Londres, 13 de diciembre de 1815.
Detrás de la residencia McLaren se encontraban Nathaniel y su tenorio, pero querido hermano Emile, ambos estaban contemplando el gran paisaje que ofrecía el patio trasero de la mansión. En él, se podía visualizar a una Maggie concentrada y absorta de su alrededor, sentada frente a un gran lienzo blanco y con un pincel en la mano, mientras dibujaba un árbol pequeño de naranjas que había dado sus primeros frutos. Era bien sabido que Maggie dibujaba todo lo que se le cruzaba en el camino, sea objetos, plantas, animales, personas, paisajes, absolutamente todo. Y ese día, se la veía tan concentrada pintando aquel fruto, que no se había percatado que a unos centímetros de ella se hallaban Nathaniel y Emile hablando sobre su futuro.
—La próxima temporada dará comienzo el siguiente mes —anunció Emile sin dirigirle la mirada a su hermano. Sus ojos estaban puestos en Maggie, sin embargo, y luego de unos segundos, se giró para poder contemplar a Nathaniel—. Sabes lo que eso significa, ¿no?
Nathaniel se tomó el tiempo para meditarlo con calma y cuando obtuvo una respuesta, se dirigió a su hermano con voz calmada:
—¿Qué finalmente conseguirás una bondadosa y noble esposa y dejarás atrás esa vida de libertino que llevas? —Rodó los ojos, pues ni el más crédulo de Londres se creería aquella barbaridad—. Vaya sorpresa —soltó con cierta ironía.
—¡No es lo que trato de decirte! —Se apresuró a decir Emile.
Nathaniel apretó sus labios e hizo una mueca mirando de nuevo hacia la dirección en donde estaba sentada su hermana Maggie, que continuaba alejada de aquella conversación.
—Lo supuse.
—No se trata de mí, Nathaniel, no es importante que yo consiga una esposa, después de todo, tú ya estás felizmente casado… —Esperó pacientemente a que su hermano lo confirmara.
—Lo estoy —afirmó Nathaniel con un movimiento de cabeza.
—Y esperando en camino a un bebe que podría tratarse del varón, y de esta manera, obtendrías el heredero que tanto desea un hombre con título como tú. En cuanto a mí, eso no me afecta en nada, no necesito heredar mis bienes a nadie.
—No obstante, casarte te haría bien. ¿Acaso no soy la prueba suficiente para ese hecho?
—Sí, lo he notado, hermano, estás perdidamente enamorado de tu esposa que a veces no llegó a reconocerte del todo.
Nathaniel se encogió de hombros.
—Bueno, en eso tienes razón —sonrió tontamente.
—Sin embargo, no es sobre tu perfecto y feliz matrimonio de lo que te quería hablar. Quiero discutir contigo sobre el futuro de nuestra querida hermana Maggie, ella debe casarse este año que entra, ya va a cumplir sus veintidós años y aún no hay señal ni rastro de que vaya a contraer matrimonio con algún hombre.
—Mmmm —lo meditó Nathaniel—. Pero yo no veo lo malo en que continúe soltera.
Emile al escuchar las palabras de su hermano, abrió los ojos, completamente perplejo.
—¿Cómo has dicho?
Nathaniel continuó con una postura despreocupada.
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El amor de una institutriz.
Historical Fiction(ESTA HISTORIA SE ENCUENTRA EN EDICIÓN) Nathaniel McLaren, conde McLaren de Woking, es miembro de una numerosa familia. El sueño de su madre es verlos a todos sus hijos casados con su verdadero amor, pero una de sus hermanas, Maggie, se estaba qued...