older. (aegon ii targaryen)

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EL COMIENZO

Algo estaba mal. Algo estaba mal y Daenerys podía sentirlo, después del desastre que resultó ser la cena su familia había dejado King's Landing y su madre le prometió que regresaría en dragón. Sin embargo, apenas se fueron ella no dejaba de sentirse agobiada, había vomitado dos veces o más, no podía recordarlo. Aegon la había sostenido todo el tiempo y llamó a un maester cuando casi se desmaya después de la segunda vez. El hombre la había revisado y habló sólo con Aegon sobre lo que le pasaba, a ella no le dijeron nada. La peliblanca se encogió en la cama cerrando los ojos, detrás de ella podía escuchar a Aegon hablando con su madre, pero no se molestó en prestarles atención, quería dormir.

El olor a humo la alcanzó de repente, cuando abrió los ojos se encontró frente a la chimenea en la habitación de su abuelo. Con cuidado se dio la vuelta y escaneó el lugar con la mirada, no había nada fuera de lugar, todo estaba en orden y eso la ponía inquieta. Sus pasos no hicieron ruido cuando camino hasta la tela que separaba la cama del recibidor.

—Mi amor—la voz débil de su abuelo se escuchó, apenas un susurro.

Daenerys abrió la cortina, pero lo que encontró del otro lado le hizo retroceder dos pasos. Otra vez estaba en la fosa de dragones, en la coronación de Aegon, la respiración se le atoró en la garganta y la visión se le puso borrosa.

—¡Larga vida al Rey!

En medio del mar de gente se dio la vuelta y corrió hacia las puertas empujando a todos fuera de su camino, tenía que salir de ahí. Cruzó las puertas y pudo respirar otra vez, escuchó el sonido de las olas chocando con la costa y la brisa marina le causó escalofríos.

—Mi Reina—la voz de Daemon se escuchó.

Con lágrimas en los ojos Daenerys vio a su madre, Rhaenyra Targaryen, con la corona de su abuelo en la cabeza, sus ojos vacíos de cualquier emoción. Detrás de ella había un altar donde aún se podía ver el pequeño bulto ardiendo en llamas, Visenya. Un grito de dolor se le escapó a la peliblanca y los dragones rugieron con ella, truenos resonaron y gotas de lluvia cayeron sobre Daenerys. No tenía que mirar al cielo para darse cuenta que estaba pasando, con el corazón partiéndose en mil pedazos avanzó hasta el agua helada y se dejó llevar por la corriente, a lo lejos se escuchó el rugido de Vhagar.

El agua la estaba asfixiando, pero no quería salir, simplemente cerró los ojos con fuerza. Arriba un dragón cayó y se sumergió en el agua con flechas incrustadas en su cuerpo, sintió garras cerrarse a su alrededor y cuando abrió los ojos se encontró con la Fortaleza Roja. Syrax rugió en el cielo y Daenerys se sintió enferma, el sonido de la gente gritando y demandando la muerte de su familia era demasiado.

Daenerys. La Princesa elegida. Eres tu.

Daenerys. La salvación. Solo tú puedes salvarlos.

Las voces hablaban al mismo tiempo, los dragones rugían y los gritos de desesperación aumentaban. Todo su cuerpo se sacudió y volvió a gritar tratando de ahogar las voces, de hacer que se detuvieran, pero era imposible.

—Dany, mi dragón de mar—la voz que ella conocía tan bien se escuchó.

—Está bien, cariño, mamá y papá están aquí—otra voz que ella conocía.

—Dany, Dany cariño despierta—manos cálidas sostuvieron su rostro—. Daenerys, amor, por favor.

Con la respiración agitada Daenerys abrió los ojos encontrándose con el rostro preocupado de Aegon. La peliblanca parpadeó dejando salir varias lágrimas y Aegon suspiro aliviado, moviéndose para dejar que se sentara.