Capítulo 4

121 16 2
                                    

-¿Piensas que te la presentaré así como así? -La voz de Sanji provocó que el peliverde se detuviera.

-¿Qué? Yo sólo querría volver a... Bueno, me gustaría...

El peliverde sonaba tan nervioso que el dueño de la casa no pudo evitar reír internamente. No todos los días veía a un hombre de apariencia tan ruda, atragantarse con sus propias palabras mientras hablaba sobre él.

Incluso aunque no supiera la verdadera identidad de Kuroashi.

Escuchó cómo Zoro se aclaraba la garganta para seguir hablando. -Es solo que... Su espectáculo realmente llamó mi atención. La manera en la que se mueve... Esos movimientos con las piernas son similares a los de ciertas artes marciales y...

Al escuchar aquello Sanji fue incapaz de disimular su sorpresa. No esperaba que ese idiota analizara con tanto detalle su actuación y por lo visto debía estar poniendo una cara de lo más rara porque no tardó en escuchar de nuevo la voz de su "invitado".

-Oí no me mires así, no soy ningún rarito. En mi tiempo libre soy maestro de Kendo en mi antigua escuela y desde niño admiro las diferentes artes marciales. -El espadachín se rascó la nuca nervioso.

Aquello hizo que el rubio sintiera una nota de culpabilidad. Ese descerebrado le había pillado desprevenido con sus palabras pero aún no podía permitirse bajar la guardia. A fin de cuentas, estaba a punto de echar a ese bruto de su casa hacía apenas unos minutos.

-Está bien. La próxima actuación de Kuroashi será en un local llamado All blue.

Por un momento Sanji pensó en decirle la fecha pero no iba a ser tan benevolente con ese malhumorado. Si tanto quería ver sus espectáculos, que buscara la manera de conseguirlo. Ya le descubriría la verdad en otra ocasión. Había regresado a Japón hacia apenas 3 meses. Fue en la reapertura del restaurante en el que trabajaba donde conoció a Nami y Robin y no tardaron en volverse buenos amigos.

Es hora de que El Baratie vuelva de nuevo a sus orígenes. -Había dicho el viejo

Sanji nació en Japón donde vivió los primeros años con su familia pero aquella no era una época que le gustase recordar. De hecho, solía evitarlo a como dé lugar. Aún era un mocoso cuando se largó de aquel lugar y no tenía a donde ir. Durante un tiempo vivió en la calle hasta que ese tipo de bigotes tan raros literalmente salvó su vida antes de que muriera de hambre.

Y bendita casualidad.

Zeff compartía con él su amor por la cocina. Gracias a él había podido cumplir su sueño de convertirse en cocinero. Comenzó a trabajar en su restaurante a cambio de asilo y comida y poco a poco se convirtió en uno de los mejores chefs del local. Podría decirse sin duda que aquel hombre se convirtió en su padre. Incluso cuando sus hermanos regresaron años después y le contactaron para informarle de la muerte de Judge, el viejo hizo lo posible por respetar su decisión de perdonar las acciones pasadas de su familia. Para el rubio fue un periodo y proceso de adaptación largo en el que el viejo se mudó a Francia para llevar allí El Baratie y no dudó en seguirle. Un par de veces al año viajaba a Japón unos días para ver a viejas amistades y a sus hermanos para después regresar a su nueva vida. Ahora, cinco años después, había vuelto al que una vez fue su hogar. Francia le había hecho crecer en muchos aspectos. Allí había conocido a personas maravillosas y había aprendido mucho. Definitivamente su periodo en aquel país, había traído muchos cambios.

Y sin duda el más importante de todos, fue el nacimiento de Kuroashi.

Zoro contemplaba como el dueño de la casa en la que había amanecido parecía perderse en sus pensamientos. Sin embargo, recordó las palabras que acababa de escuchar ¿Lo había conseguido? Permaneció quieto unos segundos sin terminar de creerse que hubiese logrado obtener algo de información de aquel hombre.

Dame algo a cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora