Capítulo sesenta: El traicionero

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Narra Carla

—¿Qué? —digo incrédula.

Lo he escuchado perfectamente pero me cuesta creer lo que ha dicho, tanto que apenas puedo casi ni hablar.

—Qué yo también tengo miedo de que al besarnos pase algo más. ¿Tan raro es? —dice Pedri con un rostro totalmente serio alejándose un poco de mi para apoyarse de nuevo en la puerta.

Me mira fijamente esperando una respuesta. De repente tengo la necesidad de sincerarme, de contarle como me siento y de decirle que yo también tengo algo de miedo.

—Yo es que... —comienzo a hablar pero alguien me interrumpe en el momento.

La puerta de la casa se abre dándole sin querer a Pedri en la espalda. Una chica rubia y de ojos verdes se asoma. Recae en mi y me dedica una mirada de asco para luego cambiarla al mirar a Pedri, para el solo hay una mirada de deseo y picardia.

—¿Subimos ya a la habitación o...? Me dijiste que luego venías y ya ha pasado bastante rato —dice la rubia tocandole el hombro con delicadeza.

De repente me siento totalmente humillada, me toco el puente de la nariz e intento que no se me note el dolor que siento en el pecho.

Casi caigo en las mentiras de Pedri, en su juego. Menos mal que no me ha dado tiempo a decirle que yo opinaba lo mismo que él.

Se me olvidaba que Pedri tiene a mil tias con las que jugar, yo sólo he sido una más.

—Carla, yo... no es lo que parece... —se excusa Pedri intentándose acercar.

—Dejalo, lo entiendo. Ahora vete con la rubia, creo que tienes demasiadas cosas que hacer —digo rodeándole para ir de nuevo a la casa.

Cuando entras en esta casa es como entrar en una de esas fiestas que se ven en las películas americanas. Es una completa locura. Los barriles de cervezas están repartidos por todo el salón, hay un montón de tíos y chicas liándose y metiéndose mano.

La música tiene un sonido tan desenfrenado que hasta me duelen los oídos. Al mirar a mi alrededor observo como va la gente vestida; se nota que la mayoría son famosos por la ropa tan cara que llevan.

Ruedo los ojos, todavía no me siento muy cómoda aquí, si he venido era solo para estar con Gavi, quien me dijo hace media hora que iba al baño y todavía no ha vuelto. Decía que se encontraba mal y no me extraña, con la cantidad de beber que se ha metido no se como no le sale el alcohol por las orejas.

Me dirijo hasta la cocina intentando buscar un vaso de agua porque alcohol no bebo.

Cuando por fin encuentro una botella de agua fría la agarro y al darme la vuelta me detengo de inmediato. Justo enfrente está Jude Bellingham, el primo de Ferran y dos amigos más. Los cuatro empiezan a acorralarme en un pequeño círculo. Me siento algo incómoda pero prefiero disimularlo.

—Carla, lo que has hecho no ha estado nada de bien... dejarme tirado por un jugador del Barcelona... Muy mal Carlita —la voz de Bellingham suena amenazadora y no me gusta para nada.

Intento contestarle pero no me deja hablar.

—Pero he decidido perdonarte y hacer como si nada hubiera pasado. Después de la fiesta te llevaré a Madrid de nuevo ¿Qué te parece?

Asiento con un nudo en la garganta. Trago saliva e intento guardar la compostura para que no se note el miedo que me está dando en la manera en la que me está hablando.

—Toma bebe algo, te lo he traído para ti —dice Bellingham ofreciéndome un vaso.

—No, gracias —le digo negando con la cabeza.

—Venga anda, no me hagas ese feo. Es una muestra de paz, anda bebe —me dice dándome el vaso.

Lo agarro casi por obligación y lo miro atentamente por dentro. El color de la bebida es amarillo parecido a la fanta de limón.

Pienso que si me bebo el refresco que me ha dado se lo tomará como que estoy bien con él y me dejara en paz de una vez.

Doblo el codo y me llevo el vaso hacia la boca, me bebo todo el contenido que hay en él.

—¿Qué mierda has hecho Bellingham? —escucho a Gavi quien llega a nosotros furioso.

Me quita el vaso de las manos y lo huele, arruga la nariz y de repente se dirige a Bellingham gritando

—¿¡QUÉ COÑO LE HAS ECHADO?! —le grita Gavi.

De un momento a otro siento como algo no va bien y es cuando comienzo a entender a lo que se refería Gavi.

Mis párpados comienzan a pesarme y casi se cierran solos. Siento como mis piernas tiemblan y noto que apenas me sostengo en pie.

Creo que me voy a desmayar.

Pero antes de que mis ojos se cierren  puedo llegar a ver como Pedri aparece de la nada y le pega un puñetazo a Jude Bellingham

Lo último que veo antes de que mi visión se vuelva negra es como Pedri le ha pegado a Bellingham.

GOL ( Pedri González )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora