✿Vitality✿

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Hades siempre había considerado a los humanos criaturas extrañas y egoístas, desprovistas de verdaderas emociones y ambiciones.
Eran criaturas de naturaleza violenta, que sentían una curiosidad morbosa o un miedo punzante hacia la Muerte. Fueron estas paranoias y obsesiones viscerales las que empujaron a los humanos a asumir un fuerte sentido de supervivencia.

A la gente le gustaría estar para siempre junto a sus seres queridos, riendo, bromeando, sin distraerse por el perpetuo paso del tiempo.
Y en ocasiones de peligro, durante conflictos y guerras destinadas a no tener vencedores seguros, se aferraban a su existencia con uñas y dientes. Allí estaba, su movimiento racional moviéndose y ardiendo ferozmente, listo para empujarlos a hacer lo imposible para salvar sus vidas.

La razón podría ser un valioso aliado contra enemigos físicos terrenales impulsados ​​por motivaciones superfluas, pero ¿qué se podría hacer realmente contra la Muerte? ¿Podemos realmente observarla en silencio, tocarla y evitar ir en su contra?

Ni siquiera los dioses tendrían ninguna posibilidad si su alma se desintegrara hasta el punto de convertirse en polvo cósmico.
No eran completamente inmortales, no como querían creer, pero nadie hablaba de ello porque así les convenía. La ilusión de poseer una inmortalidad indiscutible era el tipo de honor que sólo las deidades podían permitirse el lujo de poseer.

Sí, una ilusión. Pero lo que había presenciado era la realidad.

Una realidad inesperada creada por una frágil criatura no tan diferente a sus pares.
Y no había ocurrido sólo una vez, sino en dos ocasiones distintas.

-(T/N)... tuviste que aceptar tu destino pero aun así te aferraste a tu vida.- Hades aparentemente intrigado y con una mano bajo su barbilla, pensativo, observaba los movimientos de Beelzebub desde un monitor que se disponía a realizar su sangriento experimento, fracasando.

-Me siento culpable, pero tendré que confiarle una tarea extra.- sus ojos morados se posaron en la figura del Primer Emperador: -Este soberano ha heredado algo demasiado grande para dejarlo desatendido.-

Y había actuado, aunque no directamente.
Había esperado la llegada de Beelzebub con una sonrisa, sintiendo un sentimiento de cariño por aquel demonio que un día había decidido asediar su castillo.

-Ella está viva.-

-Lo sé.-

Beelzebub no lo miró, pero la molestia estaba claramente presente en sus iris color sangre. Hades había llegado a conocerlo demasiado bien, sabía lo que debía estar sintiendo en ese momento, o al menos tenía una sutil idea de ello.

-Cumpliste con tus deberes, lo hiciste bien.-

-Debería haber hecho más.- Beelzebub no estuvo nada de acuerdo con ese reconocimiento que creía no merecer en absoluto: -La mujer humana tiene una naturaleza fuerte; sus fuerzas para vivir son nauseabundas.-

Hades no pudo evitar reírse de esas palabras.
Se rió de buena gana, colocando una mano cerca de su pecho y disfrutando plenamente de esa nueva felicidad.

-De ti que esperas recibir la más sangrienta de las muertes, esperaba esta respuesta directa.-

-¿Me pusiste a prueba?- más que una pregunta, fue una advertencia.

Beelzebub se preocupaba por Hades, más de lo que quería admitir, pero nadie podía obstaculizar sus planes, su constante búsqueda de la Muerte.

Eternal Torment  | QinxReader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora