Capitulo 2

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-Sabia que ibas a despertar y a querer salir de acá- dijo una voz muy sensual a centímetros de mi oído, sosteniendo mi muñeca con la que agarraba la manija de la puerta mientras que el mordía mi lóbulo.

Sentí mi corazón acelerarse de la misma forma que cuando uno le pone demasiado café a su taza y luego de unas horas, esta empieza a bombear mas fuerte y sentir la falta de aire, me tomó con ambos brazos por la cintura y me empujo tan fuerte que caí al piso haciendo que mi cachete golpeara el mismo.

Estaba desesperada, sin saber como reaccionar a tan impulso, mientras yo estaba en el piso, el se tiro, inmovilizándome por completa con todo su cuerpo, y penetrándome con unos ojos celeste mis ojos marrones llenos de lagrimas.

Me dio una profunda mirada donde allí estaba reflejada el deseo maligno contra mi, la lujuria, estaba con su torso desnudo y un pantalón oscuro de jean que rodeaba su cintura con un cinturón de cuero con una ebilla dorada al medio. El sostenía mis muñecas por encima de mi cabeza con una sola mano, mientras que con la otra manoseaba mis pechos, mi conciencia me reprochaba el por que había salido con un escote en V, provocativo, sexy y por sobre todo corto, dejando ver mis piernas blancas, exageradamente perfectas, largas y sin ningún moretón, pero sobre todo me reprochaba por qué tuve que salir a dar una vuelta sin ningún motivo alguno.

Me tomo el mentón entre sus dedos y deposito un beso en la comisura de mis labios, cuando se alejo de mi para volver a mirarme, lo empece a interrogar:


-¿ quién sos?¿ qué motivos tenes para secuestrarme y tenerme en tal lugar? ¿que te hice?, CONTESTAAAAAAAAAAAAAAAAA...


Y el, con la mano que tenía libre, la alzó y depositó con fuerza sobre el mismo cachete donde antes me había golpeado con el suelo.


-AHHHY- me queje llorando, me miro con rabia, y una sonrisa al costado de disfrute se deposito en sus finos y marcados labios.


-Son demasiadas preguntas señorita,- dijo el... esa voz... esa mirada... ese físico... me era familiar, pero no sabia bien de donde.


Se abalanzo hacia mi oreja y me dijo:


-Soy el marido de tu amiga Anna, el mismo al que rechazaste esa vez en el bar hace 2 meses, al que le negaste su companía, sus besos, sus caricias... el acosador como vos me llamabas, al mismo que ignoraste y calentaste para no quedar mal con la desgraciada de tu amiga, mi esposa, te querías hacer la santita pero me dejaste con las ganas, y YO me voy a encargar de satisfacerme con vos, mi querida Daniela-


con un hilo de voz solté un suspiro y dije su nombre


- Robert... yoo... no quise fallarle a Anna...


-AAAHHHH- grite por haber recibido otro cachetaso en el mismo cachete.



Sindrome de estocolmo, Robert LewandowskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora