Capítulo 9: Ilusión

1.5K 187 53
                                    

Orine en el balde, en realidad era algo que agradecía enormemente ya que no lo hacía desde el día anterior ; después, pude dedicarme a pensar en las extrañas decisiones de Izaya, no podía evitar pensar que estaba tramando algo, el no era así, por lo menos no conmigo, los dos siempre nos habíamos jurado matarnos sin importar la ocasión, el momento o el lugar.

Dejé el balde en el suelo dándome cuenta que ya podía mover mi tronco perfectamente. Con prisa intenté mover mis piernas, pero fue inútil, no se movían mucho más de lo que las había movido hacia unas horas. Mi rodilla se limitaba a inclinarse ligeramente, no pasaba de ahí.

-Muévanse malditas, muévanse -grité frustrado mientras las golpeaba con mis puños.

Después de una hora, agotado, agarré la botella de agua y tomé grandes sorbos, no tenía ganas de seguir con mis inútiles piernas así que me fijé en mis vendajes. Eran una pena. Sucios, viejos, rojos y cafés.

Comencé por mi pecho. Un gran cuadrado mal logrado de gasa se encontraba pegado con cinta micropore justo sobre mis costillas. Estaba café y arrugado por la sangre que había absorbido, parecía haber sido mucha, la cinta de los lados estaba ligeramente despegada por el sudor, permitiendo que se levantara dejando escapar la sangre que aquel vendaje improvisado no había podido absorber. Cuando lo retiré vi lo que me esperaba. Una gran cicatriz alargada y deformada a lo largo del camino se dibujaba en mi pecho, curada casi en su totalidad.

Hice lo mismo con el resto, todos variaban en color y tamaño, incluso en forma, pero todas revelaban lo mismo. Aquella cicatriz roja deforme. La última fue la de la pierna que Izaya había lastimado de nuevo. Esa herida estaba abierta, la sangre seca a su alrededor la volvía escandalosa, estaba irritada, cualquiera se estaría quejando desesperado por el estado en el que se encontraba, pero yo a duras penas la sentía.

Agarré tres pañuelos de la caja que me había dejado Izaya, los remoje con agua de la botella y sin ningún tipo de cuidado la limpié.

-Maldita pulga - dije en un susurro- como te atreves a dejarme tan marcado...

Cuando terminé de limpiarlas todas seguí en el hasta ahora inútil intento de mover mis piernas llenándome nuevamente de furia por no poder levantarme. ¿Qué clase de droga era esa? ¿Por qué era tan fuerte?

Después de una larga hora más intentando mover mis piernas al fin lo logré. O por lo menos más que en mis intentos anteriores. Mis piernas podían estirarse, y aunque recogerlas para dejarlas de nuevo en su sitio aún me era imposible, esto era un gran avance.

Me motive a seguir intentando aquel ejercicio que me permitió esa mejoría, ver esos resultados y las ganas de salir de ese lugar formaban una gran esperanza. Sin embargo, estaba tan agotado que no me di cuenta cuando caí dormido de nuevo.

Tuve un sueño. Uno húmedo.

Estaba persiguiendo a Izaya en un lugar que no conocía, parecía una calle alargada y sin fin en la que los edificios se repetían una y otra vez, en esa calle Izaya corría perezoso,parecía que quería ser alcanzado pero por más que corría no podía alcanzarlo, y el que se veía tan vago.

'-Pulga, espera. -Grité agotado.

'-No puedo, necesito ser alcanzado por Shizu-chan.

Me sentía perdido con sus palabras. ¿Necesitaba ser alcanzado por mi?

'-De qué hablas, Pulga? - jadee por el cansancio. - Me dejarás matarte?

La pulga se detuvo provocando que mi pecho se estrellara con su espalda. Cuando me sintió dio media vuelta y me abrazó por el cuello, acercó lentamente su rostro al mío y con más delicadeza de la que habría podido imaginar yo, me besó.

'-Solo si es en la cama. -Gimió aún pegado a mis labios.

La gente que pasaba por nuestro lado parecía no notar nada, ninguno paró a vernos y mucho menos a juzgarnos. Parecíamos invisibles ante los demás.

Yo estaba confundido con aquel beso que para nada me esperaba y que en cualquier situación habría provocado mis peores sentimientos y asco en su forma más pura, pero al contrario de todo lo que pensaba me había gustado.

'-Qué haces Izaya?- No sabía ni por qué le preguntaba ese tipo de cosas si en lo único que podía pensar en ese momento era en llevarlo a un cuarto.

'-Debería parar Shizu-chan? -Pasó la punta de su lengua por el centro de mis labios - yo no puedo hacerlo, quiero que me lleves a tu cuarto.

Y entonces estábamos en mi cuarto.

'-Cómo llegamos aquí Pulga? - Todo había pasado en un segundo.

'-Solo adelanté las cosas. - Había soltado mi cuello para sacarse su chaqueta.

'-Qué cosas? Y por qué te desvistes? -Mi cuerpo por alguna razón se estaba calentando.

Su camisa negra ahora descansaba en piso.

'-Estas cosas - se acercó a mí y pegó su pelvis con la mía para que pudiera sentir su erección.

'-Qué haces Izaya? Somos hombres - parecía que a mi cuerpo eso no le importaba - me gustan las mujeres.

Se puso de rodillas y con sus manos desabrocho mis pantalones. Antes de bajarlos por completo pasó su dedo índice por mi recién adquirida erección.

'-No parece - se deshizo de mi boxer y metió mi pene en su boca.

Me desperté.

.

.

.

Continuará

(Waaaaa no puedo creer que al fin llegué a esta parte >_< :3 espero disfruten mucho el capítulo, estos días estaré un tanto ocupada, así que no creo poder publicar mucho, por eso publique este hoy :) En fin.... gracias por leerme, un saludo )

1. Si pudiera matarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora