Capítulo 4: Sed

1.5K 175 13
                                    

Estaba tan cansado por los recientes acontecimientos que me quedé dormido un minuto después de que Izaya se fuera. Volví a despertar porque sentí cosquillas.

Abrí los ojos y vi a Izaya golpeando mi pecho con su pie izquierdo, se veía que ponía empeño en cada golpe, su vida y alma estaban creadas para acabar la mía y sus patadas me transmitían eso, no podía desperdiciar esta oportunidad o seguramente no se lo perdonaría.

Creo que si no hubiera estado tan drogado en este momento, habría sentido un poco de dolor o por lo menos una ligera molestia, pero estando en este estado no podía sentir sino cosquillas.

-Que haces pulga estúpida? - Pregunté con risas en mi voz - tú me drogaste idiota, ahora mismo solo siento cosquillas.

-Pero que mierda le pasa a tu cuerpo? Que clase de maldito fenómeno eres? - Golpeaba aún más fuerte que antes, yo solo sentía más risa que antes.

Me comencé a reír por las cosquillas que me producían cada uno de sus golpes frustrando a Izaya aún más de lo que ya estaba.

-Te odio Shizu-chan, maldito fenómeno. -Dejó de golpearme exhausto.

-Y yo a ti maldita pulga. - Le dedique mi peor mirada.

-En fin, me voy a bañar. Por favor, muérete mientras no estoy.- Me dijo antes de irse.

"ah,entonces no se había bañado"-pensé para mis adentros.

-Acá te estaré esperando bastardo. -Volví a caer dormido.

Me despertó el ruido de mi estómago. Mis intestinos trinaban furiosos pidiendo comida, no había rastro de Izaya en el apartamento y yo no me podía mover, el maldito se había largado y me había dejado ahí.

Vi los ventanales intentando saber qué hora era, el cielo estaba claro y uno que otro pájaro se escuchaba cantar, el sol entraba por el oriente y ese olor a mañana era inconfundible. Había pasado la noche en casa de Izaya. Y seguía vivo.

Mi hambre se vio sustituida por el desconcierto de las acciones de Izaya, vi a todos lados intentando encontrarle pero no fue posible, grité su nombre esperando una respuesta que nunca llegó, intenté buscar un teléfono pero no existía ninguno en aquel departamento, ahora odiaba más al maldito .

La puerta se escuchó y por algún motivo me alegre. Supongo que era el hambre. Cuando gire mi cabeza para ver hacia el balcón donde antes había estado Izaya, vi abrir lentamente aquel trozo de madera tallado instalado en la pared. Y fue horrible.

Namie apareció. Me había olvidado de ella totalmente, no recordé que trabajaba en ese lugar hasta que la vi entrar por esa puerta. Yo estaba prácticamente desnudo, ella era otra loca, yo no me podía mover, ella sí. Estaba muerto.

Namie comenzó a bajar las escaleras con cuidado de no caer por culpa de su corta falda y sus altos tacones, no se había dado cuenta de mi presencia hasta que la saludé.

Soltó un grito ensordecedor, sus ojos estaban como platos, sus manos se agarraron a la barra de las escaleras para asegurar su seguridad, casi podía ver su corazón palpitar. Sus ojos me buscaban desesperados por conseguir la raíz del susto de su dueña, cuando me encontraron volvieron a su estado normal, Namie se relajó y me miró con burla y duda desde el escalón que casi provoca su muerte.

-Shizuo... - Dijo Namie con los brazos cruzados sobre su pecho.

Apreté la mandíbula y desvíe los ojos. "Por qué tenía que ser ella?" pensé inquieto. Me tranquilicé cuando me acordé de la existencia de las hermanas de Izaya, "Oh, no es tan malo después de todo, Namie es mejor "

No le respondí, espere su reacción en silencio.

Escuche el sonido de sus tacones acercándose, no sabía que pasaría pero de nada me serviría estar preocupado. Apoye mi cabeza contra el sofá y vi al techo esperando lo peor de esa loca con complejo de hermano.

Vi de reojo su imagen delgada y esbelta, no veía su cara pero no hacía falta, su sonrisa descarada y burlona la podía ver aún con los ojos cerrados. Maldito Izaya.

-Veo que se divirtieron ayer. - Mis uñas comenzaron a rasgar el cuero del sofá negro en el que estaba obligado a estar - incluso sigues desnudo... Y herido. -Se burló.

-Esa maldita pulga enferma me trajo a casa cuando me desmaye por la pérdida de sangre debido a la trampa que me tendió donde resulte herido en varias partes del cuerpo . Cuando desperté ayer estaba drogado y ahora mismo no me puedo mover por mi cuenta. - Seguía sin mirarla, ya me sentía lo suficientemente patético como para ver a alguien que me hiciera sentir peor.

-Has estado ahí desde ayer? -Preguntó. Su tono cambio, así como sus expresión, o eso imaginaba, mis ojos seguían fijos en el techo.

-Si.

-Mmm- No dijo más.

Levanté mi cabeza para poder verla al fin. Su brazo izquierdo abrazaba su cintura de avispa mientras su codo derecho descansaba sobre este, su mano derecha agarraba su mentón esperando a su mente que intentaba procesar las ideas con rapidez y unirlas para descubrir lo que en realidad tramaba Izaya.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo analizando mis incontables heridas cubiertas de vendas sucias y sangrientas hasta que pararon finalmente en mis ojos.

-Bueno, esto no es mi problema. Solo me interesa Seiji. -Enferma con complejo de hermano. - Yo seguiré con mi trabajo, no me involucren en sus problemas.

Namie rompió el contacto visual y dio media vuelta hacia su escritorio el cuál había pasado desapercibido para mi hasta ese momento; antes me miró con desprecio, se notaba que yo no le interesaba en lo más mínimo. Fui afortunado. Se largó sin hacerme nada.

.

.

.

Continuará

1. Si pudiera matarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora