Capítulo 16: Carrera

1.3K 150 6
                                    

-Ey Shizuo - me saludó alguien por la espalda. Esa voz... Era Kadota con todo su combo.

-Kadota- No lo saludé -dime la hora, ¿qué hora es?

-Las 12:30 pm, ¿por qué? -Preguntó. Había estado corriendo cerca de dos horas y seguía sin saber de Izaya. Mierda.

-¿Has visto a la Pulga? -Lo ignoré de nuevo - ¿Ha estado por aquí la última semana?

-¿Qué te hizo? -Preguntó y esperó por una respuesta, al notar que no obtenía ninguna y que mi rostro no mostraba amabilidad en ninguna de sus arrugas, contestó mis preguntas - No lo he visto, es más, ahora que lo pienso, Ikebukuro ha estado algo aburrido estas últimas  dos semanas. No lo he visto vagar por acá.

-Gracias -Di vuelta y seguí corriendo. Esta vez con dirección a Shinjuku.

La conversación a duras penas y había durado dos minutos; mi cerebro estaba desconectado para cualquier cosa y persona que no estuviera involucrada con el nombre Izaya, ya después me disculparía con Kadota.

En mi nueva carrera me encontré a Celty quien me preguntó lo mismo que Kadota, así como yo a ella también exactamente lo mismo; tuve cierta leve esperanza al verla, Celty solía tener buena información y esperaba que entre ese libro de recopilaciones que tenía tuviera información de la que necesitaba. Pero no fue así. La dejé atrás con otra carrera.

Pensé en dar un último vistazo a Ikebukuro antes de correr hacia el apartamento de Izaya, tenía una leve esperanza de encontrarlo escondido en algún callejón,  maldito cobarde, lo ahorcaría de no ser por la necesidad que era prioridad para mi ser en ese momento; tenía que hablar con él. Fue ahí cuando hice uso de mi parkour, perseguir a esa pulga tantos años había dado sus frutos. ¿Qué sería que siempre lo usaba con él?

Escogí el edificio más alto a mi alrededor. Corrí impulsándome y ganando fuerza, mis manos acariciaron el concreto desgarrando alguno que otro dedo, pequeñas manchas rojas pintaron la pared y la tatuaron temporalmente;  las ventanas soltaron un chirrido de queja cuando me agarré de ellas sin su permiso, manchas de barro abandonadas por mis zapatos surcaron el acero dejando evidencia de mi esfuerzo; jadeé con cada impulso, la adrenalina me invadía, la altura no me asustaba,  solo me divertía, me llenaba de vida. De alguna manera en ese momento me sentía extraordinario,  era algo soberbio y fascinante.

Conquisté la cima, mi meta momentánea. Respire profundo tomando una bocanada de aire permitiendo a mi cuerpo descansar; mis pulmones agradecieron, mis piernas y brazos revivieron, mientras mis ojos se afanaron por cumplir su tarea. Encontrar a Izaya.

Escudriñé cada rincón que me fue posible desde allí negándome a  aceptar su ausencia, pero no lo encontraba; no importaba donde buscaran mis ojos, su imagen no aparecía frente a mi; tenía que ver su chaqueta, su horrible pelo enmarañado, su estúpido rostro, sus solitarios ojos... no entendía muy bien por qué me urgía, pero lo necesitaba.

Salté de un edificio a otro moviendo mi cabeza de un lado a otro; no importaba el cambio de ambiente, de paisaje, de gente, esa maldita pulga no se encontraba en ninguna parte, se repetía la misma historia a donde fuera que viera y corriera; mi satisfacción se estaba viendo reemplazada por frustración. Por qué no podía encontrarlo?

-Sólo falta su casa- me dije- no hay otra posibilidad.

Ubiqué desde el aire la casa que necesitaba, de alguna manera mi pecho se llenó de esperanza nuevamente, algo me decía que lo iba a encontrar  y que podría solucionar aquel enredo de hilos y sentimientos que habitaban ahora  en mi interior; volver a la normalidad se había convertido en una utopía, una por la que quería luchar.

El viento golpeó mi rostro cuando me lancé hacia la terraza de un edificio más bajo, mis ojos se secaron y dolieron por un momento, pero no me importaba, esa necesidad me estaba matando, ardía en mi interior bullendo en cada rincón con furia intentando parecer agresiva cuando en realidad era muy etérea, tan frágil y delicada como un cristal delgadísimo y fino, siendo algo tan inefable, tan bello y horrible al mismo tiempo, tan... Izaya. Refregué mis ojos y seguí, aún estaba lejos, sentía como si no avanzara, por un momento pensé en bajar a la carretera hasta que vi el río de gente que se aglomeraba en cada calle; eso solo podría empeorar todo y seguro perdería el control, seguro mataría a alguien; seguí en los tejados con las manos ya destrozadas, cubierto de sudor, agotado, ¿Cuanto llevaba corriendo? Busqué algún reloj a mi alrededor y encontré el de la estación. Vi el reloj sin detenerme ni un momento y tal fue mi sorpresa que casi me caigo desde lo alto. Eran casi las 4 pm.

Me agarré con fuerza del concreto sucio de ese edificio, desde abajo se escucharon unos gritos cuando se dieron cuenta de mi accidente, mi mano izquierda estaba agarrandose tan fuerte que el concreto estaba empezando a ceder, algunas grietas comenzaron a surgir a su alrededor mientras mi sangre se escapaba de las llagas que había en mis dedos. Tomé impulso con mi pie izquierdo intentando subir un poco para que mi mano derecha alcanzara a agarrarse también. La fuerza que emplee fue suficiente para que mi codo derecho alcanzara a estar arriba asegurando más mi no caída; afortunadamente pasó antes de que el concreto que agarraba mi mano izquierda y ahora rojo, cediera en su totalidad cayendo al fondo de aquella calle. Terminé de subir y me recosté contra el frío de la placa, vi el cielo, respiré hondo; algo sabía raro.

-¿Qué me pasa? - me pregunté una y otra vez- ¿a qué voy a verlo?

Peine mi cabello hacia atrás con mis dedos ensangrentados dejando hilos rojos en el camino, mis manos agarraron mi cabeza que empezaba a colapsar.

-¡¿Qué sucede acá?! - Mi corazón protestaba, parecía furioso, no entendía qué le sucedía-  ¿Qué es esto, Pulga? ¿Por qué quiero verte?

Mi corazón saltó indicándome la respuesta. Él la sabía qué debía hacer, yo no le entendía, ¿qué era lo que en realidad deseaba? Quería hablar con Izaya, solo eso, mi mente estaba muy segura de eso, pero mi corazón no, protestaba, disparaba, lloraba y alegaba, pero yo seguía sin entender su idioma. ¿Qué le pasa? Qué era esa sensación, esa ansiedad, ese manojo de cosas, de ideas, impactos, ese manojo de todo, ese manojo de... ¿deseo?

-Te tengo que matar, Pulga, ¡tengo que hacerlo! -grité una y otra vez a los aires- ¿Qué me hiciste, Pulga? ¡¿Qué cosa fue?! - tapé mis ojos unos segundos con mi brazo izquierdo mientras mi mano derecha agarraba el trozo de pecho que estaba encima del corazón. Dolía, eso dolía. Cuando me di cuenta estaba corriendo de nuevo.

************

.

.

.

Continuará

(Otro un poco corto :D pero comprendan, estoy en semana de parciales finales :( estoy muriendo por la falta de sueño, sin embargo, cumplo con subir el capítulo. Muchas gracias como siempre por cada lectura, visita, comentario y demás, si alguno de ustedes ha compartido la historia con alguien más lo agradezco muchísimo. Un gran saludo para todas y todos, gracias por leerme, hasta una próxima entrega :D)

1. Si pudiera matarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora