Capítulo 37: Lárgate

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Un vacío entre mis brazos hizo que me despertara; no recordaba dónde estaba, ni qué había hecho el día anterior, ni mucho menos sus acontecimientos, sólo sabía que entre mis brazos faltaba algo. Mi mente se revolvió y me obligó a abrir los ojos; la luz de la ventana entraba al lugar iluminando cualquier rincón y oscuridad existente, las sábanas estaban desordenadas, esa cama era el doble de grande a la mía, las ventanas y el cuarto también, y fue así que recordé todo. Fue así que recordé que era lo que me faltaba entre los brazos.

Mi cabeza dolió y una vez me invadió un miedo irracional, mi pecho se agitó y mis ojos se abrieron de golpe; recordé a Izaya acostado a mi lado, su calor, su cuerpo, recordé todo, en mi estómago se amasó una masa oscura y maligna, esa masa me invadió como un tumor que dejó por todo mi cuerpo miedo y ansiedad, cuando al fin me levanté, mis ojos buscaron en vano por toda la habitación.

No estaba.

Arranqué las cobijas de encima, el sueño se me había esfumado, ahora solo estaba ese miedo que ya había sentido antes; no podía irse, no podía dejarme.

Noté que estaba desnudo, pero no me importó. Corrí por la habitación, el pasillo hacia la puerta principal y las escaleras, me detuve en la cima aún a buscar con la mirada por el apartamento, pero no estaba. La cocina, de nuevo la cocina. Corrí escaleras abajo y solo me detuve hasta que entre a la cocina.

-¡Pulga!-respiré agitado.

-¿Qué? -Ni había volteado a verme, estaba ocupado buscando algo en las gavetas altas, se veía problemático incluso para alguien de su estatura. Él no era de estatura baja, más bien yo era el alto extraño.

Corrí y lo abracé por la espalda levantándolo en el aire, mordí su cuello y apreté fuerte sus costillas. Como un castigo, claro.

-¡Ey! ¡Eso duele! ¡Shizuo! -Gritó por el dolor de sus costillas. -¡Idiota, eso duele!

Lo dejé en el suelo, le di vuelta y lo volví a abrazar, solo que esta vez lo lleve hasta la isla que había en la mitad de la cocina.

-¿Qué mierda te pasa? ¡Quítate! -Estaba furioso, me había lanzado una patada desde su nuevo asiento.

-No te encontré en la cama, pensé que habías escapado. -Agarré su pie antes de que pudiera alcanzarme.

-Idiota, fenómeno, déjame en paz.-sacudió su pie intentando zafarse de mi agarre.

-Es tu culpa. -La furia desapareció y quedó culpa. Me dejé caer sobre él y apoyé mi frente en su hombro. -Disculpa, es solo que pensé que te habías ido.

Izaya suspiró al escucharme, su mano se levantó y acarició mi cabellera. Tenerlo cerca de nuevo era tranquilizador; me sentía culpable por no confiar en él pero Izaya tenía antecedentes que justificaban mis dudas.

-Te dije que no me arrepentiría. -No podía verlo pero sabía que mirada estaba en sus ojos, esa que me decía: eres un idiota, estoy enojado, pero feliz. Pero estoy más enojado.

-Lo siento. -Me levanté de su hombro y me dirigí a sus labios.-de verdad lo siento.

Antes de que pudiera besarle me detuvo, sus ojos eran crueles, estaba muy enojado.

-No lo mereces. Tampoco la taza de café que preparé.

-Pulga... -Ahora quien se enojaba era yo- No puedes impedir que te bese.

-Claro que puedo.-Se veía aún más enojado que antes - No te acerques.

Agarré su nuca e intenté atraerlo hacia mí, pero entonces sentí un filo en mi garganta.

-Me quieres decir, ¿de donde sacas cuchillos siempre?

-Es un secreto. -Rió satisfecho -Ahora Suéltame.

-Ya, tu ganas.-suspiré y me retire.

-¿Aún quieres café? -Preguntó con el ceño fruncido.

-¿Me vas a dar?

-Si, ya está hecho, no pienso desperdiciarlo.

Sonreí de medio lado, lo observé a lo lejos y luego a la gaveta con la que estaba peleando hacía un rato, las tazas para el café estaban muy altas, y aún con su estatura no podría alcanzarlas fácilmente.

Caminé hasta la gaveta y saqué dos tasas, Izaya gritó "idiota" cuando se dio cuenta de la facilidad con la que las bajé, solté una carcajada por su odio caprichoso, ese orgullo suyo siempre me iba a divertir. Serví el café y le brinde una taza, la recibió sin cambiar su expresión seria y revoltosa, ni siquiera dijo gracias; observó un momento el líquido oscuro, tomó un sorbo y salió a la sala. Lo seguí. 

-¿Qué tal si te pones algo de ropa?

-¡Ah!-No recordaba que estaba desnudo- Déjalo, cuando acabé el café me ducho y me voy.

Torció el gesto inmediatamente, su ceño se frunció tanto que pareció una línea.

-¿Te vas?-habló con furia.

-Claro, tengo que trabajar. -Me senté a su lado en el sofá - ¿Aún tienes mis cosas? Necesito mi celular y mi ropa.

-Creo que las incinere. -Tomó un sorbo de su café -eran basura en mi casa.

-I.za.ya.kun...-rompí la tasa con mi café manchando la alfombra -No es cierto, ¿verdad?

Izaya no se había ni inmutado, seguía bebiendo su café como si nada.

-Ahora tendrás que pagar el arreglo de la puerta, la taza y la alfombra. -Tomó otro sorbo de café, su mirada seguía al frente viendo los ventanales gigantes, sus codos en sus rodillas y la taza en sus labios.

-¡Izaya! -Me levanté y me pare frente a él -¿Dónde están mis cosas? -Arranqué su taza vacía de sus manos y lo agarré del cuello.-¿Dónde están?

-Ma...mata...me.-mi mano estaba apretando su cuello sin que quisiera hacerlo realmente, la idea de perder el preciado regalo de mi hermano me estaba volviendo loco.-Eso es lo que debes hacer.

Mi mano se había aflojado a su alrededor, escucharlo decir que lo matara me había golpeado duro; imaginar una realidad sin los enojos que su existencia me generó un dolor indescriptible, imaginarlo muerto había provocado en mí una muerte momentánea. Acuné su cara y lo besé.

-Lo siento, lo siento mucho, Pulga.

-Tus cosas están en mi caja fuerte, la clave es 5-8-7-9-3-0, vístete y lárgate.

-Izaya... -No sabía qué decirle, se notaba que estaba ofendido.  

.

.

.

Continuará

(Supongo que me van a querer matar por el final del capítulo... y por la demora :D jaja lo siento, pero estoy en parciales, y he estado con tiempo para estudiar, estudiar y estudiar, nada más.... ¡Estoy agotada!

En fin, amores espero que les guste y  lo disfruten :) yo les tengo un  notición ,pero no se los pienso decir todavía ;), en fin... nos vemos en una semana amores)

1. Si pudiera matarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora