Capítulo 4:

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Ya de mañana, Serena se había levantado temprano, de hecho, se había levantado muy temprano. Ella siempre solía levantarse a horas tempranas, antes de que todos estuvieran despiertos. Se la podía ver deambular por las casas haciendo tareas domésticas, o ayudando a los cocineros a preparar el desayuno; aunque por supuesto, no se tratara del trabajo de una institutriz realizarlo. Pero ella no podía quedarse sentada, o acostada en la cama sin poder ayudar, tenía la necesidad de siempre querer colaborar en algo. No era lo suyo hacer de perezosa. Lo mejor para ella, siempre era ayudar en la casa, hasta que sus alumnas estuvieran despiertas. 

Serena salió de la habitación decidida a ir a la cocina, pero al llegar, había escuchado la voz de un hombre con mucho ímpetu; al parecer, estaba conversando con algún criado, o eso suponía. 

Serena se encontraba detrás de la puerta oyendo una conversación ajena. 

Quién podría ser, se preguntaba. No podía tratarse de lord McLaren, ella se había grabado su voz tan minuciosamente para tener muy claro que aquella voz, no se trataba del conde. Era una voz que nunca podría confundir… u olvidar. Tampoco se trataba del otro hermano McLaren. Phil. Suponía Serena que él aún se encontraba en la cama. 

Decidida entonces, abrió la puerta y se encontró con Phil y un hombre al cual ella aún no tenía el placer de conocer. Al entrar a la cocina, Phil giró la mirada hacia donde ella estaba, lo que provocó que el hombre desconocido que acompañaba a Phil en la cocina, también volteara la cabeza y la viera. Se había percatado que se trataba del otro hermano McLaren. Éste era casi idéntico a lord McLaren, quizá un poco más atractivo que el conde. Tenía los ojos azules como zafiros, a diferencia del conde que los tenía marrón oscuro, pero en su pelo y en su estatura, era tan idéntico y parecido a lord McLaren. 

El joven al verla, pudo notar como su rostro se iluminaba con una sonrisa radiante, lo que había tomado desprevenida a Serena. 

—Buenos días, señor Phil, y señor… —Arrugó su frente esperando una respuesta del otro hermano McLaren. 

—Buenos días, hermosa dama. —Hizo un gesto con la mano, el hermano que aún no tenía la dicha de conocer. Luego, él se puso frente a ella—. Me llamó Emile McLaren, ¿me concedería el placer de saber cuál es su nombre? 

A Serena le sorprendió tanta caballerosidad en sus palabras, solo sonrió y respondió: 

—Mi nombre es Serena Edwardes. Un placer conocerlo, señor McLaren. 

—Oh, por favor, evité lo de señor, ni siquiera estoy casado aún. Solo llámame Emile. 

Serena lo observó en silencio unos segundos, y luego, dirigió sus ojos al otro hermano que se mantuvo detrás de Emile. Phil se encontraba con los brazos cruzados, pegado a la pared de la cocina, con postura despreocupada. 

—Serena, es mejor que lo escuches, se torna algo pesado si lo llaman "señor". De hecho, creo que yo también preferiría que me llamaran por mi nombre de pila. 

—Oh, mil disculpas, trataré de llamarlos como más lo deseen. —Serena hizo una genuflexión al frente de ambos hermanos, un poco avergonzada. 

Emile volvió a ver a su hermano Phil. 

—Phil, ¿por qué no fui informado sobre ella? 

Phil arqueó una ceja irónicamente. 

—¿Por qué estabas en el extranjero? 

Y él frunció el ceño. 

—De igual manera debían de comunicármelo. El no saber que hay una hermosa dama en la misma casa que yo, me deja muy apenado, ¿lo sabes? 

El amor de una institutriz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora