CAPÍTULO 61

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—¡Me dan igual sus preferencias! —gritó el sargento, la tienda de guerra en la que se encontraban oscilándose ligeramente por el agitado aire que se había levantado en el exterior—. ¡Cíñase a la orden y cumpla con la ofensiva!

—¡No me importa su dichosa ofensiva! —gritaba en respuesta Ian. Extendió un dedo acusatorio en su dirección—. Estoy harto de esta mierda. Soy soldado, no un puto asesino. No mato inocentes. —Golpeó la puerta con la culata del arma para hacerla a un lado y salir de la cabaña.

—¡Soldado! ¡Regrese aquí de inmediato! —el sargento gritaba a viva voz, sin moverse del sitio tras su escritorio.

Ian se alejó de aquella cabaña, fusil en mano, en dirección hacia la tienda donde habían pasado la noche. Metió efusivamente su escasa ropa en la deshilachada maleta que tenía como único equipaje, dispuesto a desertar. Miró a su cama contigua, recogería sus trastos también.

Un soldado no desertaba, y si lo hacía, estaría falto de honor hasta el final de su existencia. Pero aquella guerra había ido demasiado lejos y había cruzado limites que no...

Unos tiroteos rasgaron el silencio y la quietud de la noche.

Ian agarró el arma cargada y se puso alerta en cuestión de segundos. Salió con la pistola levantada, lista para disparar en caso de emboscada y aseguró el perímetro. Vio a muchos soldados correr hasta los límites del bosque y adentrarse en él a la carrera, sin preocuparse siquiera de la formación.

Se acercó a uno de ellos, corriendo para detenerlo.

—Eh, Dan. —Lo agarró del hombro para hacer que se volviese hacia él—. ¿Qué está pasando?

—Nos están atacando. Es una maldita emboscada —su voz era grave y estaba extrañamente teñida de un terror primitivo—. Avisa al sargento y dile que saque a todos los civiles de aquí o será una puta matanza. —Hizo el amago de seguir a sus compañeros, pero el agarre de Ian era fuerte y firme.

—No creerás ni por un segundo que voy a quedarme aquí.

Dan lo miró fijamente con dureza.

—Me importa una mierda lo que pienses o lo que consideres que es tu deber. Vas a volver ahí dentro.

—Eric sigue fuera.

Dan calló un momento antes de hablar.

—Ian, no vas a entrar ahí si yo puedo impedirlo. Regresaré con Eric sano y de una pieza, haz el puto favor de quedarte en la cabaña, o evacuando a los civiles si te da la gana, pero quédate aquí, a salvo.

Intentó retenerlo de nuevo para expresarle su negativa, pero Dan se soltó del agarre y corrió hasta la linde del bosque, desapareciendo en la verde espesura. Ian respiró un par de veces con rapidez antes de correr tras él.

Fuerza (Saga Renegados #1) [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora