En McLaren House, durante todo el día, hubo abrazos y frases de bienvenida para Emile, que había pasado un mes entero fuera del país, mientras permanecía en Portugal. No era su primer viaje, claro está, ya había hecho muchos más. Desde los diecisiete años, Emile se había apasionado tanto visitando otras tierras y conociendo otras culturas. Al no poseer un título noble que lo prive de su libertad, Emile tuvo la oportunidad de empezar a recorrer el mundo entero, o al menos, parte de él; era su pasatiempo favorito.
Esa misma noche, tres de los hermanos McLaren acudieron al baile que organizaba lady Robertson.
Nathaniel, Emile y Maggie, que era la que tenía edad ya para casarse y estaba en busca de un marido.
Maggie se trataba de una mujer muy dulce, y siempre se la veía con una sonrisa dibujada en sus labios, casi nunca se la podía ver molesta, y mucho menos triste, parecía ser que siempre veía lo positivo a todo lo que acontecía. Pero cuando su madre empezaba a hablarle sobre el tema del matrimonio, Nathaniel podía sentir que ella no llegaba a sentirse del todo cómoda ante ese asunto. Parecía ser que el matrimonio era algo que aterraba a Maggie tanto como a él.
Pero Nathaniel tenía el plan perfecto para llegar a convencerla de que el matrimonio, no era tan terrorífico como llegaba a sonar. Después de todo, Nathaniel daría ese primer paso, pero ahora bien, la pregunta era, ¿con quién?
Nathaniel esa noche había conversado con varias jóvenes debutantes, pero ninguna de ellas le había atraído demasiado para llegar a convertirla en su condesa. Todas apuntaban a únicamente querer estar con él por su título nobiliario. Y era absurdo, se notaba que esas jóvenes solamente eran influenciadas por sus madres, ni siquiera llegaban a tener voz propia para decidir con quién querían casarse. Era tonto para Nathaniel pensar en convertir a alguien así en su esposa.
Muy pronto se aburrió de todas las conversaciones que iban surgiendo a menudo que pasaba la hora; parecía que la noche se alargaba más y más en aquel pequeño salón para él. Aunque era evidente, que aquel salón no era para nada pequeño.
Él observó de reojo a su hermano Emile, que se encontraba platicando con varios hombres en un rincón del salón, y luego, deslizó su mirada en Maggie, que la vio bailando en la pista de baile acompañada por sir Rashford, un hombre de unos cuarenta y tantos años, que estaba en busca de una buena esposa, para que le dejara alguna descendencia. El pobre hombre en toda su vida, siempre fue engañado y utilizado por las mujeres, siempre lo habían usado para sacarle algún que otro provecho, y luego, solamente desaparecían de su vida para siempre. Pero sir Rashford parecía estar tan interesado en Maggie, le había atraído su bondad y amabilidad; debía admitirlo, el encanto de Maggie era único. Por supuesto, Nathaniel no iba a permitir que aquel hombre tomara por esposa a Maggie. Él nada más pensaba en casarla con alguien adecuado, con una buena reputación, y que fuera un buen marido. No dudaba que sir Rashford podría ser un buen marido, además, se decía que tenía un buen estatus económico, y su reputación no era de toda mala, lo único que manchaba su expediente, era las decenas de amantes que tuvo a lo largo de su vida. Ninguna estaba interesada en amarlo; eso era evidente.
Pero la intención de forzarla a casarse con un hombre, no llegaba hasta ese límite. No quería verla casada con un hombre que le doblaba en edad.
Luego de unos minutos observando como Maggie danzaba, no de muy buena gana, con algunos hombres que se interesaban en ella, no se había percatado que una joven mujer se acercó a su lado con cierta cautela.
—¿Desearía un poco de limonada, milord? —le ofreció aquella voz femenina.
Su voz era suave y aguda, como la de una diva de la ópera.
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El amor de una institutriz.
Historical Fiction(ESTA HISTORIA SE ENCUENTRA EN EDICIÓN) Nathaniel McLaren, conde McLaren de Woking, es miembro de una numerosa familia. El sueño de su madre es verlos a todos sus hijos casados con su verdadero amor, pero una de sus hermanas, Maggie, se estaba qued...