-No quiero.-
-¿Eh?-
-No quiero pelear sin esta espada. Soy el Emperador, y sé cuál es el camino más adecuado a tomar.-
Geir miró atónita a Brunhilde y Alvitr, sin saber qué decir ante tanta convicción.
Qin Shi Huang les había causado muchos problemas, ni siquiera se había esforzado por anteponer la salvación de la humanidad a sus caprichos, exijiendo que las solicitudes más egoístas fueran escuchadas y concedidas.
-No cuestiono el gran valor que le pusiste a tu arma.- Brunhilde permaneció impasible, aunque su mano derecha estaba cerrada en un puño: -Pero tienes que luchar contra un dios, y eso no es suficiente. Formar un vínculo inquebrantable con una de mis hermanas te otorgará el poder necesario para humillar a un dios.-
-No acepto.-
-Si no aceptas, morirás.-
Qin frunció el ceño, pero no respondió de inmediato a esa desagradable observación.
Brunhilde nunca lo había convencido con esos argumentos directos y aburridos - le disgustaba que la valquiria no le diera importancia a quién había sido en la vida-, y su mirada fría y sabia estaba bastante fuera de lugar para ella.-No va a pasar.-
Ella lo había involucrado en sus misteriosas intenciones y no había ido más allá, esperando durante más de dos milenios el advenimiento de formidables luchadores. Y Qin había esperado, pasando sus días mejorando su reino, entrenando y encontrando otras formas de reclamar lo que le habían quitado.
¿Y ahora quería que no usara su arma en la batalla sin ser más letal? Estaba fuera de cuestión, no podía aceptar.
-¿No? ¿Es esta la elaborada respuesta del más grande de los emperadores?- Brunhilde bajó la cabeza, con los ojos cerrados mientras reflexionaba sobre la discusión que había iniciado: -Prometiste que por (T/N) aceptarías condiciones muy específicas. No puedes retroceder.-
-No quiero desistir, ni cambiar mi decisión.- siguió precisando el chino, ofendido: -Evalúo las ventajas que obtendría si te permitiera continuar con tu parloteo.-
-Me pregunto si esta es realmente la razón que te empuja a ser... bastante terco.- Brunhilde se llevó una mano a la barbilla: -No es que, para no faltarnos el respeto, creas que Alvitr no es adecuada para ti? Eso sería comprensible.-
-¿¡Qué estás insinuando!?- con lágrimas en los ojos por la agitación que se había acumulado, Alvitr miró a Brunhilde: -Debes estar agradecida si al final decido involucrarme en todo esto. ¡Así que haz una insinuación como la que dijiste, y te mostraré cómo puedo cambiar de opinión rápidamente!-
Geir retrocedió instintivamente. El arrebato no estaba dirigido a ella, pero todavía se sentía culpable de ver a su hermana bajo tanta presión. Brunhilde podría ser realmente insensible.
-Y tú.- Alvitr se volvió hacia Qin con el rostro aún más rojo de ira: -Deja de ser presumido y trata de entender los riesgos que corremos si, en medio de la batalla, piensas en usar una espada forjada por algún herrero humano desconocido.-
Alvitr, con las mejillas rojas e hinchadas, apenas pudo evitar gritar de nuevo. Más indulgente y racional que su hermana gemela Hlökk, secretamente anhelaba entender qué impulsó a Qin a empuñar esa espada de plata. Dudaba que fuera un apego material; Qin, paradójicamente, no estaba dispuesto a depender de algo trivial, como artículos falsificados o de valor incalculable.
Ya había comenzado a entenderlo bien, y no entender lo que pasaba por su cabeza también, era frustrante.
¿Podría la Emperatriz (T/N) tener algo que ver con eso? ¿Era un regalo que ella le había dado para honrarlo?
Asumiendo que era un regalo de ella, todavía no entendía qué loco plan flotaba en la mente de Qin Shi Huang. Porque a estas alturas era imposible no pensar que tal vez era más inteligente de lo que parecía.
Lamentar no haberlo escuchado habría sido aún más imposible de tolerar.
-Mph, pero si realmente te importa, podemos intentarlo. Nuestro Völundr te permitirá usarlo, si el sentimiento es tan fuerte. Quién sabe.-
-Diría que esta opción es más interesante que las que has propuesto. ¡Hao!- Qin sonrió radiante, echando un último vistazo a la espada a la que se había encariñado. Había ganado, una vez más.
-¿Estamos seguros de que es una buena idea...?- el pesimismo de Geir contrastaba con su evidente entusiasmo.
-Si la buena suerte está realmente de nuestro lado, sí. Es una propuesta brillante.-
Al ver a Alvitr y Qin discutiendo, Geir apenas ocultó su deseo de hacerle preguntas a Brunhilde, quien había vuelto a escudriñar la lista de participantes, especialmente la parte donde se mencionaban los nombres de las deidades conocidas a lo largo de la creación.
Hades, el dios del Inframundo.
Poseidón, el dios de los Mares.
Beelzebub, el demonio de la Gula.
Anubis, el dios de la Muerte.
-Tenemos la victoria en la mano.-
Aunque Brunhilde lo decía a menudo, Geir gonfiaba en ella. Solo habían perdido la primera ronda, todavía había mucho tiempo para recuperarse y obtener algunas victorias aplastantes.
Podrían hacerlo.
"¿Pero por qué Hilde está leyendo esos nombres?"
Geir estuvo a punto de hacer audible su duda, pero el aumento de gritos insistentes y las risas de cierto Emperador no le permitieron reabrir el discurso.
Un poco de tranquilidad no vendría mal a nadie.
...
¿Qué día fue? ¿Donde estaba? No podía decirlo con seguridad, y tal vez ni siquiera le importaba.
Acurrucada en un limbo oscuro sin salidas, (T/N) estaba acurrucada en posición fetal, acunada por voces masculinas y femeninas que sonaban demasiado familiares y desconocidas para que ella entendiera realmente quiénes podrían ser.
Todo era demasiado confuso.
Y estaba cansada. Sólo quería descansar y dormir.
Dormir, dormir, dormir.
-¿No crees que estás descansando demasiado?-
Incluso la voz de un niño sonaba molesta para sus oídos.
-No hay prisa.-
Respondió débilmente.
Y (T/N) volvió a caer en un profundo sueño, acogido por la nada cósmica.
No tengo nada que decir, solo que me siento prácticamente como (T/N) en este periodo: eternamente cansada XDHasta la proxima,
- LadyFraise💜
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Eternal Torment | QinxReader
Fanfic| QinxReader | ------> 𝔖𝔥𝔲𝔲𝔪𝔞𝔱𝔰𝔲 𝔫𝔬 𝔳𝔞𝔩𝔨𝔶𝔯𝔦𝔢 "Donde el primer emperador de China entiende lo que es el amor." • 26 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔𝖘