Capitulo 35

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No, no te quiero, nunca te voy a amar, no te voy a responder, creo que puedo ser fuerte y superar o aguantar la enorme araña que recorre cada centímetro de mi desnuda espalda, no me voy a entregar a el, nunca, el dolor me invade, la impotencia, el dolor, el miedo, las lagrimas, mis gritos, mi bronca, todo esta adentro mio que no puede salir, solo porque no me puedo concentrar mas que en ese bicho enorme, el teléfono sonó por ultima vez pero yo hacia oídos sordos por aquello, Robert seguía arriba mio y me tenia sujeta a el completamente inmovilizada ante el

-Daaniela, dónde estas?- escuche una voz varonil 

Robert se paralizo y supe que corría peligro su "plan macabro", por así decirlo, me tapo la boca con sus manos dejando libreas las mías. Yo empece a enloquecerme, a moverme por todos lados a gritar por mis adentros ya que tenia sus manos en mi boca haciendo una obstrucción de mis gritos

-Daniela?

Nunca agradecí tanto la presencia de Pablo como la de ahora, no saben lo feliz que me sentí cuando lo vi, aliviada, salvada, protegida, mi héroe definitivamente 

Pablo se quedo duro, petrificado, sin saber que hacer, es obvio que no sabia como reaccionar ante tal situación, Robert me soltó la boca y se paro para dirigirse hasta Pablo

-Ah, por eso no respondías mis llamadas...

Yo estaba aterrada, no quería que el lo mal piense, la situación no podía de ir peor...

-Pablo!, al fin nos conocemos en persona- dijo Robert estrechándole su mano 

Pablo solo lo miro confundido ante tal gesto de sarcasmo e hironia, obviamente que groseramente no se lo devolvió

-Ya me conocías?, de dónde?-pregunto intrigado Pablo

yo solo estaba de mas en ese lugar, yo seguía tirada en la cama pero esta vez sin el arácnido ese, de hecho ni idea en donde estaba, me senté y me baje la musculosa, poniéndome en el medio de la situación

Robert me dio una mirada cómplice a la cual yo ignore 

Yo no sabia que mas hacer, solo llorar era una buena razón para desahogarme 

Pablo y Robert estaban enfrentados mientras que yo seguía ahí, sin hacer nada, observando inmóvil la situacion, faltaba que viniera Lukas y esto se podría decir que seria igual que una pesadilla

-Daniela, te hizo algo este ?- pregunto Pablo sin sacar su mirada de la de Robert

-PABLOOOOOO, SIIIII- dije llorando con un elevado tono

-Yo no le hice nada de lo que ella pudo haber evitado...- dijo Robert muy tranquilo

-Cómo? Qué paso acá?-pregunto Pablo con desesperación, totalmente intrigado 

-Bueno... que te lo explique tu novia mejor, ella te va a contar con lujos de detalles, ¿ no es así Daniela?-dijo agarrándome la mandíbula fuertemente, mirándome a los ojos con dureza y yo con bronca, dejando las lagrimas a un lado-Yo creo que estoy demás, no quisiera entrometerme en cosas de parejas-dijo el dirigiéndose a la puerta de mi habitación, poniéndose de espaldas de Pablo mientras que este lo miraba de reojo 

Pablo se avalanzo hacia mi tan pronto Robert abandonó la habitación, con un fuerte abrazo y un apasionado beso en la boca con desesperación y mucho amor, con lagrimas en los ojos y mucha melancolía

-Dani, mi amor, sentí que te perdía- dijo apoyando su frente con la mía- Estas bien preciosa?- dijo con voz temblorosa, escalofriante, embriagador, y triste, su corazón parece que se le iba a salir de la angustia, creo que a esto me refería con que Pablo se arriesgaría por mi, el se mantuvo fuerte ante Robert y firme 

-Pablo- dije besando nuevamente sus labios con mis manos en sus cachetes colorados- tenes que irte, corres peligro, por favor

-Qué, cómo?, no me impor...-y vi como lentamente Robert se dirigía hacia Pablo de espaldas y atacándolo por atrás, vi como le ponía un trapo con una sustancia en la nariz, y mi rubio hermoso caía rendido al piso como si nada, dejándome con el deseo de tenerlo entre mis brazos, sentí que se me moría, pero no, gracias a Dios no, cuando cayo finalmente, Robert se imagino que sus costillas eran una pelota de futbol a la cual el acostumbra a patear con un grado importante de fuerza permitiéndome escuchar un doloroso...

 ¡Crak!


Sindrome de estocolmo, Robert LewandowskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora