CAPÍTULO 51

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El traqueteo de la furgoneta comenzaba a hacérsele demasiado familiar. A pesar de las insistencias de los Renegados de aquella tribu sobre que pasaran la noche allí, Julen había logrado rechazarlas todas de forma poco educada.

Eric y Aria se habían quedado traspuestos un rato después, durante el viaje; ella dormitando apoyada en el hombro de él. Heather estaba sentada en la parte trasera, observándolos con una sonrisa pilla en los labios. Decidió levantarse cuando el meneo de la furgoneta comenzó a marearla. Se coló a través del hueco que separaba la cabina de la parte de carga, dejando a Aria y a Eric en la tranquilidad oscura en la que se sumía el vehículo.

—Debería tener tracción trasera esta cosa —exclamó mientras se acomodaba en el asiento del copiloto.

—¿De verdad crees que esta tartana puede tener tracción trasera? —preguntó Julen, haciendo una mueca al observar los pies de ella encima de la guantera—. Suerte que esto ruede.

Heather observó aquella obsoleta furgoneta; ya no se sabía si el color naranja del vehículo era pintura u óxido. La luna del parabrisas era inexistente; no la habían reparado desde que aquellas criaturas humanoides los atacaron, y lo único que quedaba eran los cristales punzantes colgando del marco como estalactitas diminutas. El traqueteo que emitía no aguardaba nada bueno, probablemente algún inyector estuviese mal o hubiese que cambiar el propio motor.

—No. —El frío aire del invierno que se colaba a través de la luna rota agitaba el cabello de Heather, recogido en la misma coleta alta de siempre—. No puede. Esta tartana es, por lo menos, de la década de 2130.

—Es muy posible. No había visto una cosa tan vieja desde hacía mucho.

Tras el comentario, ambos se quedaron en completo silencio. Julen, con la vista fija en la carretera frente a él. Heather, desviada hacia el paisaje que rodeaba las lindes de la carretera que recorrían. Julen le lanzó varias miradas dubitativas antes de murmurar:

—¿Por qué crees que eres destrucción?

Heather frunció el ceño, desconcertada, y se volvió hacia él.

—¿Qué?

Julen se aclaró la garganta.

—El otro día en el campo, con la rosa —dijo para hacerle recordar—. Me dijiste que sabías que la tierra te había escogido porque eras destrucción. ¿Por qué piensas eso?

Ella apoyó un codo en la ventanilla y sonrió de medio lado, sorprendida por que lo recordara siquiera.

—Así que Julen LeBlanc se está interesando por mi historia, ¿eh?

Él puso los ojos en blanco, aún concentrado en la carretera que tenía delante, que se perdía en el horizonte oscuro.

—Es igual, déjalo.

—No, no... —Heather, aún sonriente, se inclinó hacia delante con esa sonrisa gatuna dibujada en el rostro—. No recules ahora. ¿Tanto te cuesta admitir que te intereso?

—No me interesas, era por... —Frunció los labios—. Por rellenar el silencio incómodo.

La sonrisa de Heather se hizo más amplia.

—Claro. —Se acomodó en el asiento y se cruzó de brazos—. Pues siento que mi historia no sea lo suficientemente interesante como para amenizar este viaje. ¿Por dónde quieres que empiece? No hay mucho que contar.

Julen elevó una ceja, con una sonrisa a punto de asomarse en sus comisuras.

—Empieza por el final, entonces.

Fuerza (Saga Renegados #1) [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora