CAPÍTULO 23

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Se encontraba sentado en el sofá, frente al aparato extraño que parecía un espejo, con sus pies sobre este en una posición que le parecía cómoda para observar atento al artefacto lleno de colores.

No entendía nada de lo que fuera que hablaran las personas presentes dentro de la caja. Seguía sin entender cómo es que funcionaba o qué magia era esa, que le permitía observar cosas y personas que nunca había visto antes.

Ya llevaba tres días en esa casa con su hermano, por lo visto el humano inmundo había salido por un par de días. A causa de un "compromiso", o mejor dicho, quería evitar convivir con él, o eso creía él. Aunque era un alivio, no tenía que soportar a ese anciano, ni a Miston.

Esa casa era muy tranquila y agradable, siendo sinceros, su hermano seguía siendo demasiado amable, pero no era molesto.

—¿Qué es esta caja? —preguntó, apreciando cómo su hermano bajaba tranquilamente las escaleras

La mirada de Wues viajó hacia él, sin llevarse mucho tiempo en descifrar que preguntaba por el espejo mágico.

—Televisor, se llama televisor. No espejo ni caja mágica —reprimió reír.

Escuchó las palabras de su hermano con atención, colocando una mueca pensativa. Televisor, un nombre muy raro.

—¿Cómo funciona? —preguntó, aún curioso.

Wues se quedó callado sin saber muy bien qué responder, como si indagara dentro de su mente entre todo el conocimiento que tuviera que ver con el mencionado televisor. Al parecer se le ocurrió cómo explicarlo, aunque no parecía tan seguro de su explicación.

—Se podría decir que es una grabación, se capturan imágenes y sonidos... —intentó explicar.

Debió ver la confusión en su rostro, porque Wues soltó un pesado suspiro desanimado.

—Es una caja mágica —volvió a hablar, resignado.

Bueno, sus dudas no fueron despejadas y sus preguntas no llegaron a ningún sitio sobre la caja mágica, así que él también se resignó. Solo era una caja mágica con nombre de televisor, artefacto humano, no era tan difícil de entender, o eso creía. Con eso resuelto, sus dudas tomaron un rumbo diferente, observando a Wues, quien parecía esperar alguna otra ocurrencia o pregunta difícil de explicar. ¿Qué había de él?

—¿No tienes esposa? —preguntó un poco curioso.

No tenía ni idea si en el mundo humano tenían la costumbre de emparejarse pronto como en el submundo. Sabía que los humanos se emparejaban, pero no qué había detrás. ¿Sería que se unían en una ceremonia de sangre? ¿O tenían alguna jerarquía de unión? Ni idea.

Su hermano se quedó un tanto extrañado por la pregunta, sin molestarse. Más bien se limitó a negar con la cabeza.

—No, no tengo esposa —respondió de forma tranquila.

Se quedó un momento pensativo, como si recordara algo antes de volver a hablar.

—Por lo que tengo entendido, los demonios se encuentran en una monarquía, ¿no?

Él le miró confundido.

—Monar... ¿Qué? —habló sin saber qué significaba la palabra.

—¿Eres un príncipe, no?

Con esas palabras su mente se aclaró. Aún no entendía por qué los humanos le ponían nombres tan extraños y extravagantes a las cosas.

—Hablas de un orden jerárquico. ¿Qué clase de palabra es monarquía? —le respondió.

A raíz del odio [Ya a la venta ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora