Fuerza (Saga Renegados #1) [YA EN FÍSICO]

CAPÍTULO 23

Dos guardias me arrastraban por el pasillo y traté de hacerlos frenar de un fuerte tirón cuando escuché su voz. Aria.

—Ni lo intente, señorita Mason —me dijo el Doctor Lee muy serio—. Trasladaremos a la señorita Rogers en cuanto nos sea posible. Al parecer, nuestras medidas de reclusión del nivel tres no están a la altura.

El Doctor Lee me sonrió ampliamente y señaló la que una vez fue mi celda.

—Bienvenida a casa —fue su respuesta.

Sonrió de tal forma, con una altivez demasiado arrogante, que tuve que contenerme para no romperle los dientes de un puñetazo. Incluso agradecí que los dos guardias me tuviesen apresada porque, de haber podido, lo habría hecho. Los hombres me empujaron al interior de la sala y me colocaron los grilletes alrededor de las muñecas, no sin que yo pusiera un mínimo de resistencia.

—Doctor Lawrence, venga conmigo —dijo el Doctor Lee saliendo de la celda.

El Doctor Lawrence lo siguió, escuché sus pasos alejándose hasta que lo único que pude escuchar en aquella fría sala era mi respiración desbocada. Me levanté, en la medida en la que los grilletes me permitieron, y me acerqué a la pared. Sabía que las paredes a este y oeste daban a dos celdas, y una había sido la de Ian con anterioridad.

—¿Aria? —dije acercándome a la pared que conectaba con la que una vez fue la celda de Ian—. ¿Sigues ahí?

—¿Maitane? —la escuchaba lejana, ecualizada por el grosor de las paredes, pero era ella.

Por primera vez en mucho tiempo sonreí de felicidad.

—Estás ahí.

—Oh, Dios, Mai —no podía verla, pero sabía que sonreía de alivio.

Puse mi mano en la pared, como si haciendo eso pudiese estar más cerca de ella.

—Vamos a salir de aquí —dije con seguridad—. Tengo un plan.

Escuché una carcajada al otro lado de la pared.

—Tú siempre tienes un plan —murmuró Aria.