Capítulo 21

42 10 0
                                    

Entreabrió sus ojos despertando por fin al sentir la mano de alguien zarandeándolo. Le dolía la espalda, posiblemente de la postura que había mantenido mientras dormía. Maldición, ¿En qué momento se había quedado dormido? La mezcla de aromas de café y tabaco inundó sus fosas nasales haciendo que Zoro abriera los ojos de par en par encontrando la azulada mirada de Sanji.

-¿Z-Zoro? ¿Que estas haciendo aquí?

El aludido se levantó de golpe mientras se rascaba la nuca algo avergonzado.

-Yo... Quería hablar contigo.

-¿Cuanto llevas esperando aquí fuera?

El peli verde se encogió de hombros. -No lo sé. Estaba durmiendo.

-Está bien. Sube. - Dijo Sanji mientras el otro le seguía al interior del edificio.

Al llegar, el cocinero dejó sus cosas sobre la encimera de la cocina y comenzó a guardarlas. Zoro observó la escena sin saber muy bien cómo empezar. A pesar de no ser bueno con las palabras no acostumbraba a sentirse cohibido antes de decir lo que pensaba, sin embargo, en ese instante parecía un completo idiota congelado y en silencio.

-Que te haya dejado subir no significa que estés invitado a quedarte. Di lo que has venido a decir y lárgate, marimo.

El espadachín abrió los ojos sorprendido y después tragó seco desviando su mirada al suelo. ¿Qué esperaba que iba a conseguir presentándose en la casa de Sanji así como así? El rubio parecía realmente dolido tras las palabras que le dedicó en su último encuentro.

Tras unos segundos levantó por fin la mirada encontrándose con los ojos más azules que había visto nunca. Suspiró mientras buscaba la mejor forma de expresar cómo se sentía.

-Te... Te echo de menos. Todos lo hacemos.

Sanji abrió los ojos dando un brinco. Esperaba que de la boca del espadachín salieran muchas cosas pero jamás imaginó que escucharía aquellas palabras. Antes de que pudiera pensar una respuesta la voz del mayor le sobresaltó de nuevo.

-Me engañaste todo este tiempo así que cuando me enteré me sentí traicionado y como un verdadero idiota. Pensé que lo único que querías era reírte de mí y por eso la última vez que nos vimos dije todo aquello... Lo siento. -Volvió a soltar un suspiro pero esta vez fue de frustración. - No lo pienso en serio. Es cierto que me interesé por "tu hermana" -Gesticuló unas comillas con los dedos para dejar claro a qué se refería. - pero jamás te lo oculté. Si seguí acercándome a ti fue porque realmente quería conocerte. Y me alegro de haberlo hecho.

Sanji sintió cómo su corazón se aceleraba al escuchar aquello. Si eso era cierto debía aprovechar aquella oportunidad para sincerarse por fin.

-Siento haberte mentido sobre mi identidad. Al principio lo hice para devolverte la bienvenida al grupo. Fuiste un verdadero gilipollas cuando nos conocimos. - Admitió.

El espadachín aguantó la mirada acusadora del rubio sabiendo que se merecía mucho más que esa palabra para definir su comportamiento.

-Pero realmente eres una buena persona Zoro. - La voz de Sanji se quebró durante un segundo. Casi imperceptible.

Casi

-Quería contarte la verdad. Pero quería hacerlo en persona, quería hacerlo bien. Tú... Me importas. Por eso te dije que vinieras a comer a casa. Pensaba sincerarme contigo y disculparme. Siento todo lo que ha pasado y siento mucho que te enteraras por Sabo.

La mención del rubio provocó un pinchazo de molestia en Zoro pero éste lo dejó pasar.

-Sanji yo... Yo solo... ¿Podemos volver a ser amigos?

Sanji observó al mayor sin saber con exactitud qué responder. Claro que quería volver a ser amigo de Zoro, sin embargo, ¿De verdad eso era lo único que quería? ¿Iba a negar que entre ellos existía una conexión diferente a la que tenía con el resto? Después de todo lo que había sucedido, no podía negar que en esos momentos aquella pregunta le cayó como un valde de agua fría.

-C-claro. Amigos. - Susurró agachando la mirada.

Zoro notó el cambio en el comportamiento del rubio. No había sido capaz de respirar de nuevo hasta que escuchó al otro aceptar la tregua. El miedo de que hubiera perdido a Sanji para siempre le había golpeado con fuerza desde su última conversación con Nami. Sin embargo, no pudo evitar que el alivio por la respuesta recibida se esfumase tan rápido como llegó. Vio los ojos azules mirarle con intensidad y sintió cómo su corazón daba un vuelco. ¿Y si no hacía bien? ¿Y si ser amigos no era una buena idea?

Después de unos segundos de silencio, la incomodidad comenzó a hacerse presente.

-Zoro. -La voz de Sanji sonó firme. Se acercó unos pasos hasta quedar cara a cara con su compañero. -¿Estas seguro de esto? Yo creía que tú y yo-

-Yo también. - Interrumpió el peliverde elevando una de sus manos mientras acariciaba su rostro. - Pero creo que es mejor así... - Susurró apartando su toque y desviando su mirada.

Sanji suspiró mientras se mordía el labio inferior. Por un instante pensó que no podría contener las lágrimas pero antes de darse cuenta su mano se posó en el hombro del espadachín mientras le dedicaba una cálida sonrisa. La mezcla de emociones que sentía en ese momento le hacían sentir confuso. Entendía a la perfección a su compañero. Él mismo había empezado a valorar en demasía todo lo que Zoro le aportaba y no quería perderlo por nada del mundo.

Ni siquiera por...

No.

Se obligó a dejar de pensar en eso y antes de dar más vueltas a aquel asunto acortó aún más la distancia con el mayor dándole un abrazo.

-Yo también te echaba de menos, marimo. A todos vosotros. - Susurró Sanji antes de hundir la cabeza en el cuello ajeno.

Zoro sintió cómo su cuerpo se iba llenando poco a poco de la calidez que su compañero emanaba. Se tomó unos segundos para disfrutar de cada sensación que el rubio le regalaba con su cercanía. Cuando, poco después, sintió que su compañero aflojaba el agarre se separó ignorando la sensación de vacío que sintió en ese instante.

-¿Qué tal si me lo demuestras con uno de tus deliciosos platillos? -Preguntó finalmente mostrando una sonrisa.

-¿Ah? ¿Te crees que esto es un hotel, marimo de mierda? ¡No pienso cocinar nada para ti! - Gritó Sanji.

El contrario  hizo una mueca de disgusto. - Maldito cejas de caracol... - Gruñó. - Si esto fuera un hotel no tendrías clientes con ese carácter que te gastas.

-¿De qué carácter hablas? ¡Eres tú el que me saca de quicio alga desubicada!

Definitivamente las cosas habían vuelto a la normalidad. O al menos los dos hombres pensaban esforzarse para que así fuese de aqui en adelante. Ambos sentían que estaban renunciando a una parte de ellos, que tal vez aquella no fuese la mejor solución. Tenían miedo de estar perdiendo la oportunidad de sus vidas, sin embargo, la felicidad que les invadió al volver a pelear como lo hacían antes, les hizo comprender que tenerse en sus vidas era suficiente.

Al menos por ahora.

Dame algo a cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora