Capítulo cuarenta: Eternos

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Narra Carla

Los abuelos deberían ser eternos.

Es algo que me repito cada noche antes de dormir.

Perder a alguien es una mierda, y creo que todo el mundo estamos de acuerdo en eso.

Pero no me refiero a que solo deje de estar físicamente, si no a todo lo que pasa después de que esa persona se vaya.

Todo cambia, cuando se muere un abuelo, todo pasa a ser diferente; la comida ni si quiera sabe igual, el ambiente cambia, jamás vuelve a ser el mismo y nosotros quedamos incompletos, intentando completarnos poco a poco de nuevo a base de recuerdos y sonrisas pasadas.

Es lo único que nos queda, lo único a lo que nos podemos aferrar; simplemente recuerdos.

Me acuerdo que mi abuelo me enseñó lo que era la esencia del fútbol, aún tengo en mi memoria el primer partido que vi en mi vida; tenía tres años y me acuerdo que mi abuelo me tenía en brazos mientras que me daba el puré de calabaza para merendar. Desde aquel día se formó una tradición, la de ir a ver a todos los partidos del Real Madrid a casa de mi abuelo mientras que merendabamos juntos.

Creo que ahora se entiende porque el Real Madrid es tan importante para mí.

Por eso luché tanto por entrar a este equipo. No me conformaba con estar en otro de primera, tenía que ser el Real Madrid si o si. Tenía que tener orgulloso a mi abuelo, aunque sea desde el cielo.

No solo era por mi, si no por él. Yo quería que viera a su nieta jugar en el equipo de sus sueños y por eso sufrí tanto cuando las oportunidades se me escapaban de las manos, y por eso también me enfadé cuando Pedri cuando me dio el "like" en TikTok e hizo que perdiera la primera oportunidad de estar en el Real Madrid.

Todo era por mi abuelo.

Mi abuelo era tan bueno... se merecía el mundo entero. Ojalá la vida le hubiera tratado mejor, con más salud en los años y menos dolores a cuestas. Será que el peso de todo lo que él ha vivido pasa factura, como losas en los huesos que no te dejan avanzar.

Aún así el nunca fallaba. Siempre estaba ahí cuando lo necesitaba. Joder, él fue quien me enseñó a pegarles patadas al balón, él ha sido quien ha hecho que yo sea una jugadora del Real Madrid ahora. Fue mi abuelo y solo él quien hizo que sea quien yo soy.

Y la verdad que me estoy transformando en la persona que deseo ser. En la persona que mi abuelo hubiera querido que fuera, creo que lo estoy consiguiendo.

Perderle fue un golpe tan duro que no sé cuánto me va a costar volver a levantarme.

—Carla, come que se te va a enfriar —dice Pedri.

Después de que los chicos intentaran consolarme, Pedri pidió comida china para que la trajeran. Ni si quiera me gusta pero bueno, encima que paga él no voy a poner quejas ninguna.

Jugueteo con los palillos chinos mientras que no separo la mirada del plato. No me gusta hablar de mi abuelo por esto mismo. Cada vez que recuerdo su muerte el pensamiento doloroso me persigue lentamente durante todo el día entero.

—Tu abuelo sigue contigo. No se ha ido del todo —dice Pedri mientras me señala con un palillo.

Lo miro atentamente mientras que enarco las cejas porque me sorprende que diga eso. Es algo que yo suelo pensar muchísimo. Me gusta tener la idea de que los abuelos cuando mueren siguen entre nosotros en espíritu, así me siento menos sola.

Pedri espera una respuesta, pero al ver que me he sorprendido, me explica;

—Es algo que me dijo tu hermano Juan. Y me ayudó mucho —dice para después volver a mirar su comida.

GOL ( Pedri González )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora