older. (aegon ii targaryen)

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LOS DRAGONES

Si tener un hijo era mucho trabajo, tener tres rayaba la pesadilla. Daenerys y Aegon eran afortunados que uno de sus tres demonios era tranquilo y se calmaba fácilmente porque apenas tenían brazos para lidiar con dos revoltosos. Rhaegar era el más efusivo de los tres, ponerlo a dormir y darle de comer era toda una batalla. Rhaella era la más delicada, el ruido excesivo, el frío, el calor, todo parecía disgustarle y se soltaba a llorar por horas haciendo que sus padres lloren también al no saber cómo calmarla. Pero Laenor era un santo, el niño apenas ponía pelea y era fácil de contentar, aunque era el que más fácil se enfermaba de los tres y varias veces toda la familia había dormido al borde de su cuna sólo para asegurarse que no fuese a dejar de respirar por la noche.

En conclusión, era un caos total.

Por decisión de Aegon se quedaron a vivir en King's Landing porque el frío de Dragonstone afectaba a Laenor y a Rhaella le disgustaba el clima. La celebración del primer año de vida de los niños fue pequeña para no alterar a la princesa que odiaba los ruidos excesivos, solo la familia y unos cuantos invitados de las casas importantes del reino. Durante la celebración los huevos de Rhaegar y Rhaella eclosionaron revelando dos dragones, uno rojo como la sangre y otro negro como el carbon. Tristemente el de Laenor no eclosionó y eso instó a la gente a decir que quizás no había eclosionado porque el príncipe no iba a vivir por mucho. Esos comentarios ponían a Daenerys de los nervios porque su niño siempre estaba enfermo y no podían exponerlo mucho ante tantas personas, más de una vez había llorado en brazos de Aegon cuando el miedo la ahogaba.

—¿Qué dijo el maester?—preguntó Daenerys meciendo a Rhaegar en sus brazos.

—Dijo que estará bien, pero si la fiebre continúa por la mañana debemos llamarlo de inmediato—Aegon miró a su esposa y suspiró cansado.

Daenerys estaba pálida, había ojeras profundas bajo sus ojos y sus mejillas estaban manchadas de lágrimas. Una vista que siempre encontraba las noches en las que Laenor era atacado por algún malestar.

—Por suerte Rhaella no se despertó—comentó ella besando la cabeza de Rhaegar—, creo que hubiera perdido la cabeza si se hubiera despertado.

—Déjame acostar a Rhaegar, deberías dormir—se acercó a ella—. Me quedaré a cuidar de Laenor.

Ella no protestó, estaba muy cansada como para negarse. Con cuidado le pasó al mayor de los trillizos y se fue a acostar, apenas su cabeza tocó la almohada se quedó dormida.

Después de dejar a Rhaegar en su cuna con su dragona roja que ya dormía acurrucada en una esquina, Aegon se asomó en la cuna de Rhaella encontrandola dormida con su dragón y por último se asomó en la de Laenor. El menor de sus hijos estaba dormido, pero él veía que le costaba respirar y sus mejillas estaban rojas por la fiebre, en la cuna no había dragón y ni siquiera un huevo porque tuvieron que removerlo temiendo que el niño estuviera teniendo algún tipo de reacción alérgica al cascarón. Al final resultó que era alérgico a la esencia de rosas de una de las sirvientas.

El joven príncipe no durmió esa noche, no podía, no cuando su hijo estaba luchando por respirar en su cuna y la fiebre no parecía ceder. Cuando el sol salió anunciando un nuevo día Aegon seguía despierto, en algún punto de la noche la fiebre de su hijo había cedido, pero él no pudo dormir. Los sirvientes llevaron el desayuno, Rhaella se despertó llorando y él se encargó de ella dejando que su esposa durmiera más. Para cuando Daenerys se despertó Aegon estaba dormido en el suelo con Laenor acostado en su pecho, Rhaella a su derecha y Rhaegar a su izquierda.