31; EL PUEBLO Y LA CORONA

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EL PUEBLO Y LA CORONA

Daenerys sonrió, por primera vez en meses sonrió. ¿Cómo no podía sonreír cuando estaba sosteniendo a su pequeño? ¿Cómo no podía sonreír cuando Daegon la miraba con sus preciosos ojos violetas? Sus doncellas la miraban con ternura, para ellas verla sonriendo con su pequeño en brazos, en medio del caos que era el reino, era una señal de esperanza.

Daegon había nacido hace una semana y gracias a los dioses estaba saludable. Su cabello era tan blanco como el de su madre, sus mejillas regordetas se ponían rosadas con la mínima brisa fría que entrase por la ventana y sus ojos eran tan brillantes como los de sus hermanos, pero a ojos de Aegon se parecía demasiado a Daemon Targaryen. Sobre todo porque siempre parecía tener el entrecejo fruncido, como si todo le molestará y gritaba tan alto como podía cuando estaba cerca de Otto Hightower.

Claramente sabe cómo leer a las personas desde pequeño, Aegon se había reído de la incomodidad de su abuelo cuando Daegon lo rechazó por tercera vez.

Aemond siempre estaba al lado de Daenerys y Daegon, con su aura asesina que alejaba a cualquiera. El hermano menor del rey, después de rescatar a su sobrina Vaelys la había enviado con unos capas doradas fuera de la ciudad, hacia el Norte donde Rhaella y Laenor esperaban reencontrarse con su hermana pequeña, y desde entonces no se separaba de su nuevo sobrino. Rhaegar tampoco se separaba de su nuevo hermano, temiendo que en algún momento desapareciera como sus otros hermanos y eso rompía el corazón de todos los que veían al pequeño príncipe siempre aferrado a las faldas de su madre.

—Las mejoras para los orfanatos han iniciado, Majestad—le informó Tyland Lannister—, todos trabajan acorde a como usted lo ordenó.

Daenerys levantó la mirada de la mesa para ver al hombre y asintió sin decir nada. El resto de los miembros del concejo se miraron, incómodos por el silencio de la reina.

—¿Algo más?—Aegon preguntó con pereza filtrándose en su voz.

—Majestad, si me permite...

—No—Aegon lo interrumpió—, hemos terminado—se levantó.

—Pero, Majestad, es importante—el maester añadió—. Estamos...

—Siendo sitiados, el rey lo sabe—Daenerys se levantó—¿Crees que su cerebro no funciona como para que deban repetirle las cosas?

Todos bajaron la cabeza ante su tono frío y cargado de rabia. Ellos sabían que era mejor no cruzarse en su camino cuando intervenía por el rey.

—No, Majestad.

—Hemos terminado—repitió Aegon.

Bajo la mirada molesta de Otto Aegon tomó la mano de su esposa y los dos caminaron hacia la salida dejando que el concejo se quedase a planear cómo destruir el bloqueo de los Velaryon y el perímetro que Rhaenyra había armado alrededor de King's Landing desde hace tres días. Estaban caminando en la cuerda floja, todos lo sabían, los pobladores estaban molestos, aclamaban el regreso de la verdadera heredera, de la reina negra y los disturbios de Flea Bottom ya estaban alcanzando las puertas de la fortaleza.

—¿Tienes planes para hoy?—Aegon preguntó levantando la mano de su esposa para besarla.

—Estaré en el jardín con los niños y Grey Ghost—ella respondió sonriendo levemente.

—Los jardineros no están felices con la bestia que destruyó todo su trabajo—los dos rieron—¿Piensas sacarlo de ahí?

—Grey Ghost hizo del jardín su nuevo nido, no creo poder hacer eso—se detuvieron al final del pasillo—. Además, Sunfyre también contribuyó a la destrucción del jardín.

older. (aegon ii targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora