PRÓLOGO

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MI HISTORIA

Toda mi vida he sido perseguido por aquellas sombras y voces que se intensifican en la noche. ¿Esto es normal? A veces me lo pregunto y la respuesta es la misma: no, no lo es.

Desde que tengo memoria ellas me acompañan a donde sea que vaya. No son frecuentes, diría que irregulares. Aparecen en el momento menos esperado y es por eso que siempre estoy alerta. Tal vez ya me estoy acostumbrando a ellas o tal vez solo les tengo más miedo que antes.

Desde pequeño ellas han estado ahí, pero me rendí con intentar que me creyeran cuando apenas tenía 5 años. Ellos declaraban que eran cosas de la niñez porque se fantasea mucho a esa edad y los demás niños de mi edad no se juntaban conmigo por el hecho de que me consideraban raro. Me decían: Monstruo.

No les guardo rencor, tal vez tengan razón.

Mi madre me abandonó cuando tenía 2 años. Desde entonces mi padre me ha tratado como la basura, diciéndome que era un error el que yo haya nacido y que mi madre era una cobarde por huir y dejarle una carga como yo. Puede que tenga razón. Nunca forjé un vínculo con ninguno de los dos, sin embargo, estoy consciente de que en el fondo de mi corazón me duele el no tener una familia feliz y unida.

Que, en vez de sembrar amor, lo que mi padre está sembrando es odio. Odio puro hacia él.

A la edad de 4 años me puso a hacer la limpieza de la casa, espetando que debería de por lo menos servir para algo; sin embargo, algo que nunca creí que haría era levantarme la mano.

Eso fue muy iluso de mi parte.

Dos semanas después de haber cumplido 7 años, me encontraba limpiando la sala mientras ordenaba algunas cosas que se encontraban tiradas. Mi padre solía tirarlas solo para que yo las recogiera nuevamente, gritarme como de costumbre e irse.

Eran las 18:46, lo recuerdo como si fuera ayer. Mi padre llegó ebrio y empezó a gritarme recordándome la basura que era. Decía que mi rostro le recordaba a aquella mujer promiscua que me dio a luz y que no merecía estar con vida.

Se acercó y alzó su mano, no me dio tiempo de reaccionar cuando sentí mi mejilla arder y mis ojos llenarse de lágrimas. Me hubiese gustado haberme callado, pero empecé a llorar y a decirle que no era mi culpa haber nacido.

Eso enfureció a mi padre.

Me gritó que no debía de replicarle y con eso empezó mi sufrimiento. Cada que hacía algo mal o por el hecho de mi simple existencia, si mi padre estaba enojado, era una razón para los golpes.

Si tuviera que mencionar algo bueno que me sucedió, sería el haber tenido a mi vecina, Emmeline. Una mujer de cabello castaño claro, ojos miel, piel blanca y de estatura 1.63 cm.

Ella me enseñó las cosas básicas y me prestaba libros para aprender a leer o también cuando tenía curiosidad. Siempre me decía que era inteligente y muy curioso. Nunca creí aquellas palabras, pero se lo agradecía porque me hacían sentir extraño. Tal vez por el hecho de que no estoy acostumbrado a los halagos.

Si no fuese por ella, yo sería un analfabeta y muy tonto. Si soy inteligente es gracias a ella porque de ella aprendí. No de mi madre que me abandonó o de mi padre que me maltrata.

No. Fue por ella.

No le guardo rencor a mi madre. Seguramente mi padre también la golpeaba, pero me hubiese gustado saber el por qué me dejó atrás. Por qué se fue sin mí. Por qué me tuvo que dejar con ese hombre.

Cuando tenía 10 años mi padre me dejó inconsciente y me tiró a la parte trasera de la casa. Eran las 21:49 cuando Emmeline me encontró y asustada me llevó a su casa, me dio primeros auxilios y llamó a un doctor para que me revisara.

Un Secreto En La Sangre (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora