—¡Maggie, espera! —dijo Nathaniel, mientras iba detrás de ella, con pasos apresurados por el estrecho pasillo.
Maggie al escucharlo, aceleró sus pasos, y no se atrevió a mirar hacia atrás. Se encontraba algo abrumada y aturdida por lo que acababa de presenciar. Nunca se imaginó que su hermano fuera capaz de jugar con los sentimientos de una empleada, y que además, esa empleada fuera una dulce y buena mujer como lo era Serena. Estaba decepcionada de su propio hermano; aunque, debía reconocer que eso explicaba mucho sobre lo último que había escrito aquel diario sobre su familia: lo de Nathaniel suspirando por otra mujer. ¿Cómo no se había percatado que aquella mujer se trataba de Serena? Era demasiado evidente, claro estaba. Sus adentros estaban decepcionados con ella.
Nathaniel apresuró aún más sus pasos hasta finalmente llegar a alcanzarla. Sujetó su muñeca con una mano y detuvo su andar. Le dio un sutil estirón para que ella lo mirara directo a la cara.
Maggie con lentitud volteó a verlo, pero no directamente a sus ojos, trató de dirigir su mirada sobre su pecho.
—Maggie, déjame explicártelo —le suplicó Nathaniel con voz baja—. Vayamos dentro de un cuarto para poder discutirlo con más calma. No quisiera que alguien más nos escuchara.
Maggie con lentitud, de nuevo, y sintiéndose dubitativa, le indicó que sí con un movimiento de cabeza. Nathaniel conforme con aquel gesto, la guió hasta una de las habitaciones de la casa. Le indicó que ella ingresara primeramente, con la mano, y Maggie lo hizo sin decir ninguna palabra.
Con prudencia y con la mirada aún agachada, ingresó al cuarto, y así mismo, también lo hizo Nathaniel.
Cuando ambos estuvieron solos y encerrados en aquella habitación, Nathaniel empezó a hablar:
—Lo que presenciaste recién tiene una explicación. —Comenzó diciendo Nathaniel, una vez que se colocó frente a Maggie.
Finalmente, ella elevó su mirada para verlo a la cara. Se mostraba sería, ni molesta, ni confundida, y mucho menos feliz, solo mostraba seriedad.
—¿Desde cuándo ocurre aquello? —preguntó ella, finalmente.
Nathaniel confundido, arqueó una ceja.
—¿Desde cuándo qué, Maggie?
Ella suspiró, y volvió a dirigir su mirada impasible hacia él.
—¿Desde cuándo te encuentras a solas con Serena?
Él negó en un movimiento de cabeza.
—No mucho. De hecho, comenzó hace muy poco…, supongo.
Maggie reflexionó por segundos.
—Comprendo —respondió y se quedó viendo a la nada, como sí estuviera pensando en algo exacto.
Nathaniel apretó sus labios, bastante nervioso.
—Maggie…
Pero ella lo detuvo de inmediato. Levantó su mano para callarlo.
—Espera. —Sus ojos se iluminaron por segundos—. Ahora todo tiene sentido.
Él no llegó a comprender a lo que se refería.
—¿Qué es lo que tiene sentido ahora?
—Aquel diario lo comentó. Aquel diario escribió un segmento que decía que tú suspirabas por otra mujer. Sinceramente, no me lo creía, pero ahora pensándolo mucho mejor y con más claridad las cosas, todo tiene sentido.
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El amor de una institutriz.
Historical Fiction(ESTA HISTORIA SE ENCUENTRA EN EDICIÓN) Nathaniel McLaren, conde McLaren de Woking, es miembro de una numerosa familia. El sueño de su madre es verlos a todos sus hijos casados con su verdadero amor, pero una de sus hermanas, Maggie, se estaba qued...