Capítulo 14:

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Habían transcurrido ya los dos días para que finalmente, el cumpleaños de lady McLaren se realizará y la familia entera se encontraba ansiosa y anhelante por el gran evento. 

Por otro lado, Nathaniel y Serena no volvieron a encontrarse, al menos, no estando solos, y tampoco habían cruzado muchas palabras. 

Serena sentía como si Nathaniel la estuviera esquivando a toda costa, y cuando tenían la oportunidad de dirigirse la palabra, él se alejaba sin disimularlo de su lado; un acto que la había hecho sentir mal y triste a la vez. Quizás, él quería evitarla a propósito, eso era evidente, desde que se reencontró con lord Richard, él se había distanciado de ella, pensó que quizás estaba bien, por un lado, después de todo, él se trataba de un gran conde, y ella sola una simple empleada más. Debía poner su cabeza en los temas que a ella le incumbía e importaba, como lo era su trabajo y su sueño de tener un hogar, y quizás así, poder olvidarse finalmente de él. Pero justo el día en que se lo había propuesto, Lesley le dijo que se tenía que preparar para la gran obra de teatro que iban a realizar por el cumpleaños de lady McLaren, la madre de los hermanos McLaren. Serena no iba a sentirse tan turbada e inquieta si no recordaba que en aquella obra, ella debía de besar a lord McLaren. Sus cachetes se sonrojaron violentamente al recordarlo, y con rapidez, quiso poner alguna tonta excusa, como: de que no se sentía del todo bien, algo que claramente no funcionó. Lesley tenía cada detalle en su lugar, todo ya se encontraba preparado y nada podía salir mal en el cumpleaños de su querida madre, y Serena lo sabía perfectamente; no debía de dar marcha atrás aunque quisiese, Lesley se enfadaría si lo llegara hacer. 

La pequeña fiesta ya había dado comienzo a las cinco de la tarde. Los cocineros de la casa hicieron un gran banquete y limonada para toda la familia, para así, disfrutar del cumpleaños. Kerry y sus hijos más pequeños, ya estaban deleitándose con la comida que se había servido, había venido también la tía y hermana del padre difunto de los McLaren, lady Judith, al parecer, era una mujer bastante dinámica y divertida; sé la podía ver disfrutando y bromeando junto con Kerry y los pequeños McLaren. Mientras que por el otro lado, todos se encontraban vistiéndose y preparándose para la gran obra de teatro que se iba a realizar antes de que empiece la cena. Lesley organizaba todo ordenadamente, y le pedía a los criados de la casa que la ayudarán a ella y a sus hermanos con los disfraces y peinados que utilizarían. Serena estaba allí en el cuarto junto con Maggie y Emma, ambas habían decidido darle prestado un vestido para qué interpretará a Blancanieves, y además, Maggie le prestaría la tiara que le pertenece a su madre; algo que Serena se negó a usar rotundamente. 

—Oh, Serena, tranquila, ya hemos pedido permiso a madre y ella estuvo de acuerdo. Además, Lesley se pondrá muy furiosa si no hacemos las cosas a su manera, ya sabes como es de estricta con esto. Así que no hagas las cosas más difíciles y siéntate frente al espejo, que yo y Emma nos encargamos de ponerte bonita para la obra —dijo Maggie, para convencer a Serena que aún no estaba del todo segura con ponerse el vestido y la preciosa tiara de diamantes. 

Serena se sentía avergonzada. 

—No quisiera usar algo tan preciado para tu madre, me sentiría… 

—Descuida, todo estará bien, solo será por un momento, luego, me lo vuelves a entregar, ¿de acuerdo?

Serena aún insegura, no tuvo más remedio que aceptar, asintió ante las palabras de Maggie. Luego las dos hermanas se pusieron manos a la obra; continuando así con el arreglo de Serena. Serena se había puesto un vestido, que le pertenecía a Maggie, de color azul zafiro con ribete y guirnaldas de color blanco, acompañado de rosas rojas en la parte de la falda, para representar de esta manera a Blancanieves. Sus cachetes se iban tiñendo de un rojo exagerado, lo cual expresaba lo avergonzada que estaba de usar aquellos atuendos tan llamativos para ella, pero no estaba dispuesta a decepcionar a Lesley que se había esforzado bastante en preparar esta obra junto con sus hermanos, para ella darse de baja de la obra, no tuvo más elección que ser valiente, al menos, mientras durará la obra. Emma se encargó después de su pelo largo, ella se encargó gratamente de adornar y hacerle unos bucles a su pelo castaño, después, ambas hermanas decidieron dejarlo medio suelto, junto con una cinta del mismo color que el vestido, para así, adornar su hermoso pelo de azul. Serena al verse en el espejo se sorprendió, se había quedado boquiabierta. Se veía tan diferente a como era habitualmente, podía sentirse bonita, y por un momento pensó en que tal vez el conde la iba a ver de esta forma, con su largo y extenso vestido y su pelo arreglado tal como una princesa de verdad. Se sonrojó levemente pensando en él, sabía muy bien que solo se trataba de una inocente actuación, pero no podía evitar sentirse atraída por aquel beso que él le daría en la obra. Aquel beso que soñó volver a sentir en sus labios. 

El amor de una institutriz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora