Capitulo tres: Hospital

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Narra Pedri

Una luz  blanca intensa me recibe al abrir los ojos.
Es tan brillante que me resulta imposible terminar de abrirlos y enfocar.

Mientras tanto, escucho voces alteradas y juraria que sin aliento.

—Lo operaremos de urgencia, llama a todos los cirujanos posibles ¡ya!

Lo que acabo de escuchar me hace reincorporarme de golpe.
¿Qué mierda está pasando?

Mis ojos se abren como platos. El miedo al escuchar esto me ha hecho espabilarme.

Todos corren tirando de una camilla en la que estoy masacrado; lleno de sangre.

—¿Qué van a hacerle? —escucho la voz de mi madre ahogada

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—¿Qué van a hacerle? —escucho la voz de mi madre ahogada.

Corriendo giro mi cabeza para verla y asegurarme de que es ella.

—¿Mamá? ¿Qué pasa? —pregunto asustado.

Ella me mira con una mirada comprensiva, como si quisiera quitarle importancia a lo que está pasando, pero ni aún asi me quedo tranquilo, los médicos siguen corriendo demasiado rápido para ser un caso leve.

—Tenemos que operarle de urgencia la pierna derecha —dice una doctora

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—Tenemos que operarle de urgencia la pierna derecha —dice una doctora.

Mi corazón me da un vuelco y los pelos se me erizan al escuchar eso.

Me siento en la camilla queriéndome bajar e irme pero los médicos me lo impiden.

—No podemos operarle sin más, no se si usted sabe que es un futbolista profesional, de hecho es de los mejores del pais —dice mi manager.

Ni si quiera me habia dado cuenta de que estaba detrás de la camilla, aún sigo un poco aturdido.

La doctora se gira indignada mientras que arquea las cejas mosqueada.

—Al jugador de fútbol profesional le acaba de pasar un camión por encima. Tiene una pierna completamente rota y en la otra se le ha desgarrado el músculo del gémelo ocasionándole una emorragia interna. Además de varias fracturas en el cuello, lesiones en el torax y contusiones en la cabeza. Y aún no se le han realizado pruebas, ni radiografías. ¿Necesita alguna razón más para entender que tenemos que intervenirle de urgencia?

Él intenta mantener la compostura para responder a la doctora.

—Mire, yo la entiendo y se que quiere ayudarnos y hacer su trabajo, pero no podemos hacer que le operen sin la aprobación de su club de fútbol.

La doctora se restriega las manos por la cara y suelta un suspiro desesperada.

—Miren, ustedes sabréis, si queréis que la hemorragia y las venas rotas sigan viajando por todo su cuerpo, adelante.  Nosotros no vamos a obligar a nadie a operarse.

Mi madre me mira preocupada, el brillo de sus ojos reflejan tristeza y angustia. Ver a un hijo demacrado tiene que ser complicado.

—Voy a llamar al club y a ver que me dicen —dice mi manager.

Cuando está marcando el número mi madre lo frena en seco, sorprendiéndonos a todos.

—¡Espera! No vamos a jugar con la salud de mi hijo. Si esperarnos significa correr un riesgo de muerte, como comprenderás no vamos a esperar.

La doctora asiente dándole la razon a mi madre mientras que mira mal a mi manager.

—No se diga nada más —dice la doctora dandole la orden a los médicos.

Comienzan a tirar de la camilla pero antes de que sigan les freno de nuevo.

—¿Hay algún riesgo en la operación?  

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—¿Hay algún riesgo en la operación?  

La doctora me mira y su rostro pasa a ser algo triste e inseguro, luego mira a mi madre haciendo una mueca dudosa.

—Puede que no puedas volver a andar —dice lo máss pasiva posible.

Mis lágrimas comienzan a caer por mi rostro mientras que miro a mi madre. Ella me agarra de la mano con fuerza y se refleja mi alma en ella, porque está tan rota como yo.

—Mamá... el fútbol... —digo con una voz ronca que apenas de oye.

Ella me mira llorando mientras que se lamenta.

—Lo siento hijo...

Y es cuando los médicos comienzan a andar, la camilla empieza a moverse dejando a mi madre y a mi manager atrás, quietos esperando en vilo e inquietud a que salga de la operación.

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GOL ( Pedri González )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora