"¿Por qué hay una criatura como esta? ¿Por qué debemos ser víctimas de una desgracia tan grande?"
(T/N) permaneció inmóvil, con las manos unidas en una oración sin respuesta mientras observaba a Qin luchar contra ese demonio durante seis días, sin parar.
Un ataque, dos ataques, tres ataques. Aunque el Emperador era más fuerte, ella no podía estar tranquila. ¿Y por qué podría serlo alguna vez, de todos modos?
Si ese ser viscoso y cruel estaba en la Tierra y había logrado causar la muerte de muchas personas inocentes exigiendo sacrificios en su honor, significaba que las divinidades a las que adoraban los habían condenado a un triste destino.
<<O simplemente te defraudaron.>>
Esa molesta voz la atormentaba. Era cruel, pero no sabía si pertenecía a ese horrible demonio.
Había entrado en su subconsciente para atormentarla adecuadamente, para hacerla sentir aún más sola de lo necesario. Porque tenía a Qin a su lado, el hombre que amaba y más deseaba en el mundo, pero con los dioses en contra, ¿cómo podría incluso la raza humana pensar que podría haber ganado?
-¡Esa maldición tan inmensa te llevará a la ruina, falso gobernante de estas tierras... no olvides mis palabras-!- fue la última amenaza pronunciada por el monstruo en un ataque de ciega rabia y negra.
"Que alguien tenga misericordia de nosotros y nos ofrezca su ayuda."
Pero (T/N), la única ayuda que podía ver claramente era la de un ser humano cargado con llevar un gran Imperio a la gloria.
Una deidad terrenal que los conduciría a la salvación eterna. Porque esa era la verdadera esencia de Qin Shi Huang.
♥ ♥ ♥
Semanas después, (T/N) supo que la pelea había sido hipnótica, que los movimientos utilizados por Qin eran una danza mortal despiadada de la que ningún enemigo podría haber escapado más.
Sabía que había algo más profundo en esos ataques - como quedarse con la memoria de un ser querido - pero también sabía que tarde o temprano ese chico perfecto, al seguir realizando acciones tan violentas, podría escapar de ella y subir escalones más altos, pero la (c/c) anhelaba seguir sus pasos y no quedarse atrás.
Por eso había decidido casarse con él.
Por eso había decidido ponerse la mejor de las ropas para imprimir en la mente de los hombres el color rojo de la sangre, de ese líquido que teñía las manos de su soberano para que tuviera la fuerza necesaria para convertirse en Emperador de un mundo más grande. territorio que la propia China.
Porque el sueño de Qin era este: dar a luz algo grande, y no sólo con el único objetivo de ser recordado en los siglos siguientes, sino con el ardor de un mortal convencido de que al que se enfrenta complacería a sí mismo ya los dioses.
Consiguiendo algo para sí mismo y para aquellas entidades superiores que se habían encargado de crear al ser humano miles de años antes de su nacimiento.
-Tu belleza encantará a cualquiera, (T/N).- le había dicho una joven doncella con extrema sinceridad, asombrada por las preciosas joyas que llevaba puesta la inminente emperatriz, así como la belleza de ese delicado maquillaje que resaltaba. la dulzura de aquellos ojos que miraban agradecidos a la joven.
-Me halagas con toda esta amabilidad.- acariciando suavemente el cabello de la sirvienta, ignorando los susurros insidiosos de una parte de los sirvientes que habían presenciado la escena, salió del edificio.
Su vestido rojo escarlata con bordados dorados y florales brillaba a la luz del sol, dándole una gracia de otro mundo. Con pasos casi inseguros se dirigió hacia Qin Shi Huang quien al observar el atardecer, pero al escuchar sus pasos anunciando su llegada, sonrió divertido.
-Cumpliste mi pedido!-
(T/N) sonriò.
-La ceremonia comienza en una hora, pero querías verme temprano. Sin mencionar que la luna pronto tomará el lugar del sol y aún no estás preparado. Puedes ser muy egoísta cuando quieres.-
Qin no parecía ofendido, y probablemente no se habría ofendido de todos modos si ese tono de broma fuera realmente un reproche. Se encogió de hombros, con la venda que cubría sus ojos en la palma de su mano derecha.
A Chun Yan le encantaba atormentarlos, diciendo que no podrían escapar de su destino porque era obvio que estaban destinados a casarse y tener hijos. Se reía cada vez que miraba sus adorables rostros sorprendidos.
En algún momento, ambos habían llegado a pensar que Chun Yan estaba tramando un extraño plan malvado.
Y ahora realmente se iban a casar. Quién sabe, tal vez Chun Yan no estaba bromeando cuando dijo que eran almas gemelas.
-Sí. Una boda a la luz de la luna es particularmente encantadora.-
Casamiento. Uniòn. (T/N) todavía tenía que acostumbrarse a esos términos aún tan extraños para sus oídos.
Vieron la puesta de sol por un puñado de minutos, hasta que un poco de viento alborotó el elaborado peinado de (T/N), adornado con accesorios en materiales preciosos como la plata. Cuando trató de arreglarse el cabello, la (c/c) tosió.
-Pronto serás mi esposa, pero no quiero que te mueras de frío.-
-¡Deja de preocuparte, es solo un poco de viento! Todo... esta bien.-
Qin la miró en silencio durante unos segundos, como si notara algo extraño, pero tal vez solo fue su impresión.
Besando su frente y sonriéndole, Qin Shi Huang se alejó en cuanto vio al ministro y a otros hombres igualmente poderosos buscándolo, listos para decir qué reglas debería haber seguido durante la ceremonia.
(T/N) le dio una de sus mejores sonrisas. Luego tosió.
Poco después, tosió de nuevo.
Se asombró al ver un líquido rojo en la mano que se había llevado a los labios para detener esa tos repentina. Por unos momentos, incluso estuvo casi fascinada por eso.
Las estrellas habían dejado de brillar.
La maldición, predicha por el demonio Chiyou, estaba a punto de caer sobre el emperador Qin durante uno de los días más hermosos y significativos de su vida.
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Por fin están por llegar los capítulos que más ansiaba escribir!
Y creo que los capítulos empezarán a ser más largos.
