Capítulo 22

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El frío invernal no tardó en instalarse en la ciudad. Paseaba por las calles mientras acariciaba a las pocas personas que caminaban por ahí. A pesar del sol, el color gris de aquella tarde se expandía dando la impresión de que una extraña niebla se arrastraba engullendo todo a su paso.

Zoro andaba apresurado sin prestar atención a su alrededor. Apenas hacía unos minutos que había salido de trabajar y su estómago rugía con fuerza recordándole que aún no había comido nada desde el almuerzo. Esquivó a un par de personas que se cruzaron en su camino al girar la esquina en dirección a su hogar. Continuó su marcha pensando en las últimas semanas. Podía decir orgulloso que desde su tregua con Sanji, todo había vuelto a la normalidad.

Al menos casi todo.

No siempre era fácil compartir tiempo con el cocinero pero le encantaba ver de nuevo el brillo en sus ojos azules. Habían vuelto las peleas que mantenían y también habían retomado sus conversaciones. Se habían acercado más e incluso el grupo salía con más frecuencia como si todos supieran que la paz había vuelto.

Sin embargo cuando Zoro estaba junto a Sanji no podía evitar las reacciones involuntarias de su cuerpo. A veces lo experimentaba en forma de nervios. Como aquella vez hacía días cuando al rubio le entró algo en el ojo y el espadachín acercó sus labios y sopló con cuidado sin ser del todo consciente de la cercanía. Aún se le aceleraba el corazón cuando recordaba aquel suceso.

Otras veces, bastaba con escuchar el sonido de su risa para provocar que su interior se revolucionase.

Y después de eso, venía el torbellino de inseguridades, dolor y tristeza que sentía al no verse aún preparado para dejar el pasado atrás.

No podía evitar sentir que su relación con Sanji había ido demasiado rápido. Se sentía atrapado en su propia cabeza por no permitirse avanzar. El cocinero se había ganado su respeto y confianza y a pesar de que sabía que en parte lo merecía, también le había traicionado. Ahora que lo habia recuperado, tenía miedo de perder todo lo que habían logrado y dejarse llevar por la atracción que claramente sentían el uno por el otro.

Necesitaba aclarar sus ideas.

Si se paraba a pensarlo detenidamente, apenas conocía a Sanji y la idea de poder descubrir más en profundidad al otro le resultaba cuanto menos apetecible. Aunque solo fuera como amigo.

Iba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera notó que alguien acababa de salir de la cafetería por la que pasaba en ese momento, hasta que sintió el impacto.

-¿Zoro? ¡Qué alegría verte! Pensé que te estabas escondiendo de mí o algo por el estilo. - Bromeó aquella voz dejando escapar una suave carcajada.

-Yo también me alegro de verte Sabo. - Saludó. -Tienes toda la razón, siento no haber quedado contigo antes. Sé que no queda mucho para tu viaje y... Yo... - Miró al rubio mientras sentía una punzada en el pecho que decidió ignorar.

-No te preocupes por eso. -Zoro sintió como la mano del contrario apretaba su hombro intentando reconfortarle. - Creo que hablé más de la cuenta en nuestro último encuentro así que soy yo el que lo siente.

El espadachín abrió los ojos sorprendido. No esperaba que Sabo supiese lo sucedido pero no podía olvidar que era hermano de Luffy y Ace, además de ser cada vez más cercano a Sanji. Antes de poder decir algo el rubio continuó.

-Quiero que sepas que no era mi intención meterme en medio de nada. - Explicó sincero.

-¿Qué? No Sabo, tú no eres culpable de nada de lo que pasó entre el cejillas y yo. Además no te metiste en medio de nada. Sanji y yo sólo somos amigos.

-¿Estás seguro de eso? Sé reconocer la tensión sexual cuando la veo. -Respondió con una sonrisa ladeada.

-Oí idiota, hablar contigo de esto es incómodo. Además, si no recuerdo mal eres tú el que se trae algo con él. 

-Es un hombre increíble, no puedo negarlo. Pero ya te lo he dicho, no pienso meterme en vuestra relación.

Zoro bufó molesto. No quería tener esa conversación y menos con Sabo. Sin embargo, a pesar de que su corazón dolía, el rubio que tenía delante parecía estar dispuesto a hacer algo que él negaba.

Aceptar sus sentimientos por Sanji.  

-Y yo te repito que somos amigos.

-Tú también eres mi amigo desde hace años Zoro. -Susurró Sabo. Después alzó su mirada encontrándose con los ojos del peliverde

-Lo sé. Yo sólo... No te preocupes por mí. Tengo más que claros mis sentimientos por Sanji en este momento. -Mintió. - Además... Estoy seguro de que ese idiota adora tu compañía. Después de todo ¿Quien no? - Sonrió sincero a pesar de la tristeza.

Observó al mayor pensando unos segundos en lo que acababa de decir. Luffy, Ace, Sabo... El trio de hermanos era completamente diferente entre ellos prácticamente en todo. Sin embargo, no podía negar que compartían una voluntad de entrega sincera que capaz de hacer caer a sus pies a cualquiera. Sabo era una buena persona y Zoro le admiraba por ello y se sentía orgulloso de ser su amigo.

El rubio sonrió.

-¿Qué te parece si salimos alguna noche antes de que vuelvas a desaparecer quien sabe cuánto tiempo? - Dijo el peliverde cambiando por fin de tema.

Una cálida carcajada inundó las calles. -De hecho tenía intención de preparar una cena en mi casa el próximo sábado. Pensaba hablar con mis hermanos y pedir que que os invitaran.

-¿Es una especie de cena de despedida? - quiso saber Zoro mientras alzaba una ceja.

Sabo sonrió mientras negaba suavemente con la cabeza. - No del todo amigo mío. En realidad mi viaje se ha aplazado un tiempo... Aún no me han dado muchos detalles y no tendré más información hasta el viernes. Pero he pensado que si voy a poder estar en casa más de lo que esperaba ¿por qué no disfrutar con mis amigos?

-Entiendo. Me alegra saber que te quedas un poco más. - Dijo mostrando una amplia sonrisa. - Dos semanas no era tiempo suficiente para que te machaque a todos los estúpidos retos que se te ocurren cuando estás borracho.

-¡Eso no es justo! ¡No es mi culpa que tengas un aguante al alcohol que roce el alcoholismo! - Se defendió Sabo entre risas. - El viernes te demostraré que te equivocas. -Dijo sin dejar de sonreír.

Tras unos minutos ambos hombres se despidieron con un fuerte abrazo. Una vez se quedó sólo de nuevo, Zoro suspiró. Tal vez no tenía claro lo que sentía por Sanji pero ¿Había hecho bien diciendo que no había nada entre ellos? ¿Aquello era cierto? Y si así era ¿por qué su pecho dolía? Negó con la cabeza varias veces antes de retomar el camino a su casa.





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