en la parada que necesitaba.

Salí del vagón un poco enojado por mis pensamientos, estaba interiorizando el asunto más de lo necesario, y es que en realidad nadie tenía que enterarse de lo nuestro. Enemigos, eso era, ante los demás podíamos seguirlo siendo, podríamos evitar encontrarnos en las calles para evitar peleas sobre actuadas o simplemente la Pulga podría dejar de ir a Ikebukuro, nos encontraríamos siempre en su casa. ¡Eso era!

Corrí hasta mi casa. Abrí la puerta de una patada y la cerré de otra, dejé sobre mi cama las prendas que acababa de recuperar y conecté mi celular con rapidez a la corriente que tanto le faltaba. La pantalla se iluminó, a los dos segundos comenzó a prender y fue solo hasta entonces que recordé que no tenía el número de la Pulga, o números, ¿Cuantos celulares tenía en realidad?

Lancé la lámpara contra la pared por la inyección de furia momentánea, lancé palabras al aire, estupideces y entonces mi celular sonó.

-Estás enojado por no tener mi número en tus contactos, ¿verdad?

Aun sigo sin saber cómo lo hace, pero siempre está enterado de todo.

-Idiota - era un alivio, pero aún me enojaba.

-Guarda el número -Rió - esta bien que tengas este.

-Izaya... -No respondió nada, el silencio fue lo único que recorrió la línea telefónica- No vuelvas por Ikebukuro.

-Ahhh, ya sabía que esto iba a pasar. Así que estás terminando conmigo... -¿Ah? ¿De qué estaba hablando?

-No seas idiota Izaya. Por supuesto que no estoy terminando contigo. -Lo odiaba, de verdad lo detestaba- No se como lo haces, pero logras enojarme con facilidad.

-Más te vale Shizuo, ya estaba planeando tu funeral.

-Arrogante. -Reí en la bocina provocándole un quejido - Nos vemos mañana. Vuelve a trabajar.

-Fenómeno -fue su última palabra antes de colgar.

Guardé el número inmediatamente en mis contactos, miré la pantalla por un segundo, cerré el móvil y lo dejé sobre la mesa de noche; suspiré cuando me dejé caer sobre la que era mi cama, los recuerdos del día anterior inundaban mi mente, mi mirada vagó por el sucio blanco del techo y como si fuera una animación, todo tomó vida allí de nuevo.

Sonreí para mí mismo y me interné en mi apartamento como si hubieran pasado meses de no estar en ese lugar, solo había pasado un día y ya me sentía un extraño en aquel cuadrado y minúsculo cuarto; los recuerdos seguían pasando como una película en el techo, esa era mi casa, pero ya no lo sentía como tal, me faltaba algo, o alguien.

Me sentí un poco contrariado al sentirme de esa manera; el pensar que mi hogar estaba con alguien y no en un lugar en específico era un poco difícil de aceptar, siempre había pensado que uno mismo creaba su hogar y sus recuerdos, sin necesitar de alguien en especial para lograrlo, pero llegado a ese punto, acostado de manera tan descarada sobre la que decía ser mi cama, en la que decía ser mi casa, y sentirme tan incompleto, empezaba a creer que lo que siempre había tenido claro ya no era tan claro, y que mi preciado hogar simplemente ya no era hogar.

Me quedé dormido sin darme cuenta, cuando volví a despertar eran casi las 5 pm. Desconecte el celular ya cargado, me desvestí y tomé una ducha rápida. Tenía que ir a ver a Tom-san.

Cuando al fin estuve listo, marqué el número de celular que ya tanto conocía; Tom-san siempre me contestaba rápido, y esta no era una excepción.

-¡Shizuo!-exclamó- pensé que lo próximo que sabría de ti sería gracias a las noticias. " Atención: un hombre ha lanzado a otro desde un edificio de 20 pisos provocándole una muerte inminente. Se presume que antes lo había torturado brutalmente, pues el cadáver presentaba grandes heridas"-Hizo la voz de un periodista desinformado y estúpido.

-Hola Tom-san...-había marcado su número, pero no tenía ni la menor idea de que le iba a decir.

-¿Y el cadáver?-La pregunta iba muy enserio.

-No existe. -Hubo un silencio incómodo- Tom-san...-¿Qué mierda le iba a decir? y ¿cómo lo haría?

-Te espero en la oficina. Tenemos trabajo, date prisa.

Agradecí mentalmente su discreción. No sabía que me sucedía, yo siempre había sido muy sincero, la honestidad era uno de mis principios y no me importaba herir a alguien con ella, era mejor decir una verdad y no 20 mentiras, las mentiras traían problemas, y eso simplemente no me gustaba, y si lo pensaba bien, no es que quisiera esconderle a Tom-san nada de lo que había pasado entre Izaya y yo, es solo que se tornaba difícil decirlo, no sabía cómo hacerlo.

Corrí a la oficina evitando las calles concurridas, mi mente estaba llena de discursos hacía Tom-san en los que le explicaba todo, no es que estuviera nervioso, más bien incómodo, no sabía cómo reaccionaría cuando le dijera que me había acostado con mi peor enemigo, y que para rematar, lo quería, eso seguro no se lo tomaría tan tranquilamente, era un gran golpe incluso para mí.

-Tom-san... hola.-Tenía la respiración agitada por la carrera- Tengo que hablarte de algo.

-Antes de todo eso que quieres decirme y presiento no quiero escuchar, tienes que saber que Vorona volverá en una semana- ¡ah mierda!, me había olvidado completamente de ella, esto iba a ser un reto sin igual- como siempre, espero que estés a cargo de ella.

>>Por otro lado, ahora no tenemos tiempo, es una orden de arriba, tenemos que ir a hablar con la Yakuza del norte, al parecer hay ciertos problemas con los pagos mensuales, el jefe de la Yakuza del sur se ha enterado de eso y piensa que estamos en un aprieto, y más porque no te han visto últimamente por aquí, así que si quieres evitar muchas muertes, por favor acompáñame.

-Vorona... no hay problema, es mi kouhai-en realidad me hacía feliz estar a su cargo-. Por el otro asunto, lo siento. -Había sido culpa de mis estúpidos duelos, y como no, por Izaya.

-Perfecto, vamos.

***

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Continuará...

(Ya casi se acaban las páginas amores T_T aquí vamos T_T casi se acaba T_T cuatro hojas más y llegamos al final, ¿preparados? yo no mucho... espero que lo disfruten, porque la próxima entrega será la final...

Adelante la entrega un día :D hasta la próxima semana)


1. Si pudiera matarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora