Capítulo 6:

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Serena había pasado la tarde entera junto a Lesley y a sus hermanas: Emma y Claire, en el estudio. A las tres le había estado enseñando caligrafía, y de paso, también un poco de italiano, ya que Lesley le había confesado su deseo por querer visitar algún día Italia. 

Ella nunca había conocido Italia, pero era muy buena en el idioma italiano. Hablaba con tal fluidez que sí sé lo proponía, ella podría ir un día de visita por esos lados; no sería un inconveniente el idioma, pero el problema real, se debía a que no contaba con tanto dinero para darse esos gustos. 

Suspiró llena de cansancio. Ahora mismo se encontraba acostada en su cama mirando el techo de su habitación. La cena ya había acabado, y durante ella, no había estado la familia completa en la mesa. 

El señor Emile se había marchado de la casa por la tarde, y no había regresado todavía. Por otro lado, lady Margaret había acompañado a su tía a una reunión de té. Maggie no deseaba ir a tal evento, pero su madre y su tía le insistieron en que lo hiciera, para que pudiera tener una vida más sociable. Mientras que lord McLaren, se había marchado a un lugar que ella desconocía por completo. 

<<Quizás se habrá ido a visitar a su prometida>>, pensó. Porque es lo que hace un hombre cuando está comprometido con una mujer. 

Al pensar en aquellas palabras, el corazón de Serena se volcó lleno de dolor. Pero aún no entendía el porqué se sentía de esa manera. Apenas se habían conocido con lord McLaren, y casi nunca cruzaban palabras. 

Él no sabía nada sobre ella, y ella no conocía nada sobre él. 

¿Por qué entonces angustiarse por su compromiso con una mujer? Debía ser una noticia fantástica para todos. Se trataba de un matrimonio, era amor, tal y como él lo había confesado. 

El conde mismo lo había confesado frente a su madre, ¿y quién sería tan cruel de mentirle a una madre? Aunque para ser sinceros, ella nunca tuvo la oportunidad de tener una; no conocía tal sentimiento. 

En sus manos sostenía su muñeca de trapo. Serena la abrazó con fuerza y la apretó a su cuerpo, y pensó en lord McLaren. Había algo que no estaba bien en ella cuando se trataba de ese hombre. Siempre que tenía la oportunidad para hacerlo, Serena pensaba en él. Siempre que tenía la oportunidad de observarlo, al menos por unos segundos, ella lo hacía; para así, poder grabarse cada parte y detalle de su rostro en su mente. Eso había estado muy mal por su parte y ella lo sabía, se trataba de su jefe, un hombre prohibido; y además, ahora comprometido y prontamente casado. 

Cómo podría pensar en él, y peor aún, dejar que su corazón latiera con tanta intensidad cuando alguien lo nombraba, y más aún cuando él dirigía su mirada hacía ella. 

Estaba confundida, no sabía lo que realmente sentía. En sus años de crecimiento, nunca antes había sentido nada parecido al oír el nombre de un hombre, o sentido que su corazón se moviera con tanta vehemencia cuando alguien le dirigía la palabra. Serena nunca tuvo tiempo para esos sentimientos. En su corta vida, lo único que supo hacer solo fue aprender, aprender y aprender, y cuando tuvo la edad necesaria para salir al mundo exterior, fue solamente para trabajar, trabajar, y trabajar. Nunca pudo sentir nada por nadie, ni siquiera un granito de sentimiento por alguien. 

Y ahora mismo, ella se encontraba enfadada consigo misma por no lograr controlar sus emociones cuando se trataba de lord McLaren. 

Cerró los ojos para acallar sus pensamientos. De pronto, las ganas de ir al baño la despertaron de todos sus pensamientos. En toda la tarde que pasó con Lesley y sus hermanas, se la pasó tomando té. Estaba llena de líquido, y el llamado la obligó a levantarse de la cama y a salir de la habitación. 

El amor de una institutriz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora